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Los medios de comunicación tienen como único objetivo formar una opinión en sus espectadores

La figura de Hugo Chávez despierta pasiones descontroladas

Fuentes: http://okrimopina.blogspot.com

En España, donde me encuentro en estas semanas, quien más quien menos tiene al respecto una opinión «formada». La mayoría de la gente titubearía -por desconocimiento confeso- a la hora de hablar de Álvaro Uribe, Felipe Calderón o Alan García, expresaría opiniones tibias a favor o en contra sobre Kirchner o Lula, pero sobre Chávez […]


En España, donde me encuentro en estas semanas, quien más quien menos tiene al respecto una opinión «formada». La mayoría de la gente titubearía -por desconocimiento confeso- a la hora de hablar de Álvaro Uribe, Felipe Calderón o Alan García, expresaría opiniones tibias a favor o en contra sobre Kirchner o Lula, pero sobre Chávez todo el mundo parece tener algo que decir y lo suelen decir con una arrogancia proporcional a la desinformación que mayoritariamente se padece en este (y en el otro) lado del charco.

«Dictador», «comunista», «populista», «factor desestabilizador», «tirano», «militarista» y epítetos similares son normales en boca de ciudadanos europeos con carreras universitarias y formación cultural medio-alta. En cierto modo no dejan de ser opiniones, que desde luego no comparto, pero tendrían algo más de peso si vinieran acompañadas de un mínimo de conocimiento sobre lo que es y ha sido Venezuela.

Términos como «caracazo», «cuarta república», «disociación», «golpe mediático», «sabotaje petrolero», «globovisión», «misiones» son en la mayoría de los casos total y completamente nuevos para muchas personas con una cultura informativa supuestamente alta. Personas que no se abstienen de opinar con seguridad sobre el tema, y cuyos ojos se abren asombrados cuando los escuchan por primera vez. ¿Su reacción? Generalmente incredulidad, o bien una tierna mirada hacia el interlocutor (en este caso yo): «pobrecito, le han lavado el cerebro». Curiosamente no pretendo que les guste ese gobierno ni que acaben gritando «Uh ah Chávez no se va» en lo alto de la Torre Eiffel o el Big Ben, si no simplemente les cuento algunos aspectos que sus televisiones y periódicos les ocultan o disfrazan sistemáticamente.

Por otro lado, las opiniones positivas, que también las hay (aunque menos) también tienen un profundo cariz de desinformación, o por lo menos de simpleza. Mucha gente simpatiza instintivamente con el gobierno bolivariano, porque tuvo ocasión de ver los ‘poemas’ que le dedica Chávez a Bush, pero no conocen casi nada más de la realidad venezolana. Es decir, simpatizan simplemente porque Chávez se opone a Bush, pero saben de Venezuela aproximadamente lo mismo que los que critican su gobierno.

No pretendo decir que los europeos debieran saber más, ni insinuar que son unos incultos; no en vano, los conocimientos de un venezolano medio sobre política española o europea tampoco es que sean espectaculares, pero lo que llama la atención es que probablemente un venezolano expresaría opiniones sobre un país europeo con cierta cautela, consciente de esa falta de conocimiento. En Europa, de momento y en la mayoría de los casos, todo el mundo tiene una opinión clara y rotunda sobre Venezuela, aún siendo sus fuentes televisiones y periódicos europeos y uno o dos inmigrantes venezolanos que puedan conocer. Opinión parecida se tiene de Evo Morales, con el mismo -si no inferior- nivel de conocimiento.

Evidentemente es una opinión formada, sí: formada por los medios de comunicación masivos europeos, que contagian su punto de vista y su línea editorial a sus espectadores. Probablemente con más y mejor información algunos cambiarían de opinión, otros suavizarían sus posturas, y otros seguirían criticando el proceso venezolano, pero todos lo harían con un poquito más de sensatez y argumentos, sin limitarse a repetir «lo que dijeron en la tele».

Pero eso sería, como diría el filósofo Manuel Rosales (frase que me estoy encargando de propagar por el Viejo Continente, para enriquecer la cultura y habla locales), «pedir peras al horno». Porque desde hace ya muchos años, los medios de comunicación masivos tienen como único objetivo formar una opinión predeterminada en sus espectadores, en lugar de brindarles el conocimiento necesario para que opinen con base y por sí mismos.