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Los ingenieros Blumberg y Macri, más el comisario Patti, convocan a la Plaza

La cuarta marcha de Blumberg es la mas politizada

Fuentes: La Arena

El ingeniero textil Juan Carlos Blumberg debe entender de telas, telares, aranceles de importación contra los fabricados en China y de pagar dos pesos la hora a los afiliados de la Asociación Obrera Textil. Pero solamente en un país confundido políticamente pudo imponer su paquete de leyes a un Congreso a la defensiva durante 2004. […]

El ingeniero textil Juan Carlos Blumberg debe entender de telas, telares, aranceles de importación contra los fabricados en China y de pagar dos pesos la hora a los afiliados de la Asociación Obrera Textil.

Pero solamente en un país confundido políticamente pudo imponer su paquete de leyes a un Congreso a la defensiva durante 2004. De resultas de su lobby, todas las penas se agravaron notablemente, hasta un máximo de 50 años de prisión, doblando la cantidad que estaba pautada hasta ese momento.

Que ese mayor castigo para determinados delincuentes (no los de guante blanco, obviamente) haya redundado en mayor «seguridad», eso está por verse. A tal punto no se produjo ese resultado, que el empresario está organizando para el 31 de agosto su marcha número cuatro.

En aquel momento, asesorado por los cráneos Carlos Ruckauf y Jorge Casanovas, de la banda bonaerense del «meta bala a los delincuentes», el paquete se aprobó a mano alzada con honrosas excepciones. El hombrecito se llevó anotado en sus carpetas los nombres de esos legisladores amigos de los delincuentes que no querían llevar a 50 años el tiempo de encarcelamiento de las personas.

Tanto apuro por votar normas bajo el influjo del dolor de haber perdido a un hijo, en su caso, y de cortar la onda «garantista» que venía de la aggiornada Corte Suprema de Justicia, en sus asesores, determinó que el ordenamiento penal fuera caotizado más de la cuenta. Además se perdió proporcionalidad de las penas porque la reincidencia de ciertos delitos comunes podía acumular una condena mayor a la de un homicidio.

Del petitorio de la «Cruzada por Axel», firmada ingenuamente por millones de argentinos bajo instigación de los multimedios, quedó trancado el mayor sueño del ingeniero: bajar la edad de imputabilidad a los menores. Esa es la mayor bandera de la marcha convocada para fin de mes y tiene un sentido de clase: criminalizar la minoridad pobre. Blumberg repite el libreto de la derecha reaccionaria y en vez de terminar con la pobreza quiere acabar con los pobres.

Que los menores de 18 años matan y se van a su casa a tomar cerveza y fumar porros es otra de las mentiras del personaje y su círculo áulico. Las estadísticas informan que en todo el país hay 20.000 menores con problemas con la ley penal. Si la sociedad los trata como basura tendrá que atenerse a las consecuencias. En los últimos años la población penal general se duplicó, pasando de 30.000 a más de 60.000 presos sin que haya redundado en seguridad. Como le espetó Adolfo Pérez Esquivel al ingeniero: su propuesta contra la inseguridad, es insegura.

Amigo del «gatillo fácil»

Por suerte no todo está perdido en la justicia. Hubo jueces y cámaras que fallaron por la inconstitucionalidad de algunas de las leyes Blumberg, negándose a agravar penas de quien había delinquido junto a un menor, o rechazando aumentar penas por antecedentes, etc.

Y es de suponer que, al margen de cuánta gente junte el susodicho en la Plaza de Mayo, su cruzada para imputar a preadolescentes no va a tener éxito. Cualquiera sabe que en el Reino Unido o Estados Unidos esa edad es ridículamente baja, hasta los 12 años, sin que tal criterio haya deparado mejores índices de seguridad.

La calidad de vida no se logra barriendo la basura bajo la alfombra sino mejorando la existencia para las mayorías, con trabajo, educación, cultura, oportunidades, techo, proteínas y afecto, entre otras cosas.

