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La muerte de Jacques Vergès en el global-imperial-antichavista

Fuentes: Rebelión

Ha fallecido recientemente Jacques Vergès. Un hombre con múltiples rostros (como muchos de nosotros), con más de un tic provocador en ocasiones, que no siempre acertó en la diana desde luego… Pero acertó muchas veces ¡y de qué modo! Ana Teruel ha publicado en el global-imperial un obituario sobre él [1]. Señala en su texto: […]

Ha fallecido recientemente Jacques Vergès. Un hombre con múltiples rostros (como muchos de nosotros), con más de un tic provocador en ocasiones, que no siempre acertó en la diana desde luego… Pero acertó muchas veces ¡y de qué modo!

Ana Teruel ha publicado en el global-imperial un obituario sobre él [1]. Señala en su texto:

«[…] Vergès, aquejado de una bronquitis que no acababa de superar, se encontraba en el apartamento de unos amigos junto al Sena y frente al Museo del Louvre, el mismo en el que murió el escritor Voltaire en 1778 y donde Vergès solía pasar temporadas desde que hace dos años le diese un ataque al corazón… El misterio rodea al brillante penalista incluso en su fecha de nacimiento, que oficialmente está fijada en el 5 de marzo de 1925 en Oban, Tailandia, donde su padre era cónsul de Francia. De madre vietnamita, algunos biógrafos sitúan su nacimiento un año antes. Pasó su infancia en la isla francesa de La Reunión y con apenas 17 años se dirige a Londres para enrolarse en la Fuerzas Francesas Libres del general De Gaulle. En 1945 entra en el PCF, donde destaca por su militancia anticolonialista».

No está mal. Durante su periodo estudiantil en París, señala AT, JV contó entre sus amigos con un jovencito Pol Pot [2], «el futuro sanguinario dirigente militar de Camboya» (JV, por supuesto, no pudo adivinar el futuro político de su entonces compañero). De 1951 a 1954, JV «asume un papel destacado en la Unión Comunista de estudiantes y vive un periodo en Praga, una época en la que viaja mucho y en la que se codea entre otros con el futuro presidente de la República Democrática Alemana, Erich Honecker, y con el que sería jefe de los servicios secretos soviéticos del KGB, Alexandre Chelepine». Tampoco aquí JV pudo ejercer de adivino.

La carrera de JV «se acelera durante la guerra de independencia de Argelia. En 1957 se ocupa de la defensa de la militante del Frente de Liberación Nacional Djamila Bouhired, que años después se convertiría en su mujer, y que había sido condenada a muerte por terrorismo. Vergès consiguió que fuese indultada y liberada». ¿Qué les parece? No sólo eso: ese mismo año JV abandonó el PCF «por su tibieza ante el conflicto argelino» y adopta desde entonces «el método que teorizó y que supuso su marca de fábrica, la defensa de ruptura: niega la legitimidad de los magistrados por ser representantes del orden colonial y desplaza así el debate del terreno jurídico al político. Su estrategia le vale un año de suspensión profesional por su trato hacia los jueces.» ¿A qué tampoco está mal como estrategia, incluso como punto de partida?

Prosigue AT: «Con la independencia argelina, en 1962, se instala en Argel, donde recibe la nacionalidad y se convierte al islam. Entre sus viajes, destaca su paso por Pekín, donde es recibido por el mismo Mao, y sus apariciones en Beirut junto a destacados miembros de la Organización para la Liberación de Palestina. En 1970 su biografía oficial deja un hueco de ocho años sobre los que le gustaba cultivar el misterio. Tan solo se limitó a asegurar que pasó unas vacaciones «muy al este». La teoría más frecuente, apunta AT con alto riesgo y nula empatía, «le sitúa en Camboya con su amigo Pol Pot.» ¿Está afirmando que fue colaborador suyo?

En los años ochenta, JV defiende a Magdalena Kopp, militante de la extrema izquierda alemán, y a Klaus Barbie, juzgado y condenado por crimen de lesa humanidad. Copio la perspectiva de JV: «No olvidemos tampoco que Klaus Barbie, en su lúgubre trabajo, el de un ejército de ocupación, tenía la legalidad de su parte. Tenía de su parte la legalidad francesa». Estaba reabriendo la herida de la colaboración del régimen de Vichy. ¡Nada menos!

En los noventa, prosigue de nuevo AT, «defendió entre otros a El Chacal y al jardinero Omar Raddad, acusado de matar a su empleadora, en uno de los juicios de sucesos más mediatizados de Francia. En 2004, preguntado por el diario francés desaparecido France Soir cómo podría defender a Sadam Husein respondía: «Defender a Sadam no es una causa perdida. Defender a (George W.) Bush es la causa perdida».

AT no cita su defensa de Milosevic. «Sentí indignación porque a todas luces es una muerte que se ha querido. Desde este punto de vista es un asesinato. Milosevic estaba muy enfermo. Le impusieron unas sesiones agotadoras que terminaban después de la hora de su paseo cotidiano, que consistía en recorrer los cien pasos del patio de la cárcel. Estuvo muy enfermo a principios de este año y pidió que lo atendieran en Rusia. Ya no estamos en los tiempos de la Guerra Fría. Los rusos habían prometido mantenerlo en manos de la justicia, no permitirle escapar. El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) denegó que se le tratara en Rusia. Se le denegó a este hombre que necesitaba un tratamiento urgente, con el objetivo de que muriera».

Lo dejamos aquí. Pero hay más, mucho más.

¿Y bien? Lo siguiente:

Titular destacado del texto de Ana Teruel en el global imperial tras dar las anteriores informaciones:

«Jacques Vergès, defensor de los villanos del siglo XX».

¿De los villanos del siglo XX? ¿De Hitler, de Bush, de Pinochet, de Videla, de Franco,…?

¿A qué es equilibrado? ¿A qué es justo lo que marca la trayectoria político-jurídica de JV?

 

PS: En una entrevista de Silvia Cattori oportunamente reproducida en rebelión el pasado domingo 18 de agosto [3], señala JV: «¿Legalidad internacional? ¿Ha oído hablar de Guantánamo? ¡¿Qué legalidad?!? Aún se ha sabido algo que es todavía peor que Guantánamo: que unos servicios secretos estadounidenses tienen en Europa prisiones a las que se envía a personas para que sean torturadas en ellas sin que se sepa. Se han barajado nombres como Polonia y Rumanía… Estados Unidos mantiene presas a personas en Guantánamo fuera de toda legalidad. Estos presos ni siquiera dependen de la ley estadounidense. También se ha visto en la cárcel de Abu Graib como la tortura ya no era un instrumento del interrogatorio, sino un instrumento de humillación de la dignidad humana. En Argelia los franceses afirmaban que cuando torturaban, lo que era innoble, era para obtener informaciones. Pero cuando, como hemos visto, una joven estadounidense se ríe arrastrando de una cadena a un hombre que agoniza, esto no se hace para buscar documentos, es para asimilar a ese hombre a una bestia. Asistimos ahí a una época en la que la humanidad se está volviendo salvaje».

Añadió un poco más tarde: «Ahora no se me trata de antisemita. Mi alegato de defensa se editó y difundió en la televisión; se vio claro que yo no había mantenido un discurso «antisemita». Usted sabe cuál es el problema de los medios de comunicación: los medios aúllan con los lobos. Consideran que es su función».

Pues también parece que acertó en esto último.

 

Notas:

[1] http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/16/actualidad/1376666025_321174.html

[2] Que Ana Teruel destaque esa amistad, como es evidente, no es un dato marginal ni secundario.

[3] http://www.silviacattori.net/article4705.html

 

Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.