Hoy en día, dos grupos controlan la televisión y seis la radio en México. Siete de cada 10 televidentes ven Televisa y dos Televisión Azteca; el uno restante se lo reparten todos los demás. Lo que existe es un duopolio televisivo y un oligopolio radial de donde obtiene 92% de los mexicanos su información. ¿Qué […]
Hoy en día, dos grupos controlan la televisión y seis la radio en México. Siete de cada 10 televidentes ven Televisa y dos Televisión Azteca; el uno restante se lo reparten todos los demás. Lo que existe es un duopolio televisivo y un oligopolio radial de donde obtiene 92% de los mexicanos su información. ¿Qué reciben? Lo que las televisoras desean, cuando y como lo desean. Con tres quintas partes de los presupuestos de publicidad en manos de Televisa y otra quinta parte para Televisión Azteca, se puede argumentar sólidamente que también modulan los gustos, los patrones de comportamiento y de consumo de la mayoría de los mexicanos.
Políticamente se expresa en que son ellos, y nadie más, quienes definen la agenda nacional y determinan qué es importante, cuándo lo es, así como lo qué no es importante y, por tanto, inexistente del interés colectivo. La concentración no sólo es pecaminosa por el mal servicio que le hace a una sociedad, sino porque, o es una claudicación de la sociedad política que se hinca ante el poder de los medios electrónicos o, peor aún, esconden tras de sus contenidos una mano política que los conduce.
No hay especulación. Durante el último año de gobierno de Carlos Salinas se entregó el 75% de las concesiones de radio, directa o indirectamente a intermediarios de su hermano Raúl, según Chappell H. Lawson, en su libro Building the Fourth Estate (Construyendo el Cuarto Poder ), publicado por la Universidad de California en 2002. El gobierno salinista también entregó la concesión de Televisión Azteca y renovó concesiones a Televisa. Son los intereses particulares o de grupo los que definen los contenidos generales de los medios electrónicos en los momentos coyunturales, donde los espacios de libertad, se ha visto en el pasado, suelen cerrarse para quienes tienen puntos de vista diferentes a sus objetivos.
Esto sólo fue posible por el anacrónico sistema de asignación de concesiones, que ha provocado una distorsión no sólo política sino también de mercado, impactando negativamente a la sociedad que consume información. No fue casualidad que en el foro de gobernabilidad que realizó esta semana la Cámara de Diputados y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) , el tema de los medios electrónicos fuera abordado desde diversas trincheras. El fin del monopolio en los medios electrónicos, exigió el presidente del periódico «El Universal», Juan Francisco Ealy Ortiz. Mienten, injurian y magnifican informaciones, sentenció la directora de Siempre! Beatriz Pagés. Revisar el duopolio televisivo porque frena el desarrollo democrático, coincidieron los senadores Manuel Bartlett, del PRI, y Javier Corral, del PAN, y el diputado Pablo Gómez del PRD. El tema fue abordado por otros legisladores y especialistas, como parte del gran debate nacional para una verdadera reforma democrática.
No es la primera vez que surge el tema, pero tampoco se recuerda un mayor consenso. ¿Qué se puede hacer? En pasadas legislaturas, pese al esfuerzo de algunos, poco o mejor dicho nada se avanzó. ¿Cómo entrarle? Las experiencias internacionales contribuyen a ver nuestro subdesarrollo. En una ponencia que pronunció en 2001 en Aguascalientes, Abraham Zabludovsky, quien ha hecho su larga carrera periodística fundamentalmente en medios electrónicos, dijo que ninguna red de televisión abierta en Estados Unidos puede alcanzar a más de 35% de los televidentes a través de estaciones propias, y en el caso del cable, ningún cablero está autorizado a tener más de 30% de suscriptores a nivel nacional, contra el 70% de los televidentes mexicanos que tiene acaparado Televisa y el 20% Televisión Azteca.
