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Estampas miamenses: corrupción en la prensa

Fuentes: Argenpress

Miami es una ciudad fracturada: paraíso turístico, puente de Estados Unidos con América Latina, asiento de laboriosas comunidades y antro de mafias latinas, entre las que prevalece la de origen cubano, dedicada al negocio del anticastrismo. El perdón a Orlando Bosh y las conspiraciones para exonerar a Luis Posada Carriles, son indicadores del clima imperante […]

Miami es una ciudad fracturada: paraíso turístico, puente de Estados Unidos con América Latina, asiento de laboriosas comunidades y antro de mafias latinas, entre las que prevalece la de origen cubano, dedicada al negocio del anticastrismo.

El perdón a Orlando Bosh y las conspiraciones para exonerar a Luis Posada Carriles, son indicadores del clima imperante en una ciudad a la que puede llegarse en una embarcación secuestrada y la única en los Estados Unidos donde las personas decentes son obligadas a convivir con participantes en el asesinato de Orlando Letelier, con artífices de la voladura de un avión de pasajeros en pleno vuelo y con elementos ligados al asesinato de John F. Kennedy.

El hecho de que ahora, en esa localidad se acuse de corruptos a connotados voceros de la contrarrevolución, no significa que el Miami Herald se haya vuelto un pilar de la honradez, sino que se revelan entretelones del proceso que convirtió a la paradisíaca urbe en base para la ejecución de una política criminal que sólo puede realizarse en la ilegalidad.

Aunque voluminosa, lo menos significativo en la política norteamericana hacía Cuba es la propaganda. Las mentiras tienen piernas cortas y las palabras no matan. No existe ningún incidente y ninguna desgracia en Cuba que se pueda atribuir a alguna campaña norteamericana y muchos menos a Radio Televisión Martí.

Al concentrar en Miami a los personeros de la tiranía que huían de Cuba y a las oleadas de emigrantes que abandonaron la Isla, la CIA la convirtió en cuartel de las huestes con que planeaba derrotar a la Revolución, originándose una simbiosis entre la política oficial de Estados Unidos y la contrarrevolución de origen cubano que aun perdura.

La opción de derrotar a la revolución por medios violentos mediante un esfuerzo conducido por la CIA desde Estados Unidos, implicó el reclutamiento, de miles de hombres cuyo entrenamiento y organización requirió de una gigantesca infraestructura que incluyó decenas de firmas comerciales, de bienes raíces, bancos, bufetes, empresas de transporte, embarcaciones y aviones para las actividades piratas, aeropuertos y campos de entrenamiento.

Fueron los jefes contrarrevolucionarios cubanos quienes, por encargo de la CIA y con fondos del gobierno, montaron aquella poderosa infraestructura de propiedades, negocios y licencias registradas a sus nombres que heredaron automáticamente y disfrutan después de haber lavado su origen hasta lograr un blanqueado perfecto.

Aquel empeño subversivo requirió además de entidades «políticas» que proporcionaran un manto que ocultara las acciones y los propósitos reales para lo cual se auspició el florecimiento de cientos de organizaciones contrarrevolucionarias que, cambiando de denominaciones y estilos, así como de formas para obtener dinero, llegan hasta hoy.

Como parte de aquellas operaciones, se formó la impresionante red de emisoras radiales, periódicos y revistas y canales de televisión que en Miami, a lo largo de 48 años se ha dedicado a la propaganda contrarrevolucionaria, más como una necesidad de la elite para reforzar su control ideológico sobre la comunidad cubana y la ciudad que como instrumento para causar daño a Cuba.

Ese conglomerado de medios masivos hispanos que supuestamente operara contra Cuba, asume costos multimillonarios y es servido por una plantilla de cientos de profesionales del periodismo, mayoritariamente formados en Cuba, que constituyen una impresionante batería de propagandistas asalariados, dedicados exclusivamente a la labor ideológica, no contra los habitantes de la Isla que no los escuchan, no los leen y nos los ven, sino hacía la comunidad cubana en Miami.

El poder en Miami se forma por una combinación de autoritarismo político, un dominio económico ejercido al estilo mafioso, un clima de violencia que sin contención ni limite actúa contra instituciones y personas, corrupción que afecta a la burocracia, la policía y la administración de justicia y el terrorismo ideológico que excluye la libertad de expresión y penaliza la opinión política estigmatizándola como disidencia inaceptable.

Los políticos venales, la radio y la prensa cubana de Miami, con brillantes excepciones, la elite contrarrevolucionaria y el Herald son la misma cosa y ninguno pudiera levantar la voz contra otro, entre otras cosas porque se saben demasiado unos a otros. Radio y TV Martí son otra cosa. Muchos en Miami no lo saben porque Mas Canosa se llevó el secreto a la tumba. La ignorancia perdió a los que intentaron nadar en dos aguas. Un día les contaré.