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Forbes viola las reglas básicas del periodismo honrado

Fuentes: Rebelión

Quizás el amable lector no lo sepa, pero ocurre que el dueño de la revista financiera estadounidense Forbes, Malcon Forbes, es, al mismo tiempo, el director ejecutivo de la «Comisión Especial para la Reconstrucción Económica de Cuba», en un hipotético regreso de la isla al sistema capitalista luego de la desaparición física de Fidel Castro. […]

Quizás el amable lector no lo sepa, pero ocurre que el dueño de la revista financiera estadounidense Forbes, Malcon Forbes, es, al mismo tiempo, el director ejecutivo de la «Comisión Especial para la Reconstrucción Económica de Cuba», en un hipotético regreso de la isla al sistema capitalista luego de la desaparición física de Fidel Castro.

De modo que independientemente de la ideología ultraconservadora del dueño de Forbes, éste tiene evidentes razones para trabajar en pro de una vuelta de Cuba al sistema capitalista mundial. Y es obvio que utiliza su poderoso instrumento periodístico no para hacer periodismo, sino para hacer política.

Por eso a Malcom Forbes le tienen sin cuidado las reglas básicas del periodismo, las que obligan a editores y comunicadores a verificar la validez y autenticidad de sus informaciones. Por eso Forbes puede dedicarse a inventar falsedades sin el menor rubor. Como en el caso de la supuesta fortuna de Fidel Castro.

Malcom Forbes no sabe, ni le importa, que un reportaje periodístico debe estar sustentado en eso que los periodistas y los editores llaman fuentes. La fuente de la información es sagrada. A tal grado, que un trabajo periodístico informativo sin fuentes no puede llamarse reportaje, sino libelo o panfleto.

Y como eso de la supuesta fortuna de Fidel simplemente es un libelo, ante la demanda cubana e internacional de la presentación de los datos probatorios de las afirmaciones de la revista, un portavoz de Forbes tuvo que reconocer que la publicación estadounidense no tenía ninguna evidencia de que Fidel Castro haya escondido dinero en cuentas bancarias en el extranjero.

Nadie pide que Forbes o cualquier otro medio de comunicación se abstenga de emitir los juicios y opiniones de sus dueños sobre el régimen político y económico cubano. Pero hasta en el caso de las opiniones, el periodista o el editor tienen la obligación profesional, legal y ética de sustentarlas con informaciones verídicas previamente validadas.

Pero nadie tampoco puede pedirle a Forbes que se comporte éticamente cuando su principal accionista es un personaje estrechamente vinculado a las organizaciones contrarrevolucionarias y terroristas de exiliados cubanos en la Florida. Malcom Forbes (por cierto uno de los promotores de la guerra contra Irak) antepone sus intereses económicos y de futuros negocios a sus deberes periodísticos y de editor.

El conocimiento de estos hechos y el reconocimiento de la propia revista de que carece de pruebas sobre la supuesta fortuna de Fidel Castro constituyen las mejores evidencias de la utilización perversa de Forbes en la cruzada particular del principal accionista de la revista en pos de derrocamiento de la revolución cubana y de los futuros grandes negocios que vendrían con ese derrocamiento.

Y sin negar que los medios son instrumentos muy poderosos de la lucha política, debe también reconocerse que la carencia de sustento en las informaciones difundidas no ayudan al éxito de esa lucha política. Y que esas informaciones falsas o adulteradas terminan por hacer más daño al prestigio de los medios falsarios, como Forbes, que al de las víctimas de sus interesadas calumnias.