La retirada de unos 8.000 colonos de la franja de Gaza ha sido explotada mediáticamente hasta el éxtasis por el gobierno de Israel. Con una puesta de escena sobrecogedora, hemos asistido a las imágenes de tragedia y drama que el gobierno de Sharon deseaba. En cambio, nunca pudimos ver en los medios de comunicación las […]
La retirada de unos 8.000 colonos de la franja de Gaza ha sido explotada mediáticamente hasta el éxtasis por el gobierno de Israel. Con una puesta de escena sobrecogedora, hemos asistido a las imágenes de tragedia y drama que el gobierno de Sharon deseaba.
En cambio, nunca pudimos ver en los medios de comunicación las imágenes de otros desalojos que se han producido en nuestros tiempos en otro lugar del mundo y que pocas personas conocen. Los impuestos por el gobierno de la India para la construcción de presas. A pesar de que los diferentes gobiernos del país no han facilitado la cifra oficial de desplazados por las obras hidráulicas, la escritora Arundhati Roy la establece mediante cálculos tendentes al mínimo, ¡entre cincuenta y treinta y tres millones de personas!. Tres veces la población de Australia y ninguna presencia en los medios de comunicación.
La mayoría de los desplazados por la construcción de embalses son intocables y tribus aborígenes, los sectores sociales más pobres y analfabetos. Para ellos no hay indemnizaciones ni realojos porque no tienen certificados de titularidad de sus tierras a pesar de vivir allí ancestralmente. ¿Qué ha sido de esos millones de personas? ¿Dónde están actualmente? ¿Cómo se ganan la vida?. Nadie lo sabe a ciencia cierta. La sentencia de Arundhati Roy es escalofriante. En su mayor parte, acaban en los barrios de chabolas que rodean las grandes ciudades, donde pasarán a formar parte de la inmensa reserva de mano de obra barata para la construcción (que construye nuevos proyectos que, a su vez, crean nuevos millones de desplazados).
La población india se ve obligada a abandonar sus tierras para dejar paso a unas presas financiadas por el Banco Mundial que sólo beneficiaban a grandes multinacionales y funcionarios corruptos a costa de engendrar pobreza y catástrofe ecológica en zonas de la India como el valle del Narmada. El 40 % de las grandes presas que se construyen en el mundo están en la India. Y, sin embargo, doscientos cincuenta millones de personas, una cuarta parte de nuestra población, carecen de agua potable; y casi los dos tercios de esa población, seiscientos cincuenta millones de personas, no disponen de las estructuras básicas de saneamiento. Durante los últimos cincuenta años la India ha gastado unos tres mil millones de dólares sólo en regadíos. Y, sin embargo, ahora hay mayor número de zonas de alto riesgo de sequía e inundación que en 1947.
El 90 % de las grandes presas se destinan a regadíos. Sin embargo estas presas sólo representan el 12 % de la producción total de cereales de la India. Al mismo tiempo, según el propio gobierno, el 10 % de la producción total de cereales de la India es pasto de insectos y roedores debido al mal estado de las instalaciones de almacenamiento.
Frente a los desalojos indios están los de los colonos israelíes de Gaza. Una ocupación ilegal desde que Israel invadiera la región en 1967. Familias que recibirán cada una 300.000 euros para abandonar la zona, según aprobó el parlamento israelí el pasado mes de febrero. Y que serán realojadas en otras viviendas y con camiones y autobuses dispuestos a facilitar el traslado. Colonos que en su día ya recibieron enormes subsidios a la vivienda, bajas tasas de impuestos y subvenciones para sus fábricas localizadas en los territorios ocupados, es decir, no les están quitando nada que antes no les haya dado el gobierno israelí.
Los desgraciados desalojados en la India no tienen cabida en los medios de comunicación. Son decenas de millones frente a los ocho mil colonos israelíes. No les espera una nueva vivienda y una indemnización de 300.000 euros, sólo la miseria y la indigencia. Y el silencio y la complicidad de los medios de comunicación. El terrorismo se puede manifestar de muchas formas.