La antropóloga e integrante de la Red de Investigadorxs en Genocidio y Política Indígena analiza las operaciones mediáticas que tienen como objetivo estigmatizar al Pueblo Mapuche, la búsqueda de la derecha de asociarlo al “terrorismo” y el uso de esa construcción de “enemigo” con fines electorales y políticas a favor de los grupos de poder.
Diana Lenton es doctora en Antropología, docente de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) e integrante de la Red de Investigadorxs en Genocidio y Política Indígena. Y, sobre todo, es una académica referente que estudia y da testimonio del proceso represivo sobre los pueblos originarios. “Hay una voluntad de presentar, mediáticamente, a la Patagonia como una sociedad dividida, como una especie de apartheid donde los blancos están aterrorizados por los indios”, advierte Lenton e indica que esa estrategia se construyó a lo largo de a historia creando un enemigo en la frontera sur, pero que actualmente funciona como un recurso electoral o que esconde políticas públicas a favor de los grupos económicos poderosos. Lenton sitúa la campaña mediática contra el Pueblo Mapuche en el contexto electoral, sostiene que el objetivo es presentarlo como una amenaza para otros sectores populares, repasa las continuidades históricas de estas estrategias y apunta sobre la responsabilidad estatal para avanzar en contra de la discriminación.
Una campaña política y mediática de odio y persecución
Durante las últimas semanas ciertas pantallas de televisión se poblaron de discursos racistas y de odio hacia el Pueblo Mapuche. Un ejemplo fue la emisión del programa PPT, ciclo Jorge Lanata en Canal 13, del 24 de octubre pasado con el especial titulado Indios al ataque. La campaña gráfica que lo promocionó anticipaba la línea editorial: «Son los nuevos terroristas. Incendian y tienen en jaque a poblaciones enteras». En ese especial televisivo se volvió a recurrir a la figura de la RAM —una supuesta organización armada que opera en la Patagonia—, tal como ocurrió durante la gestión de Patricia Bullrich al frente del Ministerio de Seguridad.
La gobernadora de Río Negro, Arabela Carreras, acusó a los funcionarios del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), Magdalena Odarda y Luis Pilquimán, de “alentar” la violencia y no avanzar en políticas estatales para solucionar el conflicto, en referencia al proceso de recuperación de tierras del Lof Quemquemtreu en la zona de Cuesta del Ternero. Desde fines de septiembre, la zona está tomada por policías y se ha negó toda ayuda humanitaria a quienes permanecen en el territorio. El día 11 de ese mes, el referente del partido Avanza Libertad en Buenos Aires, José Luis Espert, pidió «ir con balas directamente contra los terroristas, los falsos mapuches» en la Patagonia.
Por su parte, Rodolfo Suárez, senador nacional por Mendoza, ex gobernador provincial y referente de Juntos por el Cambio, dijo en una entrevista al medio MDZ: «No somos territorio hostil. Territorio hostil es donde están los mapuches que no están haciendo nada en el Sur y si no paran vamos a tener mapuches pidiéndonos la calle Arístides y los van a desalojar a ustedes. Estas cuestiones hay que tomarlas con seriedad y no con fanatismo ideológico como el que tiene el gobierno».
Numerosas notas de los diarios Infobae, Perfil, La Nación y Clarín son portavoces de discursos racistas que atentan contra la integridad de las comunidades mapuches en la Patagonia. En ese contexto, el fin de semana pasado llegó el asesinato del comunero de la Lof Quemquemtreu Elías Garay, a manos de dos supuestos «cazadores» que lograron romper el cerco policial para aislar a la comunidad, y la persecución de integrantes de la comunidad y vecinos de El Bolsón, que protestaron por la muerte de Elías y la delicada situación de Gonzalo Cabrera, otro comunero herido el mismo día.
La construcción del mapuche como “peligroso”
El interés exacerbado en la temática mapuche por parte de ciertos medios de comunicación recuerda al año 2017: cualquier parecido con otro año electoral no es coincidencia. Diana Lenton analiza el entramado político que sustenta las notas en medios gráficos y los segundos de aire dedicados a presentar al Pueblo Mapuche como la otredad del ser argentino.
—¿Qué observa en esta nueva campaña contra el Pueblo Mapuche?
