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La profundidad de una crisis sin precedentes

Fuentes: Rebelión

Los acontecimientos previos a la elección presidencial del año 2015 permitieron anticipar un designio personal inalterable que aun hoy perdura y pretende extenderse en el tiempo.

El posterior y acotado triunfo macrista consolido una fallida inserción local al funcionamiento financiero internacional siendo su desenlace definitivo los acuerdos económicos entre la Argentina y el FMI bajo la profundización recesiva -presente- y de la agudización negativa de los indicadores sociales solo aplacados por la multiplicación de la asistencia social.

Vastos sectores medios encandilados por los dones amarillistas encontraron su desazón ante una persistencia inflacionaria y un aumento desmesurado de las tarifas de los servicios públicos, en particular dentro de la cara geográfica peronista de la Prov de Bs As.

La implosión de la crisis macrista fue la llama necesaria para una reformulación político-electoral capaz de impedir un nuevo mandato reaccionario y por ende el llamamiento a la unidad del arco opositor peronista-kirchnerista que por obra de un azar consagro a Alberto Fernández como el elector exclusivo del espacio.

Consagrado el escenario, la unidad del Frente y las expectativas de cambio, el triunfo fue posible en tan solo la primera vuelta electoral.

La recurrencia del default en la historia reciente del país indica la perpetuidad de una relación dominante -salvo honrosas excepciones- donde unos y otros a partir de flujos y programas profundizan las raíces de los problemas no resueltos en materia de desarrollo y bienestar social.

La irresoluta generación de una matriz económica interna capaz de absorber la propia generación y distribución del excedente es la premisa mayor de este capítulo.

Los últimos 40 años del desarrollo chino- si bien bajo otro sistema político – indica que su propio proceso de acumulación y de su re inversión in-situ, le permitió trasvasar de una economía agro-pastoril al liderazgo tecnológico, a una disminución relevante de la pobreza sumado al afianzamiento de importantes sectores medios que ya comienzan a demandar cambios políticos.

La geografía argentina de enclaves dispares y de un centro absorbente retransmisor de flujos hacia el exterior, re afirma su carácter sub desarrollado y endémico.

No habrá «ciclo» exportador por relevancia de precios internacionales que pueda revertir esta constante tendencia, si no se resuelve como materia pendiente la actual configuración económica nacional.

En este marco general -y de la suma de factores ya por todos conocidos- se desenvuelve la débil administración albertofernandista huérfana de casi todo apoyo político y librada casi enteramente a su suerte.

Recuerdo la formación de la Alianza en 1999 y de la pronta renuncia de su Vice Presidente Carlos «Chacho» Álvarez. Al tiempo posterior una crisis precipita la renuncia de Fernando de la Rúa, un nuevo default en puerta y una seguidilla de presidentes interinos.

El interrogante es si una administración peronista puede caer en la renuncia y si existen fuerzas políticas externas capaces de tomar esa brasa caliente entre sus manos.

El casi año faltante hasta las supuestas elecciones PASO del año 2023 será el camino del «éxodo bíblico» -versión argentina- donde el paso del Mar Rojo será sustancialmente menor a las consecuencias económicas y sociales que se producirán a la largo de este camino.

El final está abierto.

Ezequiel Beer. Geógrafo UBA. Analista Político.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.