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Presentación de Miquel Sarries en el VII Congreso Iberoamericano de Periodistas Especializados y Técnicos

Internet, el quinto poder

Fuentes: azprensa.com

«El poder político no es sino el tercer poder. Antes está el poder económico y luego el poder mediático … La mundialización de intercambios de signos se ha acelerado de un modo fabuloso con la revolución de la informática y la comunicación.» (Ignacio Ramonet, ‘Cómo nos venden la moto’). Una profesión secular en un medio […]

«El poder político no es sino el tercer poder. Antes está el poder económico y luego el poder mediático … La mundialización de intercambios de signos se ha acelerado de un modo fabuloso con la revolución de la informática y la comunicación.» (Ignacio Ramonet, ‘Cómo nos venden la moto’).

Una profesión secular en un medio nuevo
Las Tecnologías de la Información y las Telecomunicaciones tienen un reconocido y tremendo peso económico, que además repercute como influencia sociopolítica y cultural en la constitución, ampliamente glosada, de la llamada ‘Sociedad de la Información’ con todas sus consecuencias, directas e indirectas, en la vida diaria de una parte creciente del planeta. Cada vez más personas de toda condición y edad acceden a un ‘red-minal’, un terminal doméstico o móvil cada vez más accesible, conectado a una red de comunicaciones crecientemente basada en Internet.
Internet, fruto de un conjunto de innovaciones de soportes, organización y contenidos, actúa como punta de lanza de las TIC y su poder de ‘glocalización’. Pero además posee ciertas características esenciales que conviene no olvidar cuando se analiza su forma de permeabilización sociocultural. Incluso en sus esqueletos centrales de interconexión, Internet es una red diseñada y construida para ser descentralizada, redundante y básicamente horizontal, en tiempos de paranoia atómica y ante todo por motivos de seguridad ante posibles amenazas de control o de destrucción parcial. En estos tiempos de paranoia terrorista, los expertos conceden poca posibilidad relativa a un ‘ciber-terrorismo’ que destruya seriamente la red; no al que la emplee como recurso, pero en el mismo nivel que otros y en todo caso frente a la evidente vulnerabilidad en otros espacios materiales.

La horizontalidad tiene iguales causas, pero otras consecuencias. La red se apoya intrínsecamente en la dualidad funcional de todos sus participantes, que potencialmente pueden asumir el papel de emisor y receptor que conlleva todo sistema de información, de forma más o menos equilibrada. En la larga carrera de la humanidad por la comunicación, del habla a la escritura, del soporte único al repetible, de la multi- a la uni-lateralidad, Internet supone cierto retorno, ahora sin límites espacio-temporales, a los orígenes de una charla almacenable, dialogable, madurable. Tras las ‘galaxias’ verticales (‘Gutenberg’ del editor a los lectores, ‘Marconi’ de la emisora a los tele-oyentes-videntes), la ‘galaxia Von-Neumann’ se materializa en una Internet donde cada interlocutor no sólo es simple tele-oyente-vidente y se puede convertir en emisor-editor mundial con un coste adicional marginal.

Un nuevo papel de ‘Internetiador’
Esta horizontalidad informacional está transformando decisivamente no sólo los instrumentos con los que cuenta el profesional del periodismo, sino su propio encaje en la cadena de la información. Más incluso que en otros sectores, está cambiando decisivamente el papel de los intermediarios de la información entre el elemento generador y el último consumidor.

