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Kicillof, Milei y el país de los caminos que se bifurcan

Fuentes: Rebelión

La amenaza presidencial de intervenir la provincia de Buenos Aires implica un grave peligro, no tanto por el real y probada intención de desviar la atención de los graves delitos que se le imputan, sino porque es una vuelta más de su torniquete autoritario y la decisión de ahogar a la mayor provincia de la argentina, en extensión y población

La oposición, incluso la “amigable”, admite lo que no hizo frente a los decretos que impulsan el remate del patrimonio nacional o la imposición por decreto de jueces de la Corte Suprema, que se trata de una ruptura de la institucionalidad burguesa, la que ahora ya se torna molesta, un freno a las aspiraciones autoritarias y hasta dictatoriales, que son las que siempre que pudo ejerció el poder real.

La violencia estatal

Esa ruptura cobra dimensiones inquietantes en un país desgarrado por la violencia, desde la colonia hasta la Independencia, desde los años de las guerras civiles que la sucedieron hasta las sucesivas dictaduras, la más brutal de las cuales fue la 1976-1983, que se propuso imponer definitivamente un modelo de renta y rapiña, para lo que tuvo que ahogar en sangre el ascenso de la consciencia revolucionaria entre los 60 y los 70.

Ahora pretenden descabezar la alternativa que desde la provincia de Buenos Aires se viene construyendo hace cinco años, en los últimos catorce meses con esfuerzos concretos para atenuar la brutalidad de la agresión del régimen y, a la vez, mostrar la posibilidad un camino antagónico al neocolonial que se viene ejecutando en el país.

Es que no toleran el menor intento reformista, el mínimo paso para recortar sus fabulosas ganancias y mejorar, en favor de las mayorías, la actual e injusta distribución del ingreso.

Por eso, desde el primer día, en mutilaciones simbolizadas por su motosierra, Milei eliminó partidas presupuestarias de miles de millones de pesos en fondos nacionales destinados a la provincia, ya aprobadas por leyes de la Nación. Solo en el caso del combate al crimen común y el narcotráfico, ese recorte ya es de 750 mil millones de pesos, pese a que esa lucha es responsabilidad principal del desertor gobierno nacional, como también lo es en los casos de los fuertes recortes a los programas de salud, vivienda, educación y los salarios docentes.

Con esta poda generalizada de recursos, se busca desangrar la administración de Axel Kicillof, el gobernador peronista de la provincia, principal referente opositor desde la gestión.

En todo el territorio nacional, pero particularmente en el bonaerense, el régimen utiliza el horrendo crimen común de una niña bonaerense para redoblar esta ofensiva, mientras oculta que es el único responsable de numerosas muertes -él sí- al negar costosos medicamentos para enfermedades terminales o retener durante meses alimentos ya adquiridos para los comedores populares, en las zonas de mayor pobreza.

Argentina enfrenta un momento bisagra, entre el cruel rumbo impuesto por su bloque dominante y la desesperación de Javier Milei, su más brutal y audaz creación después de la de la última dictadura.

Enfrente, va apareciendo una todavía dispersa resistencia popular, limitada por la inoperancia e impotencia de buena parte de los principales dirigentes del movimiento nacional y popular, sin duda corresponsables de surgimiento e impunidad del patético personaje.

Las condenas verbales son nada frente a una suerte de Zelensky aborigen, quien presume de merecer un Premio Nobel de Economía pero aduce no conocer de criptomonedas, acerca de las cuales daba costosos cursos, pero es en concreto el protagonista de “la mayor criptoestafa de la historia” al decir de Forbes, mientras el internacionalmente influyente The New York Times, en tapa, confirma que Milei la promovió, así como el pedido de sobornos era habitual en su entorno.

¿Freaks?

Es tentador limitarse al popular sustantivo ingles para aludir a un presidente que se sube a una tarima para simular una estatura que no tiene, habla con su perro muerto o vive obsesionado con su papada, que disimula bajando su mentón mientras levanta sus dos pulgares hacia arriba.

