Así se despachaba Alfredo Meza en su necrológica sobre el que fuera presidente del PC de Venezuela: «Jerónimo Carrera, el comunista crítico con Hugo Chávez». La muerte, apuntaba don AM, «sorprendió a Jerónimo Carrera… con el espíritu crítico más aguzado que nunca… mantenía una columna semanal en el diario La Razón muy crítica con la […]
Así se despachaba Alfredo Meza en su necrológica sobre el que fuera presidente del PC de Venezuela: «Jerónimo Carrera, el comunista crítico con Hugo Chávez». La muerte, apuntaba don AM, «sorprendió a Jerónimo Carrera… con el espíritu crítico más aguzado que nunca… mantenía una columna semanal en el diario La Razón muy crítica con la deriva de la llamada revolución bolivariana. Pero sobre todo Carrera fue un hombre que vivió como lo predicó: casi como un asceta, en un apartamento diminuto en el depauperado oeste de Caracas y rodeado de libros y papeles amarillentos».
¿Sincero elogio de un dirigente comunista fallecido? Raro, muy raro en El País militantemente anticomunista. No era esa obviamente la finalidad de un texto que apunta a otros objetivos. «No son pocos los que explican que el inesperado repunte en las votaciones de la tarjeta del PCV en la presidenciales de 2012, que ganó Hugo Chávez, obedecieron al refugio que la verdadera izquierda, asqueada de la corrupción que rodeaba al comandante presidente, encontró en el proceder del partido dirigido por Carrera». Contra ese entorno oportunista del chavismo, con palabras de un asesor de las candidaturas de la oposición ultraderechista venezolana, cargó «el Viejo» en sus escritos. Y a continuación más salsa caprilista con tintes izquierdistas: «Donde otros solo veían el gozo por el avance indetenible de las expropiaciones ordenadas por el caudillo bolivariano para garantizar el control estatal de los medios de producción, este viejo lobo de mar advertía el fracaso de un modelo elefantiásico que sólo perseguía convertir a los venezolanos en vasallos de un Estado ineficiente».
La guinda casi al final: «A él acudió Chávez tras salir de la cárcel en marzo de 1994 para formarse en política internacional y botar ese lastre de militarote fascista que se había ganado con la intentona golpista de febrero de 1992. Y fue Carrera uno de los responsables de allanarle el camino con Fidel Castro». Verdadera izquierda, caudillo bolivariano, militarote fascista,… ¿Se capta bien la finalidad última de la necrológica?
No fue en todo caso el único texto antibolivariano en el global imperial del pasado jueves. Hubo también una crónica firmada por don Meza sobre el «traslado de la violencia a la Asamblea de Venezuela», con referencia explícita en la primera página del diario.
Basta leer las primeras líneas de la «información» tóxica para observar la objetividad del que fuera asesor electoral de la diputada María Corina Machado. Supuestamente pretende denunciar la violencia en Venezuela y no es capaz en toda una página de hacer la mínima referencia a los ciudadanos asesinados tras las elecciones del pasado 14 de abril. Nada, olvidado, eso ya no cuenta. Ni que decir tiene que tampoco don Meza señala el origen de la trifulca ni deja a entrever la cuidada y estudiada preparación de la escena y de sus muy probables resultados. ¡Los verdugos que promueven asaltos y enfrentamientos convertidos en inocentes víctimas, en almas benditas del cielo!
Además de esta infamia de don Meza, el global imperial editorializó sobe el asunto. En la misma línea, desde la misma trinchera, todos a una. Algunos pasos del texto incendiario a título de ilustración: «La brutal agresión sufrida el martes por varios diputados opositores de Venezuela, en plena sesión parlamentaria, a manos de rivales -y guardaespaldas [el añadido no es inocente obviamente]- chavistas muestra ya sin tapujos el rumbo deplorable que han adoptado los herederos de Hugo Chávez tras las elecciones del 14 de abril». Tras violar sus propias leyes, señala el editorial mintiendo ostensiblemente, «y rechazar el legítimo recuento de votos que exige Henrique Capriles», ¡cómo se les ve el plumero, el Gobierno de Nicolás Maduro, no del presidente Maduro, «que oficialmente ganó por un margen de 1,5 puntos está escogiendo opciones destructivas» [la cursiva es mía]. ¡Oficialmente ganó por 1,5! ¿Se imaginan a los del País escribiendo algo parecido tras un resultado apretado en las elecciones presidenciales en Francia o EEUU?).
No sólo eso desde luego.
En la calle, asegura el editorial, la persecución política ha comenzado. ¡Más leña el fuego! ¡Más madera! El País tiene, además, el cinismo de hablar de represalias contra trabajadores: «La MUD ha recibido 4.000 denuncias de empleados públicos que han sido despedidos, degradados o amenazados por ser sospechosos de simpatizar con la oposición». ¿Se han molestado en contrastar la información? Nada. Se trata de salpicar y adelante.
Transformado en una caricatura de Chávez, prosiguen, «como volvió a mostrar ayer en su extemporánea arremetida contra el ministro de Exteriores de España», un ministro irrespnsable (o muy responsable mirado desde otra óptica) que fue capaz de apuntarse para «mediar» en el «conflicto» entre el gobierno legítimo y la oposición cada vez menos legítima, dando con ello razón a esa oposición teledirigida. Maduro, escribe El País, no el presidente Maduro (es un simple trabajador, un inculto autobusero para el global imperial), «ha demostrado, hasta ahora, que no está a la altura del cargo. Por ningún lado asoma el pragmatismo que algunos le adjudicaban. Ha escogido el peor de los caminos posibles, porque enfrente no tiene a un candidato, sino a la mitad del país». ¡Cómo si a ellos les importara realmente la mitad del país! Nada bueno puede salir, apuntan inocentes como almas bellas, de la confrontación que ellos mismos, y sus amigos de toda la vida, están abonando día tras día.
La traca al final desde luego: «Ante la grave situación que vive Venezuela, la OEA no debe seguir mirando hacia otro lado. Y las democracias latinoamericanas tampoco deben obviar o minimizar estos atropellos.». ¿A qué están apuntado? ¿A una intervención? ¿Cómo en Honduras? ¿Cómo en Paraguay? ¿O como en 2002? ¿Eso es lo que se apunta en el «democrático» global imperial?
¿En qué inmenso lodazal de miseria, intoxicación e infamia se ha convertido en diario de don Cebrián y los inversionistas americanos? ¡Que asco, qué profundo asco!
Notas:
[1] http://internacional.elpais.com/internacional/2013/05/01/actualidad/1367441975_865767.html
Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia).
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