—Hay cosas que vienen desde hace mucho tiempo y algunas nuevas. Entre las cosas que vienen desde hace mucho tiempo está el énfasis en la extranjería mapuche, en separarlos del resto de los pueblos originarios. Hay gente que expresa que no tiene problemas con los pueblos originarios, pero que los mapuche son más peligrosos, más malos. Hay toda una construcción de los mapuche como diferentes. Esa construcción está asociada a la peligrosidad, a lo que antes llamaban «indios belicosos», como una característica intrínseca que no tiene que ver con una respuesta a situaciones concretas o a una defensa o una posición política sino casi como algo atávico, algo propio de las características casi biológicas del grupo. Lo que encuentro de nuevo —nuevo pero también recurrente— es que esta campaña mediática asocia a los mapuches con propósitos de ruptura del orden legal o a lo que se llama terrorismo. Se hace una lectura del fenómeno mapuche partiendo de la base de que los hechos violentos que se han sucedido fueron hechos por mapuches, base que mucha gente no pone en duda, y paradójicamente entendiendo que eso estaría siendo en acuerdo con el sector político que gobierna actualmente.
—¿Cómo opera esto a nivel político?
—En general estos discursos provienen de la oposición de derecha, pero también dentro de la oposición de derecha el tema está muy centrado en el ala dura del PRO, específicamente en Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Hay un discurso que dice “el gobierno kirchnerista no defiende a los ciudadanos pacíficos, nosotros sí”. En esto se han aliado con la gobernadora de la provincia de Río Negro, porque estas cuestiones están sucediendo específicamente en Río Negro. Lo específico es eso, que el discurso de derecha está muy centrado en la figura de Bullrich, en ese sector del PRO y en el partido gobernante de Río Negro, que es un partido provincial que va y viene entre el grupo peronista y el grupo de derecha. Les fue muy bien en las elecciones y están con el intendente de El Bolsón, Bruno Pogliano, que es del PRO y además es socio principal del estudio contable de las empresas locales de Joe Lewis. Por otro lado, hay un discurso que dice que el kirchnerismo estaría promoviendo los actos terroristas mapuches para jorobar a la «gente decente» de la Patagonia. Es curioso: cómo se apropia del discurso de los ataques mapuche un sector político que hoy está en la oposición para decir que los que apoyan el terrorismo son los del Gobierno. Esta campaña no tiene mucho de nuevo. Lo que han hecho es refritar consignas para acomodarlas a la situación electoral.
—¿Qué otros intereses motivan esta nueva campaña contra el Pueblo Mapuche?
—Hay distintos datos de la coyuntura, por ejemplo las elecciones pero también la prórroga de la Ley 26.160 de emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras. A esto se suma el hecho de que incluso desde las filas de Juntos por el Cambio hay —como se vio en el debate en el Senado por la prórroga de la ley— algunos senadores que están reclamando que se trate la Ley de Propiedad Comunitaria. También está la entrada en vigencia de la obligación del Estado nacional de empezar a entregar tierras en los Lotes 55 y 14 en Salta; el hecho de que fue absuelta Isabel Huala; el hecho de que se retiró el Estado nacional de la querella contra el Lof Winkul Mapu en Villa Mascardi, donde fue asesinado Rafael Nahuel. No solamente en cualquier contexto estos grupos de derecha harían la lectura que les conviene, sino que actualmente hay algunos datos que los ponen más nerviosos.
—¿Cuál es el objetivo de estos mensajes?
—Hay una voluntad de presentar mediáticamente a la Patagonia como una sociedad dividida, como una especie de apartheid donde los blancos están aterrorizados por los indios. En realidad, ocurre todo lo contrario. En estas ciudades patagónicas, especialmente ciudades como El Bolsón, viven miles de pequeños campesinos y artesanos; y si no es por Joe Lewis o la gente del Club Andino —que representan a un porción mínima de la población, pero con mucha plata— y otros personajes como el intendente de El Bolsón y el empresario Rolando Rocco, que tiene concesiones para la explotación forestal, el resto de la sociedad convive bien. Cuando la comunidad mapuche Inalef perdió absolutamente todo por los incendios del verano pasado fue auxiliada por los vecinos de la zona que no son mapuches. Mientras, en ese momento, algunos medios decían que los vecinos afectados por el fuego les echaban la culpa a los mapuches, todos en El Bolsón sabían que los que empezaron esos incendios son los agentes inmobiliarios.
