«La propaganda es un acto de violencia mental para forzar a alguien a someterse a nuestra voluntad.» A. Pizarroso. Prolegómenos En el presente artículo realizaremos un análisis crítico a la información, en formato audiovisual, que podemos observar del conflicto palestino-israelí. Un examen con el que demostraremos cómo, a través de cuatro tipos de informaciones principalmente, […]
«La propaganda es un acto
de violencia mental para
forzar a alguien a someterse
a nuestra voluntad.»
A. Pizarroso.
Prolegómenos
En el presente artículo realizaremos un análisis crítico a la información, en formato audiovisual, que podemos observar del conflicto palestino-israelí. Un examen con el que demostraremos cómo, a través de cuatro tipos de informaciones principalmente, se construye un estereotipo sobre el conflicto que ayuda a perpetuar el desdeñable enfrentamiento armado que nos disponemos a comentar. Indudablemente mucho se ha escrito sobre este tema, muchas veces se ha investigado la Intifada, pero pocas veces, apenas ninguna, se ha analizado cómo la contienda bélica esta condenado a perpetuarse, entre otros factores, por la repetición de un mismo tipo de noticias.
Como ya se ha señalado varias veces, no existen apenas estudios en los que se trate a los medios de información como medios propagandísticos.[1] Es necesario, por tanto, la revisión, el continuo análisis, de la actividad de los medios de comunicación, tal y como Chomsky y Herman platearon en su conocido estudio La producción del consentimiento. Con este caso de estudio y análisis, pretendemos contribuir a denunciar, una vez más, la desgraciada situación que en Oriente Próximo se da desde hace ya más de medio siglo. Esto es, con este artículo pretendemos ayudar, siendo concientes de nuestras limitaciones, al fin de la violencia en la «tierra prometida».
Citando al padre de la gramática generativa, Noam Chomsky, tendríamos que indicar que como quinto filtro propagandista, del ya mencionado Manufacturing Consent, situó el anticomunismo como religión nacional. Tras los desgraciados sucesos del 11-S muchos expertos consideran que este último filtro debería ser revisado puesto que ahora en la mayoría de los medios de comunicación occidentales podríamos observar un anti-islamismo como religión nacional. Esto reforzaría nuestras ideas de partida sobre el uso persuasivo no inocente de las imágenes provenientes del Próximo Oriente.
A juicio del autor nos encontramos ante un claro caso propagandístico en el que se busca una persuasión total en el receptor, es decir, que el destinatario del mensaje acepte que el conflicto está estancado y que la respuesta sionista es lógica, que responde a una legítima defensa, esto es, que el gobierno de Israel actúa en consecuencia de los constantes ataques de los terroristas Palestinos. Es decir, como diría el profesor Alejandro Pizarroso, los mensajes que del Oriente Próximo nos llegan buscan que asumamos de manera voluntaria que el conflicto está condenado a perpetuarse en el tiempo.
«La persuasión no es otra cosa que el proceso comunicativo cuya clave está en la respuesta del receptor, es decir, aquél que pretende promover una dependencia interactiva entre emisor y receptor mediante la formación, reforzamiento o modificación de la respuesta del receptor. Es, pues, un proceso comunicativo cuya finalidad u objetivo es la influencia. Un mensaje persuasivo se conforma según una conducta deseada por el emisor para que sea adoptada voluntariamente por el receptor.»[2]
Analizando esta propaganda desnuda[3] que, como posteriormente demostraremos, ayuda a la perpetuación del conflicto no estaremos haciendo más que una crítica a esta globalización deshumanizada de la que hoy todos somos testigos. Creemos que el análisis crítico de este tipo de casos es vital para comprender de la mejor manera posible la realidad de este mundo.
El estudio, que se autodenomina crítico, requiere que todas las tesis que aquí se plantean deben ser analizadas y criticadas ampliamente, esto es, que las tesis que aquí se plantean han de ser ampliamente cuestionadas; si en cualquier análisis ninguna hipótesis puede ser tomada como cierta, en un estudio que pretende analizar la información de un duro y largo conflicto como el que aquí tratamos no puede ser menos, puesto que las observaciones que se realizan sobre conflictos en los que tanta gente sufre deben ser revisados hasta la más mínima cuestión.
