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Falsimedia mundial, el otro asesino de los palestinos

Fuentes: El Colectivo (Medellín)

“Gaza muriendo en rojo vivo entre espinos de metal y cobardes periodistas financieros” (Armando Fernández Steinko en Juan Kalvellido, Pazlestina, El Viejo Topo, Barcelona, 2009, p. 62)

El martes 17 de octubre el ejército de Israel cometió un terrible crimen de guerra contra los palestinos, uno más de los miles que ha perpetrado desde hace casi un siglo. A las 7-20 de la noche fue bombardeado, sin compasión alguna, el hospital bautista Al-Ahli de Gaza, donde se alojaban centenares de refugiados palestinos, expulsados de sus casas, también destruidas desde el aire por los bombarderos sionistas. Allí se habían alojado porque creían que era un refugio seguro que no iba a ser atacado. Pero se equivocaron, porque Israel no respeta nada: ataca todo lo que esté en Gaza: escuelas, hospitales, parques, bibliotecas, centros culturales, teatros, iglesias, sitios de oración…

Hasta el momento ya son más de 600 los niños, mujeres y hombres que fueron aplastados por el misil enviado por Israel al hospital, que se lanzó en forma premeditada y criminal, antes de la llegada de Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, en visita para reafirmar su apoyo incondicional al genocidio del pueblo palestino.

Israel es el autor de esta nueva masacre de palestinos quedó claro desde el principio, hasta el punto de que comunicaciones oficiales comentaban el hecho con regocijo, diciendo que habían sido eliminados terroristas que se refugiaban en ese hospital.

La cadena Al Yazira, con periodistas sobre el terreno, informó en forma inmediata del brutal ataque de Israel y en el mundo se conoció la magnitud de ese crimen. A las pocas horas, el Estado de Israel comenzó a propalar un sarta de mentiras encaminadas a culpar a grupos insurgentes de Palestina del ataque. De inmediato, y como por arte de magia, falsimedia mundial replicó la versión oficial de Israel, que inventó un bulo mediático: la Yihad Islámica fue responsable del ataque, No mucho después la mentira, como el que juega al Teléfono Roto, devino en la afirmación que Hamas había disparado contra el hospital y esa infamia fue asumida por medios de desinformación tan famosos como la CNN.

Esos medios empezaron a referirse al hecho de dos maneras que son típicas de la desinformación orquestada por Israel y sus vasallos mediáticos. Primero, empezaron a utilizar un lenguaje etéreo e impersonal para referirse al bombardeo y a los centenares de muertos como por obra y gracia del espíritu santo, con títulos de este tenor: “Un bombardeo causa cientos de muertos en un hospital de Gaza”, “Matanza por un bombardeo de un hospital de Gaza”. Nótese que no se menciona a Israel, como si el bombardeo no tuviera un responsable. Segundo, empiezan a presentar la información como un asunto de opinión, con títulos de esta índole: “Hamas e Israel se acusan de una matanza en un hospital de Gaza”, “Hamas dice que Israel bombardeó Hospital”. Algo así, como decir que alguien opina que hoy es de día y otro dice que es de noche, aunque sean las 12 del mediodía y la luz brille por cuenta propia y se diga, “neutralmente” que no se sabe si es de día o de noche.

Nótese que, en pocas horas, Israel, responsable de este crimen de guerra, apareció como una mansa paloma y la carga de la culpa recayó en los palestinos. Se llegó a tal extremo de mentir, que medios como CNN y diversos canales de televisión titularon: “Hamas ataca hospital en Gaza” y el más cínico de los que pudieron leerse dice: “Gobierno palestino ataca hospital en Gaza”.

Las “pruebas” que aporta Israel son de tal estulticia que en otras condiciones producirían risa, pero que, dado que pretenden ocultar la magnitud de este crimen de lesa humanidad, generan indignación.

Para empezar, Israel recurrió a su pretendida superioridad la moral, diciendo que su palabra, siempre creíble y de fiar, es indiscutible ‒pues nunca ataca blancos civiles, porque a todos los que masacra son “terroristas”, incluyendo los niños‒, mientras que a esos terroristas desalmados no se les puede creer, porque son malos y mentirosos por naturaleza. Enseguida han fabricado supuestas pruebas que, una tras otra, han ido cayendo por su fragilidad: mostraron un video para comprobar que el cohete había sido lanzado por la Yihad Islámica, pero minutos después lo borraron, porque no correspondía al momento de la explosión sino a hechos posteriores; en Twitter, Hananya Naftali, propagandista digital de Netanyahu, escribió con regocijo: “La fuerza aérea israelí golpea una base terrorista de Hamás en un hospital en Gaza, numerosos terroristas han muerto” y cuando el gobierno de Israel intentó acomodar su versión, negando ser los responsables, ese Twitter fue borrado; luego, dieron a conocer una supuesta conversación de militantes palestinos en los que hablarían del fallido lanzamiento, pero eso es un burdo montaje, como lo demostró la cadena británica Chanel 4, porque tiene diferencias con el dialecto regional en sintaxis y entonación.

Y con estas fabulosas pruebas de Israel, falsimedia mundial empezó a decir que la destrucción del hospital era obra de grupos de Palestinos. Esto puede considerarse como terrorismo mediático y periodismo criminal, porque conscientemente y en contra de todas las pruebas y evidencias de la autoría de Israel, intentan tapar el sol con las manos, y limpiar la imagen criminal del Estado sionista.

Esta no es una práctica nueva, porque desde hace décadas Israel, en estrecha alianza con Estados Unidos y la llamada “prensa libre”, se han encargado de imponer el lenguaje de la mentira y el engaño: los palestinos son terroristas, Israel es una monja de la caridad; Israel no asesina, solo mata terroristas; Israel nunca bombardea en forma indiscriminada, sino que dispara fuego cruzado con los terroristas; los territorios ocupados se llaman “territorios en

disputa”; las zonas arrebatadas por colonos se denominan “barrios judíos”; a los asesinatos de palestinos los denominan “muertes selectivas”; Israel tiene “derecho a defenderse”, pero si los palestinos se defienden eso es otra cosa, es terrorismo puro y simple.

El impacto de este lenguaje ha sido adoptado por falsimedia mundial (un ejemplo los medios de desinformación dominantes en Colombia) y por académicos prosionistas en Europa, Estados Unidos y más allá.

Como lo que se trata es de ocultar y mentir sobre el crimen de guerra de Israel, que masacró a los residentes del hospital, no estamos sólo ante una cuestión del lenguaje proisraelí que usa la “prensa libre”; estamos ante periodistas criminales y terroristas mediáticos, cuyas manos están untadas con la sangre de los niños, mujeres y hombres triturados por Israel. Estamos en presencia de cultores de la crueldad, que como vampiros se relamen los labios con la sangre de los palestinos. Son los periodistas que están enfundados en el uniforme de las fuerzas armadas de Israel, como clara expresión de los nexos sangrientos entre los poderes político-militar-periodístico. Son terroristas, porque como lo decía Robert Fisk ‒periodista irlandés ya fallecido, quien cubrió el medio oriente durante décadas‒ esa terrible alianza tiene la finalidad de “atemorizarnos, para infundir en nuestros corazones más miedo del que es capaz cualquier ‘terrorista’”. Y esto “se me antoja uno de los rasgos más aterradores y condenatorios de nuestra época”.

Publicado en papel en El Colectivo (Medellín), noviembre de 2023.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.