En el caso europeo, recordó que la Unión Europea ha ordenado que en los canales que operan en la región se transmita cuando menos 50% de producción europea y 10% adicional para compañías que no estén ligadas a los grupos televisivos. Ni aun el poderío mediático de Silvio Berlusconi en Italia se asemeja al caso mexicano. Zabludovsky apuntó que si bien tiene tres redes nacionales, la televisión del Estado, la RAI, gestiona otras tantas que son vistas por 40% del público, que es la cuota que tiene la empresa del actual primer ministro.
En radio, según un informe del periodista Jenaro Villamil publicado en la revista Proceso, la mayor concentración del control de las mil 142 concesiones las tiene Radiorama (16.27%), Acir (13.43%), Cima-Somer (11.88%), Radio Centro (8%), Promosat (4.9%), MVS (4.30), Rasa (4.9%), Radio Fórmula (3.79%), Multimedios (3.4%), y Radio SA (3.18%). Al extender el estudio a la concentración por entidades, varios de los grupos rebasan ampliamente el parámetro de 30 a 35% de las concesiones, como por ejemplo, citó Villamil, Radiorama, que tiene 73% de las frecuencias en Campeche, o Acir, que concentra 50% en Puebla y 44% en Querétaro.
Con esta concentración, el debate público está muy lejos de ser una deliberación racional sobre el desarrollo de la sociedad, en parte por el alcance masivo de los medios, en parte por su financiamiento regido por la venta de la publicidad, y en parte por la complejidad de los asuntos políticos, creando no una sociedad políticamente democrática, sino una democracia de las emociones, como lo ha planteado Ignacio Ramonet, director del mensuario francés Le Monde Diplomatique. Las nuevas formas de realidad en los medios, particularmente en los electrónicos, y la creciente falta de respeto para las autoridades tradicionales, en la forma de instituciones, ha producido una sociedad que ya no es racional ni está informada, ni tiene un espacio unificado en donde podamos comunicarnos. Reina la trivialización, la comercialización, el espectáculo y la fragmentación, que como factores combinados, alientan la apatía entre los ciudadanos y vulneran el principio democrático del derecho a estar informado para que, en la medida de que la sociedad esté mejor informada, tome mejores decisiones políticas.
Es de pensar sin embargo, que es poca o casi nula la mención de la necesidad de democratizar los medios creando la figura de «Radio Comunitaria». Este tipo de radios ha venido funcionando en la clandestinidad desde hace mas de 20 años y no porque lo hayan elegido así, sino porque la misma autoridad los ha orillado a trabajar de ese modo, pues la Ley de Radio y TV en México no contempla la figura de este tipo de radios que últimamente han tenido mas presencia en nuestra sociedad. Las radios comunitarias son el vivo reflejo de una sociedad cada día mas participativa y activa en el proceso democrático de México. En los últimos meses muchas de estas radios han tenido acercamientos con las autoridades y en la mayoría de los casos ( si no es que en todos) les han rechazado sus solicitudes para transmitir, incluso se les amaga con recoger equipos de transmisión. Todo en gran parte por la presión de los grandes grupos radiofónicos, que evidentemente ven amenazada su capacidad de penetración en las masas. Ya escuchábamos al Secretario de Gobernación Santiago Creel decir que la radio ciudadana debería ser controlada por el Estado.
Es absolutamente justificada la preocupación que sobre el tema se manifestó en el foro sobre gobernabilidad. La discusión sobre nueva reglamentación para la asignación de concesiones y permisos pasa ahora al propio Congreso, donde en muchas ocasiones se han tenido acermientos, todos con resultados nulos. El pasado fue infructuoso porque, como expuso el diputado Gómez, los políticos evaden el tema por miedo a represalias. Uno no lo tuvo, Javier Corral, y en buena parte pagó por ello con su derrota para gobernador en Chihuahua, donde lo aislaron y lo atacaron. Pero Corral, parafraseando un memorable discurso del ex líder del Senado de Estados Unidos, Robert Byrd, se honró como político al luchar, pese a las amenazas. Los legisladores tienen la palabra. Falta ver si también cuentan con las agallas para esta reforma a los medios electrónicos, indispensable para la consolidación democrática en México.