“La movilización activa antes y después de octubre es la única forma de contener la próxima embestida contra los trabajadores”, plantea el economista e investigador Claudio Katz. Señala que un gobierno tanto de Milei como Bullrich implican “una agresión sin precedentes contra las conquistas del pueblo”, ya que “los dos se preparan para ir por todo”. La lucha obrera y popular es indispensable, considera, aunque requerirá tiempo hasta lograr la contundencia que se necesita para contrarrestar la agresión de los poderosos.
Claudio Katz es economista e investigador del CONICET, profesor de la UBA e integrante de Economistas de Izquierda (EDI).
¿Qué implicaría un gobierno de Milei o Bullrich?
Una agresión sin precedentes contra las conquistas del pueblo. Los dos se preparan para ir por todo. Bullrich ratificó su pretensión de sepultar los convenios colectivos y criminalizar la protesta social. Milei anuncia que privatizará el CONICET, cortará los fondos de la coparticipación a las provincias e introducirá el sistema ultraliberal de váuchers para desmantelar la educación pública.
Los dos candidatos intentarán esa andanada mediante un ataque inicial y directo a las conquistas democráticas. El asesinato de Molares y el salvajismo que vimos Jujuy ha sido el anticipo de su plan. Frente a un desorbitado neofascista y una probada abanderada del neoliberalismo represivo, afrontamos la mayor amenaza de los últimos 40 años.
Milei sigue dominando la agenda con propuestas altisonantes, pero nadie sabe si habla en serio…
Es cierto, como hicieron Trump y Bolsonaro, extrema los mensajes con nuevos exabruptos para reforzar su protagonismo. Ahora dice que reducirá los vínculos con el gran cliente chino del comercio exterior, que resistirá un incomprobable fraude en las elecciones, que cortará la pauta oficial a los medios y que gobernará con plebiscitos a espaldas del Congreso. No duda en desmentirse una y otra vez. Su motosierra ya no cortará 15% del gasto público y tampoco reducirá mucho el insignificante ¨costo de la casta política¨. Incluso la fulminante dolarización que promete podría ser más bien paulatina o tan sólo convergente con la unificación cambiaria.
En los hechos, está explorando un acuerdo con el conservadurismo tradicional. Sugiere a Macri como su gran embajador y nombró como operador estrella al insólito funcionario de Alberto, que descubrió súbitamente las virtudes del fanatismo liberal. Milei vocifera como Trump, pero mira la gestión convencional de Meloni en Italia o de Orban en Hungría. El establishment lo rodea y espera manejarlo.
Pero el melenudo libertario es un caso muy particular, porque en ningún país del mundo la ultraderecha tuvo que lidiar con una crisis económica como la imperante en Argentina. Tampoco en otros lugares existía un programa de ajuste inmediato tan feroz. Al igual que Bullrich su prioridad es doblegar con amenazas, maniobras y palos al movimiento popular. Tenemos dos meses para organizar la contención de esa pesadilla.
Pero con un oficialismo en picada, no parece fácil…
Ciertamente. Massa genera un gran rechazo porque es el principal exponente de un gobierno que empobrece a la población. En los últimos cuatro años esa gestión generalizó la inflación, facilitó la precarización del trabajo, convalidó el derrumbe del salario y favoreció la expansión de la desigualdad. Implementó esos atropellos para cumplir con el pago de una deuda externa fraudulenta.
Ahora Massa afirma que ¨sólo devaluó el 20%”, como si la degradación sistemática y en cuotas de los ingresos populares fuera un dato natural e inexorable. Anuncia ¨medidas compensatorias¨, que serán totalmente irrelevantes frente a la descontrolada escalada de la carestía.
Además, particularmente Massa arrastra una oscura trayectoria de compromisos con la embajada de Estados Unidos y con lo peor del poder económico, judicial y mediático local. La resistencia a transitar con ese personaje una versión más frustrante de lo ya experimentado con Alberto, explica el gran ausentismo en las urnas.