Hoy la noticia se empieza a recoger en su punto de generación cada vez más por miles y miles de ‘corresponsales’ aficionados que estaban o pasaban por allí, video en mano (y ahora móvil-cámara en mano). Sea cual sea el motivo de la toma (véase el reciente caso de las torturas en Irak), un material -fácil de transmitir porque ya está instalado sobre soporte digital nativo- pasa por la red y termina en un bloque de receptores que a su vez lo multiplican en sus propios círculos, como un nuevo tipo de circuito de difusión en explosión jerárquica. O bien, siguiendo el antiguo circuito, el material llega a manos -por investigación o por venta directa- de las cadenas tradicionales, que lo emiten hacia los consumidores -muchos de los cuales lo reemiten a su vez a sus redes personales, con la ‘garantía’ de veracidad o de comprobación que proporciona esa cadena tradicional. En ambos casos, cualquier eslabón de la cadena incorpora su reacción personal, sea glosa, manipulación o simple direccionamiento del material primitivo para adaptarlo al siguiente eslabón que lo recibe. Pero en este proceso, lo asombroso es la proporción de material aficionado (videos, fotos, testimonios de mala ‘calidad’) que llega ya por medio de las cadenas tradicionales.

En este nuevo flujo, el periodista ya no puede mantener su función tradicional de intermediación en la retransmisión más o menos interpretada de la noticia. Los nuevos medios TIC han creado un enorme retículo de competencias, en el doble sentido competidor y competente, que acceden a sus fuentes y a sus lectores a la vez o antes que él mismo, y además por distintas vías, lo que les permitiría al menos teóricamente cruzar, comparar, verificar y validar las fuentes, matices y enfoques de la información manejada.

El periodista tradicional se está convirtiendo en lo que ya es todo periodista especializado y técnico, es decir en un intermediador consciente de una información generada por otros y cuyo contenido sutil y nada espontáneo necesita clarificarse (en el mejor sentido de la palabra, es decir con criterios de cruce y veracidad que permitan interpretarlo multilateralmente). Este nuevo periodista es ya en parte un ‘internetiador’, alguien que se apoya en la red para ‘compartir’ la información que le llega, con un papel de nodo de referencia neutralmente redifusor y sutilmente mejorador del ordenamiento de un mundo de noticias, esas partículas informacionales virtuales a menudo vistas como un caos de agitación ‘browniana’. El ‘nodo’ gana tanto más prestigio en su papel de facilitador cuanto menos pretenda asegurarse como poseedor de lo verdadero, en una red que a todo alcanza y donde todo se puede comprobar y discutir por múltiples rutas. Sigue teniendo sentido entrar en el fondo -no aquí- de cuestiones sobre lo subjetivo o lo objetivo, pero desde otro prisma.

La información no es una mercancía como las demás
Nunca lo ha sido, pero ahora pocos autores cuestionan el carácter revolucionario de la Sociedad de la información, lo que exige partir cada vez más de su propio carácter transformador de su entorno para entender la nueva situación. Para Castells «una revolución tecnológica, centrada en torno a las TI, tecnologías de la información, está modificando la base material de la sociedad a un ritmo acelerado… En el nuevo modo de producción informacional, la fuente de productividad estriba en la tecnología de generación del conocimiento, el procesamiento de la información y la comunicación de símbolos… Lo que es específico es la acción del conocimiento sobre sí mismo como principal fuente de productividad… Cada modo de desarrollo posee un principio de actuación a cuyo alrededor se organizan los procesos tecnológicos: el industrialismo se orienta hacia el crecimiento económico, esto es, hacia la maximización del producto; el informacionalismo se orienta hacia el desarrollo tecnológico, es decir, hacia la acumulación del conocimiento y grados más elevados en el procesamiento de la información… Debemos esperar el surgimiento histórico de nuevas formas de interacción, control y cambio sociales… La nueva estructura social está asociada con el surgimiento de un nuevo modo de desarrollo, el informacionalismo, constituido por un nuevo paradigma tecnológico».