Estereotipos audiovisuales
Es justo para con la investigación afirmar que no nos dedicaremos, especialmente, a comentar los usos del vocabulario, esto es, de los mecanismos lingüísticos de persuasión que en este conflicto se usan, puesto que ya han sido analizados muchas veces con anterioridad. En este trabajo nos centraremos, principalmente, en el análisis de lo que a imágenes se refiere, es decir, en el campo visual primordialmente, aunque, como es lógico, trataremos en ocasiones puntuales los usos de la lengua no «inocentes» que en este conflicto armado se pueden observar.
En primer lugar deberíamos comenzar definiendo el concepto de estereotipo. La Real Academia de la Lengua Española, en su primera entrada, lo entiende como la «imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable».
En lo que a definiciones científicas se refiere podemos usar la que el sociólogo G. Duncan nos ofrece: distingue entre una definición para el ámbito de la psicología y otra para la sociología, aunque reconoce la relación que entre ambas definiciones hay:
«El término que nos ocupa puede usarse también para denotar la simplificación excesiva de una creencia por lo que se refiere a su contenido, junto con la tendencia a que dicha creencia persevere aun con pruebas en contra. Así, la creencia de que los judíos -ejemplifica Duncan- son inteligentes persistiría pese a las pruebas presentadas de que no lo son ni en mayor ni en menor medida que otros. La creencia de que los americanos son ricos demostraría resistir al testimonio de que muchos americanos son muy pobres. Todas las creencias tienden a estar sujetas a leyes de estabilización y agudización, y por consiguiente todas las tendencias pueden considerarse estereotipos. Esto, sin embargo, significa únicamente afirmar que todas las creencias sujetas a estos procesos psicológicos pueden gozar de amplia aceptación. De esta forma se establece una relación entre el concepto sociológico y el psicológico del estereotipo. Uno de los principales problemas sociológicos es de examinar la naturaleza de los estereotipos y discernir los factores que posibiliten su persistencia; dicho de otra manera, preguntarse cuál es su función.»[4]
Cuando analizamos la información televisiva que proviene del Oriente Próximo podemos observar, principalmente, cuatro tipos de escenas. Este grupo de imágenes no sólo se repite en televisión, sino que es la secuencia que normalmente se nos ofrece en la prensa. El orden en el que se nos suelen presentar los acontecimientos, que naturalmente no es inocente, nos demuestra en qué bando se encuentran situados los medios occidentales.
1. Una primera imagen en la que podemos observar cómo médicos judíos, con tirabuzones y kippa, cuentan los cadáveres tras un atentado de tipo islamista radical. Los planos de esta dantesca imagen resaltan numerosas veces detalles macabros del condenable atentado generando así, a nuestro juicio, cierto sentimiento emotivo de lógica compasión en el receptor de la imagen.
2. La respuesta se nos presenta con Ariel Sharon, rodeado de su gabinete, ordenando una operación inminente de represión contra los asentamientos palestinos en los que, las fuentes israelitas dicen, se asientan los terroristas responsables de la matanza.
3. Las tropas israelíes, obedeciendo órdenes, avanzan con blindados contra los asentamientos palestinos donde habitan los «asesinos»[5]. En numerosas ocasiones es posible observar cómo los niños responden el ataque de los tanques judíos con piedras. Rara vez se suele ver la sangre palestina derramada sobre la tierra arrasada por los tanques, esto es, la estrategia militar planteada por Sharon logra, o así se nos presenta, como una supuesta intervención militar quirúrgica perfecta, es decir, que los objetivos militares marcados se logran sin «daños colaterales».
4. El ciclo informativo se nos cierra con el entierro por parte de los palestinos, de sus muertos envueltos en su ya conocidísima bandera. En los entierros, suelen aparecer futuros mártires con el cuerpo rodeado de explosivos, jurando una próxima y sangrienta venganza en territorio israelita. En estos casos se nos suele presentar el entierro como una masa de personas desbocadas y sin control alguno.
Esta forma de presentación noticiosa, que sigue una total lógica del espectáculo mediático de lo que algunos especialistas denominan hoy terro-entertainment[6], representa para nosotros una vacuna hacia el dolor. Esto es, ya saciados de ver esta serie manipulada de imágenes una vez tras otra llegamos a ser inmunes frente a tanto dolor.