—¿Y cómo opera esta división social que se busca generar?
—Lo que se hace es tratar de expandir ese modelo de interpretación de la sociedad. Tiene que ver con el giro a la derecha que se está dando no solamente en la Argentina sino en muchos lugares del mundo. Los pocos lazos de solidaridad entre iguales es lo que se quiere cortar presentándole a la gente un enemigo, que va también en contra de otras clases populares. Si vas a esquiar al Cerro Catedral o Chapelco, los chicos que ayudan a subir y bajar del teleférico son mapuches. Y la gente que va como turista no se da cuenta de que son mapuches porque tienen un imaginario de un indio malonero. No se imaginan que esa persona amable, que te ayuda a que tu viaje sea lo mejor posible, es mapuche. Así como son mapuche los albañiles que construyen los hoteles y las cabañas y también los profesionales. Vas a un médico, vas a una peluquería, a la escuela y hay maestras y maestros mapuches. Pero parecería que conviene más presentar una sociedad dividida donde toda la gente “honesta y propietaria”, propietaria aunque sea de algo muy chiquito, y dejar para los mapuches el lugar de lo que viene como amenaza desde afuera.
Continuidades históricas del discurso racista
Si bien el racismo es sufrido en forma constante por todos los pueblos preexistentes a la conformación del Estado nacional, lo cierto es que en los últimos años se evidenció, cada vez más, que el discurso apunta específicamente a las comunidades mapuche. No solamente se las excluye del imaginario de qué conforma «lo argentino» y se enuncia que son «indios chilenos», sino que además se los vincula explícitamente a organizaciones terroristas que —supuestamente— pretenden saquear y violentar a quienes habitan en la Patagonia. ¿Por qué estas operaciones mediáticas hacen una operación selectiva sobre el Pueblo Mapuche?
«Esto también es histórico», responde Diana Lenton. Luego recoge algunas continuidades con la matriz discursiva que sustentó las llamadas Campañas del Desierto en la Patagonia. Según la explicación de la antropóloga, en 1884 Julio Argentino Roca, siendo presidente de la Nación, envía al Congreso un proyecto de ley para realizar una nueva Campaña del Desierto en el norte, dando por terminada la de la Pampa y la Patagonia. «Él decía que ya estaban prácticamente conquistadas esas 15 mil leguas en el sur y que iban a repetir la experiencia —’la feliz experiencia’, dice en un momento— contra ‘los guaycurúes’, que era el nombre que se les daba a los qom, abipones y mocovíes», explica la entrevistada. En ese contexto, mientras Roca pide al Poder Legislativo partidas presupuestarias para la campaña en el norte, fundamenta que esta vez la empresa será «más económica y más corta que la otra, porque los indígenas del norte son mucho más mansos que los de la pampa».
Lenton sitúa en ese entonces una comparación clara entre los pueblos del norte y los pueblos del sur. «Ya sea para bien o para mal, los del sur terminan siendo retratados como más bravos. No sé si tiene que ver con la literatura de La Araucana —el poema épico del español Alonso de Ercilla, que retrata la conquista de Chile—, pero desde el principio de los tiempos los mapuche fueron retratados como los que le hicieron frente durante siglos al Imperio Español y después a la República«, sostiene la especialista.
No obstante, explica que no hay razones históricas para sostener esto. «Los del norte también resistieron», afirma. En este sentido, ejemplifica: “Hay documentos sobre los chiriguanos, que no tienen esa literatura heroica, pero cuando ves los partes y los documentos coloniales y militares, se describe la desesperación por el hecho de que cuando conseguían hacer que se rinda un cacique los atacaba otro. No sabían qué hacer, decían que el Pueblo Chiriguano era la víbora de mil cabezas porque no podían vencerlos. Lo mismo con los qom y con los mocovíes».
Para la docente, ese imaginario sobre unos y otros grupos «tiene que ver con cómo se ha construido la literatura de fronteras, dónde la Nación se imagina a sí misma luchando contra un enemigo poderoso: en el sur». Al respecto, fundamenta: «Como el relato de la resistencia en el norte no fue contado de la misma manera, queda la representación de la pobreza y de la destrucción de la sociedad que quedó después, como si fuera representativa de su vida de siempre».
