Discutir la tasa de ganancia empresaria es un debate postergado pero imperioso. Configura una discusión desde la cual pueden ampliarse o restringirse los márgenes del concepto de Democracia, atento que allí oscila la posibilidad de ejercicio de los derechos económicos, sin los cuales los derechos políticos y sociales se marchitan. Sin embargo, cualquier resultado analítico, […]
Discutir la tasa de ganancia empresaria es un debate postergado pero imperioso. Configura una discusión desde la cual pueden ampliarse o restringirse los márgenes del concepto de Democracia, atento que allí oscila la posibilidad de ejercicio de los derechos económicos, sin los cuales los derechos políticos y sociales se marchitan. Sin embargo, cualquier resultado analítico, incluso el más lucido queda supeditado a la correlación de fuerzas con que se cuente. Por eso, la urgente necesidad de rediscutir la conformación de una alianza táctica contra el capital concentrado.
Con un proceso inflacionario lanzado, cabe realizar algunas apreciaciones en momentos en que parecería ser que los precios de las mercancías en el mercado ya no se regulan por sus valores. Con lo cual tenemos dos problemas: la ganancia empresaria con respecto a los valores de las mercancías, y la «otra ganancia» independientemente de la ganancia en el valor de las mercancías.
Estando la primer cuestión vinculada a la disputa del excedente de lo que cuesta producir cualquier mercadería. Allí disputan los empresarios y los trabajadores para subir su ganancia o su salario. Si sube uno baja el otro; es la lucha económica estricta.
En el segundo caso, se observa otro tipo de ganancia, no vinculado a la estructura de costos de la mercancía y con independencia de cómo se haya acomodado la disputa ganancia/salario. No se trata de un rebote del proceso de devaluación del peso. El aumento del precio de las mercancías que no esta atado a estas variables, involucra, netamente un discusión política entre una posición predatoria, especulativa, alejado de la discusión del circulo productivo, monopólica, oligopólica, cartelizada, y los actores políticos ejerciendo funciones regulatorias. Esta instancia es política por antonomasia.
La existencia de esta segunda instancia de ganancia desestabiliza el sistema de administración del conflicto K/T -capital/trabajo-. Tan cierta es esta afirmación, que muchas organizaciones obreras, gremiales o partidarias, pujan por su permanencia forzando su interpretación como «momento pre algo» o fin de ciclo.
Lo interesante sería remarcar que con los diques regulatorios, si bien han funcionado como un amortiguador entre la disputa K/T, lo han hecho a favor del T, los porcentajes globales de aumento de ganancias de los trabajadores en el PBI, así lo demuestran, alcanzando los márgenes de participación previos al golpe cívico militar del 1976. Favorecer instancias que conduzcan «solo» a la lucha directa entre K y T, es decir lucha económica, en la actual correlación de fuerzas del proceso político, es lisa y llanamente, destruir el único dique que, si bien aseguro rentabilidad elevada a sectores concentrados de la economía, indudablemente ha permitido el incremento global de riqueza para los asalariados. Por lo cual, planteado así, puede conducir a un retroceso de la lucha económica.
No puede ocultarse la existencia congénita de lucha de clases, expresada económicamente en la disputa por salario versus ganancias; es más, debe volver a un punto central del debate, pero tampoco puede agotarse toda la actividad en esa lucha, atento que se esta dando un proceso de lucha de clases, en otras instancia y con otras características. La pelea por la hegemonía para rediscutir una ecuación capital trabajo favorable al primero, la apropiación de riqueza vía precios, y la posibilidad o no de desmarcarse del rol de exportador de comóditis en contra posición a la incorporación de un proceso industrial. Todos son complementarios del mismo proceso.
La apropiación de riqueza, vía precios configura la causa principal del proceso inflacionario actual. Puede sostenerse lo mismo, marcando que el capital desatiende la Oferta, es decir, no reinvierte, porque fuga a un circuito financiero especulativo. En términos globales esa apropiación de grandes volúmenes de dineros que tienen los asalariados termina aumentando lo que el trabajador necesita para vivir, o dicho de otra forma, lo que el trabajador necesita para reproducir su fuerza de trabajo, o sea, que al fin y al cabo tiene efectos indirecta de la lucha económica. Sin embargo, la clase obrera organizada no registra este movimiento táctico del capital, o no esta dispuesto a registrarlo, y no despliega ninguna política para enfrentar al capital concentrado. Como podría explicarse esta actitud irresponsable?
Aquí se rompe un paradigma impulsado por diversos actores políticos de acuerdo al cual, la Inflación es problema absoluto de los gobiernos. A consideración que las acciones de gobierno son las que han conducido «inexorablemente» al aumento generalizado de los precios. Si la apropiación de riqueza vía precios -puja distributiva- fuera un resorte «exclusivo» de las políticas gubernamentales, éstos podrían administrarla en todo momento como quisieran. Va de suyo que cuando ese proceso comienza a erosionar su propia legitimidad política debiera de revertirlo, puesto que rige la máxima, de acuerdo a la cual, «nadie se suicida en política». Sin embargo, la totalidad de los resortes excede a las herramientas, de los gobiernos y del Estado. Es decir, existe un volumen de acción política que se reparte en el resto de los actores políticos que intervienen en el proceso político. La pregunta es: ¿Qué hace el movimiento obrero organizado con los resortes que le asisten, más allá de las luchas paritarias o económicas? Esta claro que cuanto peor no es mejor. El «cuanto peor» no se sujeta a ninguna ley de la historia que sostenga que mejoran las condiciones de transformación social, y por otro lado los reduccionismos economicistas parecen empañar el prisma para interpretar el movimiento ofensivo del capital. La pregunta podría ser: ¿Cuál es la predisposición de los 1.200.000 votos transformadores frente a este escenario?
A modo de conclusión podríamos sostener la existencia de dos instancias muy marcadas de una misma discusión. Una demarcada dentro de la lucha económica, acotada a la discusión entre capital y trabajo, es decir entre ganancia y salario. Y una segunda que es netamente política, pese a que contiene expresión económica. La apropiación de riqueza en manos de los asalariados vía precio, o sea la puja distributiva. La lucha económica encuentra causa en las paritarias, la segunda se resuelve en la política como momento autónomo. Reiterando el llamamiento a la clase trabajadora a generar acciones directas contra los sectores concentrados de la economía que están efectuando un saqueo en términos globales de riqueza, dinero, en manos de los trabajadores, no debe olvidarse dos elementos indispensables en tal empresa. Uno, la posibilidad de articulación táctica con el Estado en las acciones regulativas de apropiación de riqueza, y segundo, afirmando que no toda la política condensa en el Estado, ergo, en el gobierno, por lo cual, debemos impulsar la re-valorización de la política para desde la sociedad civil enfrentar al capital concentrado, a través de una nueva alianza táctica.
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