La repetición constante de estos cuatro tipos de imágenes es otra de las garantías de éxito de este uso propagandístico de los hechos que en el Próximo Oriente se suceden. La repetición de mensajes, como todos sabemos, representa uno de los principales pilares para su éxito persuasivo: con la repetición constante se logra generar una inhibición al dolor y una pérdida de la esperanza respecto al fin del conflicto, es decir, se genera un claro estereotipo por fuerza del audiovisual por el que creemos que el conflicto esta condenado a no finalizar nunca.
Los estereotipos actúan, como todos sabemos, en la construcción de la identidad social y ayudan a la criminalización, a la satanificación, del grupo estereotipado. Entre las diversas funciones que cumplen los estereotipos su valor de adaptación al contexto, a nuestra supuesta realidad, respondiéndose así a la tendencia a categorizar, a recurrir a generalidades que facilitan el conocimiento del complejo mundo en el que nos encontramos, y a una comprensión más coherente y fácil del mismo.
A modo de conclusión
La primera y principal conclusión que podemos sacar es que el fin de la violencia pasa por el entendimiento y el diálogo entre los bandos enfrentados, y que es nuestra obligación, como comunicadores sociales que influyen en la opinión pública, colaborar de manera activa y en la medida de lo posible para lograr el fin de esta contienda bélica.
Pese a ser concientes de que cambiar los patrones de la geopolítica de la información es sumamente difícil, no podemos abstenernos de plantear una crítica. La situación actual en Oriente Próximo nos impele a plantear una revisión crítica de las imágenes que de allí llegan.
Consideramos que la perpetuación de estos cuatro estereotipos condiciona la macroestructura o estructura externa del conflicto, es decir, el grupo de imágenes aquí analizadas son un lamentable garante de la continuación del conflicto. Es por ello que creemos necesario un nuevo planteamiento en este modelo informativo. Creemos que un cambio del modo de informar podría ayudar, dentro de unos márgenes, al fin de tanta violencia en el conflicto Palestino-Israelí.
Los medios de comunicación social deben colaborar, como es lógico en la paz y entendimiento, por lo que han de actuar, en la medida de sus posibilidades, en el fin de la violencia en Palestina e Israel, es decir, deben replantear el modelo informativo actual.
Bibliografía
Chomsky, N., (2004): Ilusiones de Oriente Medio, Madrid, Popular.
– (2002): El triangulo fatal: Estados Unidos, Israel y Palestina, Madrid, Popular.
-Herman, E., (1988): Los Guardianes de la Libertad, Crítica, Barcelona.
Duncan, G., (1983): Diccionario de Sociología, Barcelona, Grijalbo.
Pizarroso, A., (1993): Historia de la Propaganda, Madrid, Eudema Universidad.
Sartori, G., (1998): Homo videns. La sociedad teledirigida. Madrid, Taurus.
[1] Quizás A. Pizarroso con su Historia de la Propaganda nos aporta uno de esos pocos estudios que junto al conocidísimo La producción del consentimiento de los profesores Chomsky y Herman podemos tomar como materiales base de partida.
[2] Pizarroso 1993:26.
[3] El autor utiliza el termino propaganda desnuda debido a que considera que la propaganda se nos presenta completamente descubierta, esto es, no camuflada como mucha gente cree. Considera, por tanto, que poder descubrir donde hay o no propaganda requiere de un pensamiento crítico, reflexivo, analítico que, lamentablemente, hoy está en desuso.
[4] Ducan, 1983: 84.
[5] En realidad, los ataques, se suelen dirigir a la familia del terrorista que causó la condenable matanza. Las represiones a los atentados son llevadas a cabo contra los allegados del asesino. Estos, en muchos casos, desconocían la pertenencia del «mártir» a cualquier organización radical.
[6] Este término representa el uso de actos terroristas o intervenciones bélicas como programas constantes de televisión. Esto es, supone un eslabón más en lo que a mediatización de la violencia se refiere. Es decir, utilizando a Sartori podríamos decir que su idea del Homo Videns es llevada a la práctica de manera total.