Solo pocas horas después de que el importante intelectual cubano Enrique Ubieta Gómez escribiera en su blog La Isla desconocida: «El principal obstáculo que encuentra el imperialismo para derrotar a la Revolución cubana no es militar, ni económico; es moral»; el Gigante Informático Google se apuró en darle la razón. No lo hizo, sin […]
Solo pocas horas después de que el importante intelectual cubano Enrique Ubieta Gómez escribiera en su blog La Isla desconocida: «El principal obstáculo que encuentra el imperialismo para derrotar a la Revolución cubana no es militar, ni económico; es moral»; el Gigante Informático Google se apuró en darle la razón.
No lo hizo, sin embargo, por arranque honesto de su directiva, menos aún porque de tanto repetir lemas de pluralidad y libertad de expresión se obligaran a ser consecuentes, sino al subrayar públicamente la vigencia de una máxima que hace ya más de dos mil quinientos años enunciara Hermes Trismegisto: «los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los extremos se tocan». Así, la censura del blog de Enrique Ubieta Gómez, ejercida autocráticamente por Google, solo puede ser entendida en una escueta dirección: la prepotencia imperialista se ha rozado una vez más con su propia impotencia.
El hecho ocurrió ante mis ojos el pasado viernes 27 de marzo, sobre las 9 y cuarto de la noche, hora de Cuba. Yo había terminado de leer una aguda colaboración del escritor Ernesto Pérez Castillo: sobre la andanza pro Damas de Blanco organizada en Miami -donde uno de los marchantes era nada menos y nada más que el connotado terrorista Luis Posada Carriles- cuando al cambiar de entrada me tropecé con el membrete alertando de la censura.
Tras la inicial perplejidad, confieso que de pronto sonreí. Toda la maquinaria imperialista tratando de pulverizar a Cuba: la prensa, el Parlamento Europeo, los weylerianos del PP… Y, sin embargo, ninguna trompeta del Apocalipsis lograba enmudecer la acrisolada verdad que emergía de un modesto blog. Un blog que paradójicamente no se edita en 18 idiomas, no es amplificado por rimbombantes premios y distinciones; no opera con banda ancha ni tiene editores propios, ni tampoco es potenciado por la palmada en el hombro del Emperador Obama.
¿Quién era ese bloguero que, para opinar desde arriba, no precisaba subirse a los globos de la revista Time o el grupo Prisa? ¿Por qué en La Isla Desconocida colaboraban cada vez más otros importantes intelectuales de Cuba y el mundo? ¿Cómo era posible que la verdad pudiese emerger por sobre la maraña de sesgos, tópicos y prejuicios con que se pretende sepultar la opinión de Cuba? Entonces, ¿quién era la verdadera personalidad influyente?
A como fuera, había que apagar la voz de Ubieta, Antes se promovieron linchamientos mediáticos, se desbordó su bandeja de entrada con amenazas de muerte; llegaron hasta quemar su nombre en rituales dignos del Ku Klux Klan? Y no podían.
Entonces decidieron borrar su blog. Lo hizo Google con apenas un clic totalitario, el dedo torquemada de la nueva inquisición virtual. Bush quiso traer la Edad Media a la era de Internet, y entonces conversó con Dios antes de atacar primero a Afganistán y después a Irak. Y como nuevo Ricardo, Corazón de León, encabezó la Cruzada contra el moderno Saladino, otro sarraceno igualmente nacido en Tikrit: Saddam Hussein. Y de acuerdo con la práctica de las ordalías medievales, empleó la tortura a los prisioneros como una manera de forzar la confesión de culpas. La administración Obama, entretanto, nos vuelve a recordar a Hermes Trismegisto -todo fluye y refluye; como es arriba es abajo- y ahora pretende llevar la Edad Media a Internet. Ya andan preparando su ejército de rangers para la red, hace apenas pocos días Google determinó asociarse a la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos.
Pero qué dirán de pronto los campeones de la libertad de expresión. ¿Acaso en su próximo informe veremos la airada protesta de Reporteros sin Frontera? ¿Leeremos mañana la crónica condenatoria en «Generación Y»? ¿Y qué nos dirá Hillary Clinton, quien hace apenas dos meses pronunció un discurso titulado «Libertad de Internet»?
Desde luego que nada de eso ocurrirá. Ni falta que hace. Ya el blog de Ubieta está alojado en otro sitio. Ahora podemos verlo en www.laisladeconocida.
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