¿Qué es la información? La ciencia la acerca a la improbabilidad: «La ocurrencia de un suceso divide la historia del universo en dos partes, la del antes y la del después. Para el observador curioso, ambas etapas son de un interés bien diferente. Lo más característico del antes es que el suceso aun no ha ocurrido,… sólo puede ser verosímil… La verosimilitud tiene grados, es una magnitud medible y merece por ello rango científico. Se llama probabilidad de un suceso a la medida (o al grado) de su verosimilitud. Cualquier suceso real tiene asignado ¡por el simple detalle de no haber ocurrido todavía! un numero llamado probabilidad, que mide su distancia a la certeza (valor uno) o a la imposibilidad (valor cero). Lo mas característico del después es que el suceso ya ha ocurrido. Al observador, testigo del acontecimiento, solo le queda una cosa por hacer: sorprenderse. Sorprenderse mucho (después) si el suceso era (antes) poco probable y poco si lo era mucho… Llamamos sorpresa a un cambio del estado de ánimo provocado por una ganancia de información, una magnitud cuya medida, después de la ocurrencia de un suceso, depende de la probabilidad que tal suceso tenía antes de ocurrir, una medida que varía entre el cero (la suministrada por la ocurrencia de un suceso cierto) y el infinito (suceso imposible)».

Castells toma la «información en sentido amplio como comunicación del conocimiento.» Sigue así una línea de pensamiento más habitual pero no menos científica, en su doble sentido informático y mediático: «La información es una variable inmaterial dual, que se denomina conocimiento cuando es variable de estado acumulada en un sistema, y comunicación bajo su faceta de variable de proceso (o de intercambio) entre sistemas. La información se cuantifica por la interactividad entre sus dos manifestaciones (comunicación y conocimiento): La cantidad de información que aporta un mensaje a un receptor es su capacidad de sorpresa, mayor conocimiento o menor incertidumbre. La información en sentido estricto se inutiliza total o parcialmente por la falta de adecuación al receptor, en contenido, espacio o tiempo (ésta es la más frecuente, por la evolución diacrónica de emisores, mensajes, entornos y receptores)… El aumento de información es condición de reordenamiento de todo sistema, desde el económico mundial hasta el más modesto sistema productivo. Es el antídoto de la crisis (uno de los nombres económicos de la entropía), forma de degradación o desorganización de un sistema económico que inicial y paradójicamente tampoco tiene pérdida de energía productiva. Por otro lado la información sólo aumenta útilmente si las estructuras que la acogen tienen suficiente conocimiento (información acumulada) previo».

¿Por qué el recurso ‘información’ no es una mercancía como las demás? «Este nuevo tipo de recurso compartible (multiplicable y no consumible) puede ganarlo el receptor sin que lo pierda el emisor. La información no es por sí misma un bien escaso y apropiable, con lo que escapa a la categoría tradicional de mercancía. Sin embargo su comunicación, almacenamiento y tratamiento requieren soportes (humanos, organizativos y/o informáticos) que entran en el circuito económico de los bienes escasos y apropiables, en el comercio mundial invisible… La distribución irregular en el sistema socioeconómico mundial de este proceso de información-conocimiento esencialmente acumulativo, abre un foso ingente entre dos ‘reacciones explosivas en cadena’, dos crecimientos exponenciales retroalimentados: uno progresivo en los sistemas que aprovechan o expropian la información; otro regresivo en los sistemas abandonistas o expropiados. La información, como mediador de adquisición o carencia de todos los demás recursos, enriquece a los ricos y empobrece a los pobres mucho más velozmente que cualquiera de aquéllos» .

El ‘quiosco’, nodo informacional del ‘internetiador’
Se han estudiado -con inquietud, curiosidad o entusiasmo- toda clase de consecuencias políticas, económicas, sociales, laborales, culturales en esa Sociedad de la información que se sale de las ‘reglas’. En la línea mucho más concreta de ofrecer elementos que ayuden a definir el sitio y papel del nuevo periodista cada vez más -y a la vez menos- especializado y técnico, se presenta aquí simplemente una experiencia de ‘quiosco’, entre las muchas que empiezan a conocerse. La exposición de su trasfondo intencional y operacional sólo pretende recoger algunas indicaciones inmediatamente deducibles de su funcionamiento en el ‘servidor’ de ATI, al servicio una asociación profesional de tecnólogos avanzados para su mejor comprensión e intervención en la sociedad que les rodea.
Del mismo se hizo una presentación pública en un foro surgido como respuesta a la creación en Catalunya de una Agencia de la Calidad de la Información en Internet (IQUA), en el que participaban muchas de las entidades vinculadas al IQUA. En su presentación se decía que para defender la calidad de la información en Internet, esta no debe medirse solo por las prohibiciones de aspectos negativos y condenables (la pornografía, el terrorismo, el racismo…), sino que es preciso que la sociedad civil favorezca también en Internet valores positivos como democracia, pluralismo, paz y solidaridad entre las personas.