«Lo que en un momento fue interpretado como debilidad o cobardía de los indígenas del norte, también hay otros que están dispuestos a rescatarlos como que son los indios buenos y verdaderamente argentinos«, propone Lenton. En ese sentido, discursos mediáticos de defensa a caciques del norte del país, como el que hizo Jorge Lanata del qom Félix Díaz, cobran otro significado: «Lo hacía, no por su historia personal o por empatizar realmente con lo que le pasaba, sino por considerar que representaba uno de los indios buenos, aceptables porque no es uno de los indios del sur sino que es de los que realmente merecen ser defendidos y apoyados». En síntesis, la especialista sostiene que «la sociedad tiene ese recelo con los mapuche y no con otros pueblos por esta construcción del mapuche asociado al indio bárbaro y malonero; y simplemente a los otros no los conocen».
«A lo que no se conoce, puede ser que lo desprecien como el pobre, el vulnerable, el campesinizado. Entonces está toda esa mitología romántica y paternalista acerca del coyita que no es considerado un ‘indio peligroso’«, explicita.
La responsabilidad de los gobiernos frente a los discursos de odio
En relación a los discursos mediáticos antimapuche, que retroalimentan la violencia institucional que sufren las comunidades, aparece el reclamo de quienes levantan las banderas de la libertad de expresión para poder discriminar en vivo y en directo. Ante esta situación, Lenton fue consultada por la responsabilidad del Estado frente a estas operaciones mediáticas. “Tendría que haber algún tipo de control sobre los discursos de odio”, sostiene la especialista. En octubre, tras la emisión del programa de Lanata, la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN) recordó que la Ley 23.592 califica como delito federal la propaganda del racismo y penaliza los actos discriminatorios por motivos como raza, religión, nacionalidad o ideología.
«Hay personas que empatizan con los desposeídos y hay gente que empatiza con los propietarios. Pero más allá de esa característica personal, uno no tiene por qué tener la información. Los gobiernos sí la tienen, entonces hay una responsabilidad —sin llegar a niveles de censura— de hacer algún tipo de control sobre los discursos de odio. No puede ser que ser permita que ciertos medios de comunicación o ciertos funcionarios puedan decir cualquier cosa», postula Lenton.
Para ella, la agresión no solo está destinada a las comunidades mapuche, sino a quienes se solidarizan con la causa indígena. «Así lo veíamos en 2017 con Santiago Maldonado y decíamos que lo que había pasado con él era una medida de disciplinamiento dirigida no a los indígenas sino a todos aquellos que podemos acompañar esa lucha«, sostiene. «Ahora veo que vuelve un poco eso: cualquiera que apoye esta causa, incluso funcionarios del gobierno nacional, puede ser que sean subversivos o que apoyen al terrorismo», agrega.
¿Cuál es la solución para el conflicto territorial?
Consultada sobre la solución para esta problemática, Diana Lenton apela a mesas de diálogo que no sean «para la foto», sino para sentarse y decidir. «Eso es un resorte del gobierno: armar un esquema donde se organicen y se resuelvan estas cuestiones, que vayan más allá de lo episódico y de lo coyuntural, que siempre se soluciona o con la represión o con hacer la vista gorda. Pareciera que no hubiera otra cosa posible, que no hay una solución de fondo», reflexiona.
Lenton insiste con la necesidad de que se regule la manera de expresarse en relación a estos temas y con que no haya impunidad para quienes diseminan mensajes de odio. «Pero además hay que sentarse a debatir con el respeto correspondiente y ver cuáles son las propuestas de uno y otro lado para ver qué se va a hacer con esto», apunta.
Para la antropóloga, otra solución sería sensibilizar a las agencias estatales vinculadas a las repartición de la producción para evitar que concesionen tierras habitadas por pueblos indígenas. «Eso es elemental. Pero para eso se tiene que terminar el relevamiento. Un relevamiento que sea bienintencionado, bien hecho, con los recursos suficientes, con la posibilidad de que se pueda realmente registrar todo, no que se hagan en un fin de semana, en una visita rápida donde se pongan los datos formales sino que sea un estudio en profundidad», propone.
La entrevistada finaliza con una reflexión, en términos de solución, que se le antoja algo utópica: «Tendríamos que decir a los Estados que se deje de hacer política para los millonarios».