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La antiglobalización es cosa de violentos, compre pisos de lujo

Fuentes: Rebelión

La página 3 de La Vanguardia del 3 de junio ilustra a la perfección los valores que animan a las empresas mediáticas. La noticia va sobre la cumbre de los países del G-8 y las manifestaciones de los «antiglobalizadores». Un periódico serio, de los que informa y se interesa por fomentar un espíritu crítico en […]

La página 3 de La Vanguardia del 3 de junio ilustra a la perfección los valores que animan a las empresas mediáticas. La noticia va sobre la cumbre de los países del G-8 y las manifestaciones de los «antiglobalizadores». Un periódico serio, de los que informa y se interesa por fomentar un espíritu crítico en el lector, explicaría de qué va la cumbre, hablando por ejemplo de las promesas incumplidas. También explicaría las reivindicaciones de los movimientos de protesta contra las políticas de dichos países y los datos que justifican dichas protestas. Pero no estamos ante un periódico serio sino ante una gran empresa privada cuyos intereses van precisamente en sentido opuesto.
El titular reza «Furia antiglobalización en Rostock» y más abajo nos muestra una fotografía, que ocupa un tercio de la página, con un furioso manifestante a punto de lanzar una piedra contra una treintena de policías. Ésa es la imagen que hay que dar sobre el movimiento de protesta, la de gente violenta cuya única ideología es la de oponerse a algo, ser «anti» alguna cosa, en este caso la globalización, que nunca se explica lo que es pero suena bien. Los escasos lectores que lleguen luego al texto en letra pequeña encontrarán que el diario habla de «los adversarios de la globalización, o los partidarios de una globalización más justa e igualitaria», como si ambas cosas fueran la misma, o parecidas. Da igual, lo importante es que esa gente es violenta y furiosa, y si no miren la foto, vean esos salvajes que cuentan en su haber «146 policías heridos, 18 de ellos graves» contra …, hmm, ¿cuántos manifestantes heridos? Vaya, eso no lo pone el texto, pero tanto da. La policía es civilizada, sus porras y gases lacrimógenos son inocuos, y si hay que detener a alguien violento se le reduce de manera ejemplar, como muestra la siguiente página.
Otra cosa que encontramos en el texto, que ocupa otro tercio de la página, es la retórica convertida en hecho, «El cambio climático y África centran la agenda del G-8». Oh, qué gente más altruista, cuánta conciencia, cuánta humanidad. ¿Qué decía La Vanguardia en la anterior reunión del G-8? Pues nos mostró la misma «agenda», sobre el cambio climático, la «ayuda a África», y otros clásicos como el «conflicto israelo-palestino» o la «proliferación nuclear» (1) ¿Qué hay de las promesas de entonces? En palabras del economista Jeffrey D. Sachs, invitado a una reunión de alto nivel del G-8 para hacer el seguimiento de ese plan, «El G-8 había hecho una promesa explícita, pero no había planificado en absoluto su cumplimiento. Más aún: había dado instrucciones precisas de no hacerlo.» (2) Desde luego nada de esto, es decir, la realidad, veremos en los medios, que se limitan a repetir la propaganda oficial.
¿Y qué encontramos finalmente en el último tercio de la página? ¡Un anuncio de residencias de lujo! «Viviendas aisladas y pareadas. Parcelas desde 1000 m2 hasta 1700 m2. Vigilancia 24h. Campo de golf de 18 hoyos …» Un estupendo colofón que demuestra las preocupaciones reales de los medios de comunicación. Repasemos, un tercio de la página con una foto de un manifestante violento, otro tercio con un texto que abunda en esa violencia y omite la realidad, y otro tercio con publicidad de casas de lujo que son una aberración medioambiental. Información en estado puro.
Notas:
(1) La Vanguardia, 5/7/05