Es preciso recordar -se dijo- los objetivos de los «padres creadores de Intermet» y las «promesas» posteriores de sus teóricos sobre el hecho de que nos iba a permitir una mejor información, una información más plural, una información «a la carta», autocontrolada por el propio ciudadano, quien podría acceder y contrastar diversas fuentes y regular el grado de profundización deseado.
La práctica actual traiciona aquellos objetivos y desmiente estas «promesas».
Los «buscadores» contestan a las preguntas de forma incomoda, con miles o centenares de miles de referencias, de forma temáticamente desestructurada y cada vez más priorizan en sus listas a quienes más les pagan.
Los actuales «quioscos» de las Webs facilitan la conexión a una variante de prensa gratuita (que aspira a poder ser de pago) integrada por las ediciones electrónicas de los más populares medios de comunicación. Estamos en presencia de un proyecto empresarial periodístico, más que ante una aportación extra a la calidad y al pluralismo de la información.
Los altos costes de los medios de comunicación reservan su creación a grandes grupos económicos que subordinan la calidad de la información a la obtención de concesiones de los gobiernos (desde frecuencias de emisoras de radio o televisión, a operadoras de móviles o de cable).
En su política de intercambio de favores con los gobiernos y otros grupos económicos terminan por sacrificar la calidad de la información, llegando en algún caso -como estabamos viendo en aquel momento- a fomentar el aterrorizar a la población del país más poderoso del mundo, a exagerar la capacidad de un posible enemigo, a disimular formas no sangrientas de ejercer la hegemonía y a ocultar turbios intereses económicos hasta conseguir que el miedo de la población haga aceptable una guerra preventiva.

En esta defensa de la calidad de la información, se hacía una invitación a los reunidos a coordinarse para:
– Definir de forma plural, como debería ser y que debería contener un Quiosco plural (y por supuesto respetuoso, con las recomendaciones autorreguladoras de la IQUA).
– Favorecer su inclusión en el mayor número de Webs y portales, empezando por las de las propias asociaciones y entidades que se asociasen para este fin.
– Velar por el mantenimiento y actualización de sus enlaces.
– Permitir un grado de personalización por parte de cada entidad y asociación que lo adoptase, para incluir aquellos aspectos particulares, propios de los objetivos de cada entidad o de los intereses de sus socios.

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Toda persona o entidad interesada en definir de forma colectiva un Quiosco plural que refuerce en Internet los valores de democracia, pluralismo, solidaridad y paz puede enviar un e-mail a la secretaria de ATI ([email protected] o [email protected] ) poniendo en asunto «Quiosco plural» y visualizar el prototipo en:
http://www.ati.es/gt/informatica-sociedad/informacion/pr-indqu.htm

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Miquel Sarries
Ingeniero Industrial, Licenciado en Informática.
Tecnico superior de Informática en el Ayuntamiento de Barcelona.
Ex-funcionario internacional en la Oficina Intergubernamental para la Informática (IBI) en Roma, donde ocupó las funciones de Director de Prospección Tecnológica; de la Agencia de Noticias Informáticas IBIPRESS; y de la revista internacional Agora.
Secretario de la Junta Directiva General de la Asociación de Técnicos de Informática (ATI), miembro del Consejo editorial de la revista Novatica.
Secretario de AIPET