En cambio el hombrecito de la muletilla «¿me entiende?» cree que la Argentina se arregla con más policía, con mejores sueldos y más modernos equipos de represión. Se lo ha visto en programas televisivos de Mariano Grondona haciendo la propaganda de unas pistolas «made in USA» que se usan para paralizar a las personas. Uno de los más interesados en la mercadería fue el comisario Luis A. Patti, especialista en el paso de corriente eléctrica por la humanidad de los presos (luego de su rebote en Diputados quiere probar con los órganos de Miguel Bonasso). El policía que torturaba presos en Pilar y otras comisarías, acusado de los crímenes de Adolfo Cambiasso y Eduardo Pereyra Rossi, anunció que estará en la Plaza este 31. Y no sólo eso, dijo también que «ve muy bien a Blumberg como candidato a gobernador».

El segundo punto de esta movida consiste en pedir una policía única a nivel nacional con un presupuesto acorde. ¿Algunos de los asesores de Blumberg no podrán explicarle que vivimos en un país federal desde el punto de vista de su ordenamiento jurídico, donde las provincias son preexistentes a la Nación y no deben ceder su poder de policía?

Si tanto lo preocupa la supuesta liviandad de la policía frente al delito, el ignorante político -categoría precisada por Bertolt Brecht- podría consultar el archivo presentado por la Correpi. Allí vería que el «gatillo fácil» policial sigue muy sensible: en lo que va del año murieron 69 personas como resultado del accionar ilegítimo de las fuerzas de seguridad.

Pero el amor del ingeniero por la policía es más fuerte. Por eso en 2004 defendió a los uniformados mendocinos que asesinaron al joven Sebastián Bordón, diciendo: «el chico (por Bordón) se drogaba, hizo una mala actuación, agredió a un policía. Después, bueno, la policía actuó mal, hizo cosas que no debía».

Abuso político

La política de «mano dura» reclamada por las minorías ilustradas que viven en La Horqueta de San Isidro y los countries -con eco incluso en gente de Ciudad Oculta o Barracas que le presta la oreja a Radio 10- no es algo que nació con Blumberg. Entre otras cosas por eso hubo en Argentina 30.000 desaparecidos y numerosos casos de «gatillo fácil» entre 1983 y nuestros días.

El ingeniero se rodea de personeros locales e internacionales con clara filiación por una línea antisocial.

Entre los primeros están su abogado Roberto Durrieau, ex secretario de Justicia del dictador Jorge R. Videla; la fundación Fores que impugnaba el «Nunca Más» y el juicio a los ex comandantes; el diputado Eugenio Burzaco, del PRO, y otros.

Entre los segundos, los directivos del Manhattan Institute de Nueva York, el tanque de ideas orientado por William Bratton, el ex comisionado de la policía neoyorquina y de Los Angeles. Esa entidad invitó al cruzado a California, donde se reunió con el gobernador de la pena de muerte, Arnold Schwarzenegger. A su vez el ingeniero ha llevado a la cúpula Manhattan Institute a hacer negocios con el gobierno de José Manuel de la Sota, que lo recibió con pompa y circunstancia en cuatro oportunidades. En una de esas, el filo nazi chileno Carlos Medina calificó a los limpiavidrios y prostitutas como «terroristas urbanos».

El 10 de agosto Blumberg almorzó con Macri en el hotel Sofitel y recibió el ofrecimiento de ser el candidato a gobernador del PRO por Buenos Aires. En principio será así, por más que el aludido manifestó que tuvo otros encuentros con Roberto Lavagna y Jorge Sobisch. La imprecisión de la candidatura es un problema de todo ese espectro, que aún no sabe si irá con una o más listas.

Pero que Blumberg expresa a ese bolsón conservador de la política, no cabe ninguna duda. En todo caso los que se equivocan son algunos dirigentes que supuestamente debían tenerlo claro, como los piqueteros Néstor Pitrola (PO) y Raúl Castells (Mijd), que acompañaron alegremente las marchas de quien sentenció que «los derechos humanos son de los delincuentes».

El ingeniero tiene derecho a expresarse políticamente. Pero sería honesto no trasvestirse como padre del dolor y asumirse como lo que es, un representante de la derecha y los sectores más acaudalados de la sociedad. En suma, un candidato del frente conservador para 2007, que además de su imagen mediática puede aportar su amistad con el reverendo Sun Myung Moon con quien estuvo en el Sheraton Hotel en diciembre de 2005.