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La edad de oro de la censura en Irán

Fuentes: IPS

La preocupación de la comunidad internacional por el programa nuclear de Irán eclipsó la deplorable situación de los derechos humanos en este país, que incluye una dura censura a libros y revistas. Las restricciones a la libertad de expresión en general, y en particular a la de prensa, cubren desde la prohibición de recibir transmisiones […]

La preocupación de la comunidad internacional por el programa nuclear de Irán eclipsó la deplorable situación de los derechos humanos en este país, que incluye una dura censura a libros y revistas.

Las restricciones a la libertad de expresión en general, y en particular a la de prensa, cubren desde la prohibición de recibir transmisiones de televisión satelital, de publicar periódicos opositores, revistas estudiantiles y ciertos libros y el intenso filtro a los contenidos de Internet.

Durante la presidencia del moderado Mohammad Jatami (1997-2005), el Ministerio de Cultura Islámica y Orientación redujo significativamente la censura. El ala más dura del régimen islámico cuestionó esa política, por entender que «fomentaba la inmoralidad».

En cambio, el Ministerio de Cultura Islámica del actual presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, encabezado por el fundamentalista Hosein Safar-Harandi y apoyado por un parlamento conservador, adoptó políticas muy severas para el sector editorial.

De los 659 libros cuya publicación se permitió durante el gobierno de Jatami, 518 fueron considerados inapropiados por legisladores que realizaron una estudio pormenorizado al respecto el año pasado.

Las faltas cometidas se referían a la representación de relaciones ilícitas y relaciones prematrimoniales, la descripción de escenas sexuales, burlas al Islam y exaltación del secularismo.

La creciente presión sobre escritores y editoriales desató protestas de figuras como el novelista Mahmoud Dolatabadi, que anunció en noviembre que no trataría de publicar nada nuevo mientras el Departamento de Censura del Ministerio persista en esta actitud.

Otro novelista, Amir Hasan Cheheltan, cuyos libros tratan asuntos políticos y sociales, exigió el retiro de su libro «El amanecer persa» de la lista de nominados al premio Libro del Año.

«La prensa informó que mi novela estaba nominada. Desde hace tres décadas cuestiono la actitud de ese órgano (el Departamento de Censura) porque atenta contra los principios en los que creo», afirma Cheheltan, según un extracto de la carta que envió al Ministerio publicado por el periódico Etemad.

«Con gran pesar debo anunciar que mientras se demore o se prohíba la publicación de tan sólo un libro, mi ética no me permite participar en ese concurso», añade.

El Ministerio le respondió que no tiene derecho a retirar su libro de la lista de nominados.

«Si un escritor no desea participar, entonces no debería escribir un libro. Una vez escrito, pierde el control sobre él», declaró un funcionario del Ministerio a la agencia de noticias Fars.

Los escritores también recurrieron a la justicia.

El primer canciller iraní tras la Revolución Islámica (1979) y líder del Movimiento por la Libertad de Irán, Ebrahim Yazdi, espera desde hace tiempo permiso para publicar una colección de ensayos y discursos titulada «Intelectualismo religioso y nuevos desafíos».

Para protestar contra lo que él considera una privación de sus derechos constitucionales, Yazdi demandó al ministro Saffar-Harandi y al director general del Departamento de Censura.

«Después de declarar ante la justicia, el director general envió una misiva a la editorial para que se le retiraran cuatro páginas al libro, pero no especificó cuál era el problema. Si se hacía eso, dijo, el libro podría enviarse de nuevo al comité de decisión para su aprobación. Obviamente no acepté porque ese tipo de censura va, incluso, en contra de las leyes existentes en la República Islámica», dijo Yazdi a IPS.

Emad Baghi, fundador de la primera sociedad iraní contra la pena de muerte, es otro escritor cuyos libros se prohíben sistemáticamente.

«A pesar de estar a favor de la máxima libertad de expresión, puedo soportar cierto grado de censura. Pero simplemente no me dejan publicar, aun si accedo a censurarme a mí mismo», dijo Baghi a IPS.

Autor de más de 20 trabajos sobre religión, sociología, historia y pena de muerte, Baghi no obtuvo permiso para publicar seis libros en los últimos años.

«Esta es una guerra contra la identidad de algunos autores. Algunos altos funcionarios quieren destruir a ciertos escritores. Yo soy uno de ellos», sostuvo.

Las editoriales también afrontan una situación difícil, en una época descrita por la Asociación de Plumas iraní como la más oscura en la historia contemporánea del país para los autores.

«No sólo niegan nuevos permisos de publicación, sino que aun libros autorizados e impresos hace unos años están prohibidos», dijo a IPS un editor que pidió reserva sobre su identidad.

«Todas las categorías se ven afectadas, desde literatura clásica o moderna, a ensayos políticos, textos sobre meditación trascendental y misticismo, la temática de la mujer, libros de arte y hasta colecciones de viejas canciones», subrayó.

«Puedo perder mi permiso para publicar si descubren que fui entrevistado por la prensa extranjera», agregó.

«Si la persona responsable de otorgar los permisos encuentra cualquier cosa en una obra que considere ‘inmoral’, ‘una amenaza contra el sistema’ o visiones que no lo favorecen, puede censurarla», explicó el editor.

«Se prohibió una historia de la música iraní porque incluía imágenes de una cantante de hace años que no llevaba el pelo cubierto. Pero esa sólo fue la excusa, pues mujeres así aparecen todo el tiempo en las películas extranjeras que emite la televisión estatal», continuó.

«Hay demanda para la mayoría de los libros censurados, así que si una obra se prohíbe después de su publicación o si se publica en el extranjero, las fotocopias inundan el mercado negro. Obviamente los escritores y editores no se benefician de sus derechos de autor», explicó.

La intención es clara, «las editoriales quiebran y cierran y los escritores deben dedicarse a otra actividad para vivir. Las librerías sobreviven con la venta de manuales y artículos de papelería. Es un desastre cultural de enormes proporciones y demasiado serio para obviar», sentenció.

Al no poder contar con la palabra escrita, los jóvenes iraníes encuentran una forma de expresión en los blogs (sitios web que a menudo funcionan como un diario personal de consulta pública). A pesar de la gran censura y de los filtros excesivos, Irán tiene la mayor cantidad por detrás de China.

«Desde que era niño recuerdo escuchar todo el tiempo de las sanciones de Estados Unidos. Creo que todo el mundo se acostumbró a eso y a la idea de que nos pueden atacar en cualquier momento. El régimen opresivo limita la libertad de expresión, incluso más que antes, para poder hacer lo que quiere sin oposición», dijo a IPS un joven estudiante, activista y blogger (realizador de blog) de 23 años.

«También es aterrador que la gente se acostumbre a las sanciones», añadió.