Puede desorientar y generar similares simplificaciones la ambiciosa Karina Milei, insólita segunda en la línea al mando, incapaz de hilvanar dos frases seguidas pero sí de cobrar “peaje” para entrevistar a su propio hermano. O la corte de cínicos timberos y endeudadores seriales que integran el gabinete y están hipotecando el país, destruyendo su economía, pulverizando salarios, arrasando la ciencia, la educación y la salud pública, toda la riqueza real y simbólica acumulada por la Argentina a lo largo de su historia.

Una “democracia defectuosa”, al decir de The Economist.

En realidad, una democracia burguesa, pero en una etapa de abierta decadencia y descomposición, motorizada por neoliberalismo ultraderechista que avanza sin pausa en su articulación internacional y pretende imponerse en el tablero mundial para impedir el mínimo intento de que el Estado, aún el liberal, regule de manera efectiva la dinámica de acumulación del capital.

En Argentina, como en todo el mundo, sus emergentes ofrecen algunos matices pero algo en común: sin excepción se burlan de la institucionalidad liberal y –mal margen del poco eficaz debate acerca de la categoría “fascismo”- impulsan el sometimiento al capital financiero internacional, con ventajosos beneficios para sus empleados o socios locales, a costa del hambre y el sufrimiento de los pueblos.

Como apuntamos, y más allá de las payasescas apariciones, nacionales e internacionales del Javier Milei, de la vergüenza ajena ante sus disparates, Argentina se debate hoy entre su impunidad y la inoperancia –de clase- de la mayoría de su dirigencia política y sindical, más intolerable aún en los casos de quienes pertenecen al campo nacional y popular.

Los impotentes caminos del progresismo

Es la desaparición de la izquierda como opción de poder y disputa del aparato de estado la que permite a la ultraderecha apropiarse de la palabra libertad, llamativamente agitando el fantasma del comunismo, pero en su caso para morir de hambre.

Milei se jacta de haber logrado “el mayor ajuste en la historia de la humanidad”. Sin embargo, se sostiene en una apreciable base social que valora el freno a la inflación en pesos (en dólares se estima en un 40% anual) y la prédica de los mayores medios masivos de difusión que jugaron y juegan un papel vital. Son, en definitiva, parte del bloque dominante, donde disputan hegemonía y transforman en natural la cultura dominante.

Donde no se entiende la disputa de hegemonía es en el campo nacional y popular, que repite y repite la historia de los populismos latinoamericanos: reconocer derechos y conquistas, pero vacilar ante la necesidad de cambios estructurales, ceder a la presión de las elites dominantes y, desprestigiados y aislados, ser finalmente desplazados por golpes de Estado y, ahora, también mediante el voto ciudadano.

En él, la diferencia entre progresismo y la izquierda, al menos la marxista de tradición comunista, es que ésta ha planteado siempre la toma del poder y un Estado alternativo, en contenido y comando, junto a la convicción de que ese poder solo se disputa con la más amplia movilización y organización popular para conquistarlo y defenderlo.

Lo cierto es que hoy las crecientes –pero aisladas y dispersas- luchas populares carecen de referentes con esa óptica.

Solo en la última semana de febrero se produjeron marchas de los jubilados, de docentes y trabajadores de la salud; pronunciamientos, paros y acciones de otros estatales, científicos, metalúrgicos, aceiteros, azucareros de Ledesma, de la industria del neumático. También tomas de fábrica como la avícola Tres Arroyos, rodeada de una masiva marcha del pueblo de Concepción del Uruguay, en Pirelli, Bridgestone, Fate, para iniciar marzo con un cacerolazo ciudadano de repudio a Milei, con motivo de inaugurar las sesiones ordinarias de un Congreso semivacío, donde sus asesores palotearon a periodistas y a uno de los pocos diputados presentes.

¿Se pronunciaron y convocaron para una respuesta multisectorial y federal, organizada y colectiva, quienes se consideran los principales dirigentes del movimiento nacional y popular, atrapados en un miope, pero sobre todo unilateral análisis electoral de la realidad?

La respuesta es clara. La alternativa no.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.