Sin duda Jhon Carlin es un enorme contador de historias, su pluma es clara y apasionada, recorre el mundo y no le cuesta tomar partido, algo que sin duda se celebra en esta era de los mercenarios de la escritura. Para los que leemos periódicamente a Carlin no nos toma de sorpresa su «antimaradonianismo» y […]
Sin duda Jhon Carlin es un enorme contador de historias, su pluma es clara y apasionada, recorre el mundo y no le cuesta tomar partido, algo que sin duda se celebra en esta era de los mercenarios de la escritura. Para los que leemos periódicamente a Carlin no nos toma de sorpresa su «antimaradonianismo» y su crítica sociológica al pueblo argentino.
Pero sí sorprende que Carlin sirva de ariete del revanchismo político de un corporativo español que aún se cree en la colonia, y que le duele la mucha o poca independencia de algunos gobiernos latinoamericanos. El Grupo Prisa ha dado muestras de su intolerancia y sus afanes coloniales no sólo en Argentina, donde controla ilegal y clandestinamente el diario «La nación«, también aquí en México fuimos testigos de la forma de operar de este conglomerado de capital español-cubano (de Miami) al despedir de W Radio a Carmen Aristegui por la única razón de pensar distinto.
Parece que a algunos europeos aún les duele que ese arrogante sudaca haya abandonado los potreros y se le ocurra ese ídolo. Y lo notable es que Maradona es ídolo en países del tercer mundo donde el fútbol no es asunto de masas, recordemos las protestas callejeras en Bangladesh por la exclusión de Diego del mundial del 94. «El placer de derribar ídolos es directamente proporcional a la necesidad de tenerlos» nos recuerda Galeano.
Y a pesar de que Carlin me enseñó en su novela «El Factor Humano» cómo una proeza deportiva logró mover millones de corazones a la reconciliación, ahora me dice que en otro lugar esos millones de corazones son el motor hacia el subdesarrollo de un pueblo y llama a los argentinos a negarse a sí mismos y olvidar el valor de un chaparrito gordinflón que demostró que los pueblos subdesarrollados podemos, a veces, vencer al imperio. Carlin pide dejar a un lado al jugador que logró humillar a los ingleses que años antes arrebataron y humillaron la soberanía de una nación. ¿Acaso cuando algo nos mueve a los latinoamericanos siempre es al camino erróneo?
John Carlin deja de hablar de fútbol y nos dicta cátedra de historia y sociología. Y atrás del púlpito de la pluma y la libreta nos pide a los latinoamericanos dejar de creer, perder esperanzas pues «Las sociedades propensas a alimentar estas ilusiones, caen en la seducción hipnótica de líderes». Tristemente mi contador de historias se convierte en asesor de la campaña del miedo que vivimos en México en 2006. Carajo, que parecidos somos argentinos y mexicanos.
Para seguir hablando de elecciones, Carlin vaticina que si en Argentina se consolida a través de las urnas el proyecto del Partido Justicialista y aliados, lo único que se logrará sería una derrota de 4-0 para el pueblo argentino, parece olvidar que a esa nación se le rescató del hambre y la miseria a la que fue arrastrada por los socios de las personas que firman su cheque. Señor Carlin, señores del Grupo Prisa: prepárense porque el pueblo Argentino va a tomar el balón desde media cancha y gambeteando mágicamente los va a golear al igual que la albiceleste goleó a la selección española, y al igual que los campeones del mundo, ustedes van a regresar a su país derrotados por la voluntad de un pueblo que como su ídolo… No se rinde ni se deja domar.
Jonathan Noyola es Politólogo mexicano egresado de la UNAM
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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