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La manipulación mediática y el atentado de Oslo

Fuentes: Rebelión

La noche del viernes, mientras veía el Canal 24 Horas de TVE, me enteré de los terribles sucesos que habían tenido lugar unas horas antes en el centro de la ciudad de Oslo y en la pequeña isla de Utoya, donde las chicas y chicos del Partido Laborista noruego, que pasaban unos días en un […]

La noche del viernes, mientras veía el Canal 24 Horas de TVE, me enteré de los terribles sucesos que habían tenido lugar unas horas antes en el centro de la ciudad de Oslo y en la pequeña isla de Utoya, donde las chicas y chicos del Partido Laborista noruego, que pasaban unos días en un campamento de verano donde se reúnen todos los años para debatir y convivir pacíficamente, habían sido tiroteados indiscriminadamente. Un coche bomba había hecho añicos el centro financiero y político de la capital noruega. Los daños materiales eran visibles. Cristales destrozados por todas partes, coches incendiados, paredes derruidas, etc. Pero también víctimas de carne y hueso, seres humanos que han perdido la vida por encontrarse en el momento y el lugar equivocados. Las imágenes que se veían por televisión ponían los pelos de punta. Un paisaje más propio de una zona en conflicto que de una de las ciudades más tranquilas y acogedoras del mundo. En cuanto a los acontecimientos acaecidos en la isla, son más terribles aún que los del centro de la ciudad, ya que hay más de ochenta personas muertas, asesinadas a tiros los más y otros ahogados al intentar huir a nado de una muerta segura. Una carnicería sin sentido.

Mientras veía las noticias, sobre las once de la noche, en el Canal 24 Horas de TVE, me di cuenta de hasta donde puede llegar la manipulación mediática. Estaba claro que a esas horas aún no había información fiable sobre la autoría de la matanza y si la había, los servicios informativos de TVE, como quedó claro después, no la tenían. A las once de la noche empezaron a hablar de un comando yihadista vinculado a Al Qaeda como posibles autores del atentado. Según TVE, el Departamento de Estado norteamericano (cómo no) había comunicado que un grupo musulmán había asumido la autoría de la matanza.

Apagué las noticias y una hora más tarde volvía a conectar la televisión para ver si se sabía algo más. Sobre las doce de la noche más o menos, ya no eran los yihadistas musulmanes los autores del atentado. Ahora se hablaba abiertamente de grupos anti-sistema. En la noticia que repetían una y otra vez en el Canal 24 Horas, se insinuaba que detrás de todo esto, se encontraban grupos de ideología anarquista o de extrema izquierda. Estoy seguro de que esto no es casual ni gratuito. Todos sabemos lo que está ocurriendo en Europa, la ola de privatizaciones, de ultraliberalismo económico, político y sociológico, cercano al fascismo, que nos están imponiendo desde todos los gobiernos de la Unión Europea. Y también sabemos que la única oposición real a esas políticas viene desde esos denominados grupos anti-sistema, principalmente anarquistas y de extrema izquierda, a los que no está nada mal, aprovechando determinadas circunstancias, desprestigiar y emponzoñar.

Me fui a la cama y cuando me levanté por la mañana, la situación había dado un giro de ciento ochenta grados. Ya se había asumido que el autor de la matanza era blanco y rubio, cristiano, declarado islamófobo y ultraderechista. Nada que ver con los yihadistas ni con los grupos de resistencia anti-sistema. La realidad, que es terca como una mula, acabó imponiéndose. Pero la TVE, una vez más, había aprovechado los terribles sucesos para manipular a la audiencia. En vez de limitarse a exponer los hechos objetivos, sin hacer cábalas sobre autorías hasta que no se aclarase la situación, culparon a quienes nada tenían que ver con todo aquello. Y lo peor de todo es que esta no ha sido la primera vez que actúan así ni será la última.