¿Pero esa baja concurrencia a los comicios no pavimenta el camino de Milei o Bullrich?
Si. Es una desaprobación pasiva, que por sí sola conduce a un gobierno más derechista y a una degradación económico-social más dramática. Para impedir esa adversidad sería necesaria una reacción popular y democrática, semejante a la que impidió el triunfo de Kast en Chile o la reelección de Bolsonaro en Brasil.
Es la misma respuesta que recientemente frenó a Vox en España. Pero allí el gobierno reaccionó adelantando las elecciones para facilitar la batalla electoral. Por el contrario, aquí Alberto no existe, Cristina mantiene un calculado silencio y Massa carece de credibilidad. El ministro emite discursos inverosímiles y enuncia derechos que él mismo socava en cada viaje a Washington. Además, esas conquistas ya no existen para enormes sectores del trabajo informal.
¿Cómo se sale de este encierro?
La movilización activa antes y después de octubre es la única forma de contener la próxima embestida contra los trabajadores. Esa lucha es indispensable, aunque requerirá tiempo hasta lograr la contundencia que se necesita para contrarrestar la agresión de los poderosos.
Me parece que debemos construir también una respuesta en el plano electoral inmediato. Y esa opción no vendrá de la mano de Massa, ni de la lista de legisladores que promueve el oficialismo. Ese grupo no sólo apuntala el ajuste que soporta la población. Está integrado por incontables panqueques. La fuga de altos funcionarios a Milei (Francos) y a Bullrich (Aracre) anticipa lo que podrían hacer esos arribistas, si el viento continúa soplando hacia la derecha.
¿Entonces?
El vértigo de los acontecimientos marea y torna muy imprevisible lo que sucederá. Pero no hay que perder la brújula. Lo central es trabajar en dos direcciones: evitar un gobierno de la derecha y ampliar la bancada de la izquierda. Lo más evidente es la segunda parte de esa combinación. Los diputados del FIT son honestos luchadores que han demostrado solvencia y valor para enfrentar el ajuste en el Parlamento y en la calle. Tienen probadas credenciales para actuar en la resistencia que se avecina.
Ampliar la combativa bancada que encabeza Bregman contribuiría, además, a sentar las bases de un nuevo reagrupamiento político después de octubre. En las PASO, la sumatoria de la lista alternativa dentro de Unión por la Patria (Grabois) y las diversas candidaturas de izquierda (FIT más otras fuerzas semejantes) logró un caudal muy significativo.
Ese porcentual fue casi la mitad de lo conseguido por Massa y un tercio de lo obtenido por Milei o Bullrich más Larreta. En términos electorales, ya existe un influyente conglomerado de fuerzas que comparten luchas y trabajos de organización popular en los sindicatos, barrios, movimientos sociales y agrupamientos democráticos.
¿Y el freno a la amenaza presidencial derechista cómo se concretaría?
Ahí aparece el mismo problema que se discutió en Brasil, cuando el voto a Lula en la primera vuelta era la única forma de asegurar un posterior balotaje victorioso contra Bolsonaro. Es el gran desafío político, que en nuestro caso podría debatirse en torno a la conveniencia de un corte de boleta. Sería un recurso para frenar la presidencia de Milei y Bullrich, enviando al mismo tiempo un mensaje de censura a Massa por el ajuste que está implementando.
Pero hay otras opciones en debate y ninguna despuntará con meras opiniones. Se necesitan encuentros y asambleas de las distintas corrientes militantes. Esas definiciones podrían cobrar forma en las próximas semanas junto a la clarificación del escenario electoral. Es una discusión pendiente.
Y urgente…
Si. El peligro de Milei se acrecienta día a día y hay que retomar la iniciativa superando el desconcierto, el pesimismo y la quietud que impera en muchos sectores. Necesitamos planteos políticos y acciones que cambien el clima, las expectativas y los resultados de octubre.