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Igualdad de oportunidades e igualdad de condiciones

«Informe MacBride», entre la teoría y la práctica

Fuentes: Rebelión

“Uno de los defectos más extendidos de la comunicación es la ausencia de la articipación del público en la administración y la toma de decisiones”. NOMIC

Del dicho al hecho los dueños de las mercancías comunicacionales e informativas se las ingeniaron para congelar la aplicación de las recomendaciones consensuadas por el Informe MacBride. Los monopolios dominantes, y sus gobiernos serviles, hicieron hasta lo imposible para neutralizar la Resolución de Belgrado, aprobada en octubre de 1980 por la 32ª Sesión de la Conferencia General de la UNESCO, que ratificó once principios:

1) Eliminación de los desequilibrios y desigualdades.

2) Eliminación de los efectos negativos de determinados monopolios, públicos o privados, y de las excesivas concentraciones.

3) Remover de los obstáculos internos y externos para un libre flujo y más amplia y equilibrada diseminación de informaciones e ideas.

4) Pluralidad de fuentes y canales de información.

5) Libertad de prensa y de información.

6) Libertad para los periodistas y todos los profesionales.

7) Preparación de los países en desarrollo para lograr mejoras en sus propias situaciones, sobre todo en lo que respecta a la adquisición de equipamiento propio, capacitación del personal, recuperación de infraestructura.

8) Compromiso sincero de los países desarrollados para ayudarlos a alcanzar dichos objetivos.

9) Respeto a la identidad cultural de cada pueblo y al derecho de cada nación para informar al público internacional sobre sus intereses.

10) Respeto al derecho de todos los pueblos para participar del intercambio internacional de información, basándose en la igualdad, justicia y beneficio mutuo.

11) Respeto al derecho de la colectividad, así como de los grupos étnicos y sociales, para tener acceso a las fuentes de información y participar activamente en los flujos de comunicación.

Pero, “Los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.

Ha sido fracturada la relación entre teoría y práctica que el propio Informe MacBride exige como indisoluble. Algunas de las más avanzadas propuestas para la democratización de la Comunicación y la Información fueron anestesiadas para impedirles la acción directa desde las bases y para desorganizar la intervención concreta sobre las superestructuras. El Informe “Un Solo Mundo Voces Múltiples” ha sido atacado con un plan, desigual y combinado, usando los propios vicios monopólicos que estudió, interpeló y sometió a escrutinio mundial. En la teoría el Informe MacBride permanece vigente y en la práctica permanece ausente. Y aunque sus tesis siguen siendo vigorosas con objetivos aún motivadores y con motivaciones francamente inspiradoras, están faltando comunicación política y políticas de comunicación para su ascenso a la práctica. Hasta hoy los expertos se han especializado en explicar el desastre monopólico… de lo que se trata es de transformarlo.

Una de las anestesias más frecuentes es el escepticismo burgués que, con todo género de argucias, predica que nada puede hacerse contra el bloque monopólico de los “medios” y que todo intento termina siendo palabrerío demagógico. Incluso con discursos “progresistas”, de no pocas voces emblemáticas de la resignación. En otros ámbitos el Informe es reducido a pieza decorativa de bibliotecas y bibliografías, como antigualla académica o carta de “buenos propósitos” en cierto culteranismo diletante. Algunos más entendemos que la batalla en los campos de la guerra mediática, cuenta con el Informe como herramienta que aporta capítulos importantes en la secuencia de combates que han de librarse hasta una efectiva, real y duradera práctica democratizadora de los medios, los modos y las relaciones de producción de sentido. Con lo deseable, lo posible y lo realizable. Adolfo Sánchez Vázquez dixit.

Arremetieron contra las experiencias de lucha anti-monopólica y colonialista; silenciaron las corrientes de investigación y acción crítica de base; doblegaron con autoritarismo e ignorancia servil a las generaciones posteriores y distorsionaron las premisas y fuerzas metodológicas desarrolladas para la democratización de la comunicación. Implantaron como “modo de vida” y “valor moral” de clase, la degradación de la actividad científica y el quietismo. Con sus máquinas de guerra ideológica condenaron todo esto al “utopismo”. Había que congelar los entusiasmos a cualquier precio. Inyectaron odio beligerante para defender negocios de alienación informativa, imperialismo cultural, falacias noticiosas y mercadeo impúdico e impune. USA llegó al extremo de romper con la UNESCO para hacer inviable el avance de toda crítica al colonialismo y a las evidencias sobre los tóxicos monopólicos descritos en el Informe.

Hay quienes piensan que la práctica del Informe quedó congelada porque hubo mucha pasividad de nuestro lado frente a una actitud excesivamente injerencista de algunos gobiernos que convirtieron la libertad de expresión, de todos, en libertad de propaganda propia. Que los llamados “gobiernos nacionalistas” o “populistas” terminaron siendo usinas de manipulación de la opinión pública. Que con todo eso, la práctica quedó paralizada funcionalmente para que las demandas comunicacionales de las organizaciones alternativas, comunitarias y de base social verdadera, se ahogaran en indiferencia y maltrato. Que las propias “leyes de comunicación” fueron incapaces de convertirse en el ascenso de la teoría hacia la práctica según lo proclamó el Informe. Que la práctica se congeló, también, para impedir la vida expresiva propia y diversa de una miríada de organizaciones sociales de base. Triunfó la lógica de la mercancía.

¿Quedamos maniatados para la acción? Ni todos ni siempre. El mercado monopólico de las mercancías simbólicas, tal como ha proliferado como amenaza contra las democracias, es prueba irrefutable del congelamiento del Informe en su necesidad de práctica transformadora concreta. Por colmo, una catarata demagógica inventó su propio “nuevo orden comunicacional” para que, bajo sus oleajes salivosos, permanezca intocado el viejo orden informativo infiltrado en programas universitarios, escuelas, facultades e “industrias culturales” y organizaciones políticas. Pero insistimos: el Informe será vinculante o será (palabrerío) nada. Su ascenso a la práctica está por venir. ¿Quién dijo que todo está perdido? “Se tendrá que caminar paso a paso, llenarse de paciencia y recorrer un largo itinerario antes de poder crear nuevas estructuras, aplicar nuevos métodos y generar una nueva mentalidad” Sean MacBride.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.