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La cobertura informativa de los periodistas occidentales sobre Oriente Medio es superficial y está distorsionada

Fuentes: Znet

Los periodistas «occidentales» deberían sentir el peso de la culpa por mucho de lo que ha pasado en Oriente Medio, ya que ellos, con su ingenuidad, han vendido versiones ficticias de lo que allí sucede. Sus constantes referencias a una «verja» en vez de a un muro; a «asentamientos» o «vecindades» en vez de colonias; […]

Los periodistas «occidentales» deberían sentir el peso de la culpa por mucho de lo que ha pasado en Oriente Medio, ya que ellos, con su ingenuidad, han vendido versiones ficticias de lo que allí sucede.

Sus constantes referencias a una «verja» en vez de a un muro; a «asentamientos» o «vecindades» en vez de colonias; su descripción de Cisjordania como «disputada» en lugar de ocupada, han dado paso a una manera descuidada de informar sobre el conflicto entre Israel y Palestina.

Igual que sucedió en Irak cuando tantos reporteros de los grandes periódicos occidentales y cadenas de TV utilizaron la ridícula descripción que hizo el embajador estadounidense Bremer de los feroces insurgentes, llamándoles «últimos residuos» o «las sobras». Nuestros colegas en Kabul todavía utilizan la misma frase cuando hacen referencia a los claramente renacientes Talibanes que reciben ayuda, a pesar de las continuas negativas del General Musharraf, del servicio de inteligencia pakistaní, el ISI.

Sin embargo, es mucho peor su falta de investigación sobre las políticas reales de los gobiernos. ¿Por qué, por ejemplo, la edición de este año de la conferencia de Herzliya, la reunión más importante donde se decide la política a seguir israelí no ha recibido una portada? La mayoría de las figuras importantes del gobierno israelí, todavía por elegir, acudieron.

En esta conferencia fue donde Ehud Olmert sugirió por primera vez entregar trozos de Cisjordania: «La elección entre permitir a los judíos vivir por toda la tierra de Israel», «la tierra de Israel» en este contexto incluía Cisjordania, «y vivir en un estado con un mandato mayoritario judío dando parte de la tierra de Israel. No podemos continuar controlando partes de los territorios donde viven la mayoría de los palestinos.»

Sin embargo, la mayoría de los participantes estuvieron de acuerdo en que se debería dar a los palestinos un estado en lo que quede después de que los enormes asentamientos se hayan incluido detrás del muro. Benjamín Netanyahu incluso sugirió que el muro debería adentrarse más en territorio de Cisjordania. Pero las implicaciones fueron obvias.

Se permitirá la existencia de un estado palestino, pero no tendrá su capital en el este de Jerusalén, ni ninguna conexión con Gaza y los trozos de Cisjordania que se entreguen. Así que no habrá paz, y las palabras «palestino» y «terrorista» estarán de nuevo inevitablemente ligadas por Israel y EE.UU.

Hubo artículos en la prensa israelí acerca de Herzliya, incluido uno por Sergio Della Pergola en el que avisaba de la «amenaza» que pesa sobre Israel por los índices de natalidad palestinos e informó que «si el empate demográfico no tenía lugar en el 2010 lo haría en el 2020». En conferencias anteriores se ha discutido la posible necesidad de revocar los derechos de ciudadanía a algunos árabes israelíes.

«Haaretz» ya ha publicado este año una encuesta en la que el 68 por ciento de los judíos israelíes dice que se negaría a vivir en el mismo edificio que un árabe, el 26 por ciento lo haría, y el 46 por ciento de los judíos israelíes no permitiría a un árabe visitar su casa.

La tendencia a la segregación aumentaba según los ingresos de los encuestados bajaban, como era de esperar, y no hubo encuesta sobre la opinión de los palestinos, aunque los palestinos podían haber indicado que cientos de miles de israelíes ya viven en su tierra en enormes colonias por toda Cisjordania,la mayoría de la cuales permanecerá, ilegalmente, en manos israelíes.

Todos estos detalles están disponibles en la prensa árabe, y por supuesto, en la prensa israelí, pero están en gran parte ausentes de la nuestra. ¿Por qué? Incluso cuando Norman Finkelstein escribió un mordaz informe académico sobre la forma en la que el Tribunal Supremo de Justicia de Israel «probó» que el muro, estimado ilegal por La Haya, era legal, fue virtualmente ignorado por Occidente. De la misma manera se ignoró el informe de académicos estadounidenses sobre el poder del lobby israelí, hasta que las pullas habituales de «antisemitismo» forzaron a los medios dominantes de EE.UU. a escribir sobre ello, aunque de una manera furtiva y asustada. Hay muchos más ejemplos de nuestro miedo a la verdad de Oriente Medio.

¿Es realmente esto lo mejor que podemos hacer los periodistas? Aparte del infatigable Seymour Hersh, no hay ni un verdadero corresponsal de investigación en la prensa estadounidense. Pero desafiar a las autoridades no debería ser tan difícil. Nadie está pidiendo que deje de informarse honradamente sobre las tiranías árabes. Todavía podemos preguntar y debemos preguntar, ¿por qué en el mundo musulmán han surgido tantas dictaduras?, la mayoría de ellas con «nuestro» apoyo. Pero hay numerosos rincones oscuros en los que no miramos. Por ejemplo, ¿dónde están las prisiones de tortura secretas de la CIA? Sé de dos periodistas que conocen su ubicación. Pero se mantienen en silencio, sin duda alguna en interés de la «seguridad nacional».

Y así estamos con la tragedia de Oriente Medio, contándole al mundo que las cosas están mejorando cuando están cada vez peor, que la democracia florece cuando está inundada de sangre, que la libertad no nace sin dolor cuando la comadrona está matando al bebe.

Siempre he opinado que la gente en esta parte del mundo desea un poco de nuestra democracia. Les gustaría poder conseguir unos cuantos paquetes de derechos humanos de los estantes de nuestros supermercados. Quieren libertad. Pero quieren otra clase de libertad, libertad de nosotros. Y no tenemos intención de dársela. Y por eso que nuestra presencia en Oriente Medio es cada vez más oscura. Y es por lo que sentado en mi bacón me pregunto donde ocurrirá la próxima explosión. Porque, puedes estar seguro, habrá una próxima.

Bin Laden ya no importa, ni vivo ni muerto. Porque, como los científicos nucleares, él ha inventado la bomba. Puedes arrestar a todos los científicos nucleares del mundo, pero la bomba ya ha sido creada. Bin Laden creó Al-Qaeda en medio de la hoguera de Oriente Medio. Existe. Su presencia ya no es necesaria.

Y por todas estas tierras hay una legión de jóvenes preparándose para asestar un nuevo golpe, sobre nosotros, sobre nuestros símbolos, sobre nuestra historia. Y sí, quizá debería terminar todos mis reportajes con la palabra: ¡Cuidado!

El nuevo libro de Robert Fisk «The Conquest of the Middle East» (La Conquista de Oriente Medio)