«Los gritos del silencio cruzaron las fronteras todo el mundo sabe que Brad fue asesinado» Carlos Vigueras. Chiapas.Indymedia Todo el mundo lo sabe, menos los numerosos y esforzados lectores del diario EL PAIS. Tentada estuve de encabezar esta breve nota con el curioso título del poemario de Jorge Riechmann, El día que dejé de leer […]
«Los gritos del silencio cruzaron las fronteras
todo el mundo sabe que Brad fue asesinado»
Carlos Vigueras. Chiapas.Indymedia
Todo el mundo lo sabe, menos los numerosos y esforzados lectores del diario EL PAIS. Tentada estuve de encabezar esta breve nota con el curioso título del poemario de Jorge Riechmann, El día que dejé de leer El Pais. Pero opté por dejarlo tal como estaba porque, aunque voy a dejar de leer El País, éste seguirá (des)informando en «letra pequeña».
Pero, se preguntarán ustedes, a qué se debe esta requisitoria. Se debe a las noticias publicadas por ese periódico en relación a los acontecimientos en Oaxaca (México) y en especial, sobre la muerte del periodista y fotógrafo independiente Brad Will.
Hasta hoy EL PAIS en su edición impresa todavía no ha dado la noticia de su muerte. Si repasamos los artículos aparecidos durante la semana de los hechos, entre el 28 de octubre, sábado y el 5 de noviembre, el domingo de la semana siguiente, descubriremos el modo como, dando aparentemente las noticias con objetividad y mesura, se silencian hechos fundamentales, entre otros y especialmente la muerte del periodista y de, al menos, otras tres personas, alcanzadas por los disparos de los paramilitares.
Brad Will murió el viernes 27 de octubre, por un disparo en la boca del estómago. El mismo día murieron Esteban Lopez Zurita y el profesor E. Alonso Fabian. El periódico del sábado no da ninguna noticia del hecho, sino que sigue en la tónica de los días anteriores, presentando los acontecimientos en Oaxaca como resultado de presuntos contactos entre el movimiento popular y la guerrilla. La entradilla dice textualmente: «Líderes de la revuelta son acusados de tener vínculos con grupos armados de la región de Loxicha». Sigue un largo artículo seguido de otro en la página siguiente sobre la represión que tuvo lugar en la localidad DIEZ AÑOS ATRÁS. El lector tiene la sensación de que lo que está ocurriendo es resultado de vejaciones y culpas acumuladas pero no logra discernir los acontecimientos presentes que han desencadenado la crisis. En último término el recurso a la historia lejana del conflicto es una estratagema para eludir el análisis del aquí y el ahora. El periódico esperará al miércoles 1 de noviembre, cuando ya el Senado ha desautorizado al gobernador Ulises Ruiz y ha pedido su dimisión – a lo que éste se niega – para informarnos sobre la catadura de semejante personaje, no fuera a ocurrir que se le acusara de intervenir a favor de los huelguistas. Ese proceder visibiliza, a mi modo de ver, la práctica informadora del periódico: atenerse preferentemente a fuentes oficiales, esperar a que tales fuentes se pronuncien para pronunciarse ellos a su vez, minimizar el relato de los afectados de la otra parte y poner en cuestión sus afirmaciones, relativizar las culpas de los poderosos, a no ser que estén confirmadas por la autoridad competente; distanciar los hechos evitando el aquí y el ahora y aludir, sin exponer claramente los detalles.
Pero sigamos con la crónica. El domingo 29 de octubre es el día fatídico. Los paramilitares acosaron las barricadas en Oaxaca y las tropas federales se desplegaron y avanzaron hacia la ciudad en contingentes de varios miles. El mismo domingo Indymedia daba la noticia de la muerte del periodista, con fotografías incluidas, mientras que EL PAIS seguía sin decir nada. En la edición virtual aparece el párrafo «todo el mundo se tiró al suelo, menos Bradley Roland Will…que seguía grabando con su cámara». Esta edición es de pago y como no soy subscriptora no puedo acceder a ella. Desconozco pues si más adelante se da alguna noticia más, cosa que sin embargo no ocurrió en la edición en papel que leí ese día.
Hasta ese domingo las crónicas parecían augurar una inmediata guerra civil en Oaxaca. Las referencias a la relación con la guerrilla y los agravios de la ciudadanía, la insistencia en el caos generado por las barricadas que inundaban la ciudad y el comportamiento de los seguidores de la APPO (Asamblea Popular de los pueblos de Oaxaca), las imágenes que ilustraban las noticias, …creaban esa sensación. Pero el lunes el tono es completamente distinto. La APPO ha llamado a la población «a no enfrentarse a las tropas»; convocaron a la resistencia pacífica «sin caer en provocaciones». No se sabe si ha habido un cambio en la estrategia del movimiento o si es un cambio en la percepción del periodista puesto que todo parecía encaminarse a una resistencia violenta y armada y en vez de esto, nos tropezamos con un movimiento de resistencia popular multitudinaria y pacífica. Algo ha fallado en la información que se ha dado hasta ese momento, cosa que debería explicarse. Sin embargo mutismo, que se añade al silencio sobre los muertos del viernes, y estamos ya a lunes 30 de octubre. Todos los medios independientes han dado la noticia y ha habido manifestaciones y actos de repulsa en muchas ciudades. Pero el lector de EL PAIS sigue sin saber con claridad qué es lo que está pasando y sobretodo, ignora datos esenciales.
Hay que esperar a la crónica del miércoles 1 de noviembre, la misma en la que se da noticia de la decisión del senado para pedir la dimisión del gobernador, para que en un párrafo ya casi al final del artículo y a tono con la recomendación del Departamento de Estado norteamericano para que los viajeros estén atentos a su seguridad se diga, como de pasada, » sobre todo después de la muerte la semana pasada de un reportero neoyorquino por disparos de pistoleros presuntamente vinculados con las autoridades oaxaqueñas». Eso es todo, ni más ni menos.
Moraleja 1: nadie podrá decir que EL PAIS no informa, pero lo hace de tal manera que si el lector no está previamente informado no se entera de nada y tiene la sensación confusa de que está informado y de que, a la vez y extrañamente, no sabe el detalle de nada. Pero se equivoca si lo atribuye a un defecto de su persona o a la distracción que acompaña leer el periódico por encima mientras se toma el café. No, responde a un modo deliberado de (des)informar del que las crónicas sobre lo sucedido en Oaxaca y en especial el silencio, velado y sólo roto en la letra pequeña, sobre los asesinatos perpetrados por los pistoleros «presuntamente vinculados a las autoridades» es un ejemplo revelador.
Moraleja 2: Deje de leer EL PAIS y pásese a los medios independientes. Su nivel de información mejorará notablemente o cuando menos sabrá lo que no sabe y no tendrá la sensación, confusa, de que sabe lo que ignora.