Estamos frente a un escenario políticamente complejo y cada vez más polarizado. La agenda mediática se transformó supuestamente en una disputa de fechas donde se juegan los rumbos del país. Es preciso que nos posicionemos claramente frente a la coyuntura a partir de una lectura más general de la situación política. Es decir, analizar las […]
Estamos frente a un escenario políticamente complejo y cada vez más polarizado.
La agenda mediática se transformó supuestamente en una disputa de fechas donde se juegan los rumbos del país.
Es preciso que nos posicionemos claramente frente a la coyuntura a partir de una lectura más general de la situación política. Es decir, analizar las relaciones de fuerzas y los reacomodos posibles de poder que se están gestando en esta coyuntura.
Los programas pueden ser muy revolucionarios y las reivindicaciones legítimas, el tema está en la traducción política de esos reclamos y la disputa por la dirección del país.
Este debe ser el foco de la cuestión: la dirección política del país, y ahí es donde podemos intervenir las fuerzas populares para acumular fuerzas, e ir generando referencialidad política. Proceso mucho más rico creemos, en contraposición al refugio en simples posiciones y acciones meramente económicas o ideológicas.
El 8N hubo movilizaciones masivas en gran parte de los centros urbanos del país. Estas no responden a reclamos puntuales y no tienen una dirección clara como las retenciones en los cortes por la 125, o las marchas de Blumberg por la seguridad. Se caracterizan por el anti-kirchnerismo, no a partir de una propuesta política, sino que se paran en la anti-política, y el que se vayan todos les viene como anillo al dedo nutriéndose de reivindicaciones individuales y difusas.
Es decir, como lo que unifica es el anti-kirchnerismo, dentro de la coalición convocante y participante las puertas están abiertas a todo aquel que comparta esa premisa, desde liberales, pasando por conservadores hasta los clasistas y progresistas.
De esta manera, la derecha toma la lucha de calles como método complementario al terreno institucional, y las organizaciones del campo popular debemos leer con cautela estas iniciativas.
LOS MÉTODOS DE LA DERECHA EN NUESTRA HISTORIA
La derecha no usa estructuras clásicas ni moldes predeterminados.
Tiene la capacidad de amoldarse y flexibilizar su táctica de una forma extremadamente hábil y mercenaria.
Cuando decimos derecha nos referimos a las expresiones políticas liberales y conservadoras de distintos sectores sociales que representan los intereses principalmente agro-exportadores, pero también los sectores financieros, que bajo estas iniciativas «democráticas» y «libertarias» arrastran tras de sí principalmente a sectores de clase media alta, pero también a sectores obreros y populares.
A lo largo de la historia argentina, la derecha siempre combinó distintos métodos tanto legales como ilegales, elecciones, fraude, proscripciones, grupos paramilitares, terrorismo, dictadura, etc.
Esta contaba con un instrumento primordial y en nuestra historia ya un clásico, para darle salidas políticas a las crisis y frenar cualquier avance del pueblo, este era el Partido Militar, en alianza con las cúpulas de la Iglesia, una fracción de los grupos económicos locales y el imperialismo.
Pero tras la última dictadura, con las conquistas democráticas de por medio, eso dejó de ser posible.
A partir de la vuelta a la democracia en el 83′, los milicos debieron replegar y retirarse del escenario, viviendo su período de más alta debilidad como actor político en nuestra historia. Pero de alguna manera, la clase dominante tenía que frenar la democratización del país, ponerle un límite.
El instrumento político que usaron en pos de ese objetivo fue el Partido Justicialista, donde su ala conservadora y neoliberal tomó la dirección, producto del triunfo del peronismo reaccionario, tras la desaparición de una cantidad enorme de cuadros del peronismo tanto progresista como revolucionario.
Con la crisis del 2001 se le pone un freno a las expresiones políticas que motorizaron o bien fueron cómplices del neoliberalismo, y el PJ y la ALIANZA caen en la volteada.
En ese marco el «que se vayan todos», marcó el piso desde el cual no estábamos dispuestos a retroceder.
Pero al no haber una alternativa política de masas que exprese los intereses populares, ese rechazo a la política en general, le dio oxígeno a la clase dominante para recomponerse.
Este intento de reordenamiento interno tenía un límite político claro, y en consecuencia la dirección del proceso la tomó el ala democrática neodesarrollista del PJ, quienes aclaremos, tuvieron posiciones tibias y hasta cómplices frente al neoliberalismo.
Estos diagramaron un armado político nuevo que pudiera dar salida y recomponer la institucionalidad, y así se conforma y toma cuerpo el Frente Para la Victoria.
La politización de masas fue aprovechada y acumulada por el Kirchnerismo, el cual representa un armado político parado fuertemente desde la recomposición institucional, y que permitió que la clase dominante salga bien parada de la crisis.
Es más, es una de las décadas en que las ganancias de los sectores agroexportadores se vieron más favorecidas.
Así los sectores dominantes supieron adaptarse, reacomodarse, y utilizar política y económicamente al Kirchnerismo.
Este armado político desde un inicio les generó cierta incomodidad, generándose así contradicciones que maduraron y saltaron a la vista en el 2008 cuando el frente oligárquico se expresó en la lucha de calles materializando a su vez un peso suficiente para empardar y luego ganar en la disputa parlamentaria institucional, marcando así nuevamente el terreno y saliendo al ruedo de la política nuevamente, aunque sin consolidarse como un bloque político sólido y unificado.
Ahora bien, si el Kirchnerismo les permitió acumular ganancias espectaculares, según el manual deberían quedarse en sus casas tranquilos porque tienen políticamente resueltos sus intereses.
Sin embargo están saliendo al terreno político de forma mucho más activa, y parados lisa y llanamente en la oposición.
¿POR QUÉ LE MOLESTA TANTO EL KIRCHNERISMO A LA DERECHA?
A simple vista el Kirchnerismo les vino como anillo al dedo. No tocó ninguna estructura de fondo, las estatizaciones que impulsó beneficiaron más a las empresas privadas que al estado, las alianzas comerciales internacionales favorecen al sector agroexportador, etc.
Pero la fórmula economía=política, no siempre da el mismo resultado, y ahí radica la cuestión.
Hay dos ejes cardinales que definen el peligro potencial para los intereses de las clases dominantes en el proceso político actual de nuestro país.
A saber: por un lado los derechos sociales adquiridos y las mejoras económicas por parte de los trabajadores y el pueblo; y el rol fortalecido del Estado.
Es preciso señalar que estos exceden a la dirección neodesarrollista burguesa del kirchnerismo.
Esta situación en un contexto de crisis, donde antes todos ganaban, marca un nuevo piso, por lo que la puja por quien debe ceder y quien sale bien parado, tenderá a ponerse cada vez más picante.
LA TÁCTICA ACTUAL DE LA DERECHA
Su arma principal hasta la fecha, con las fuerzas armadas debilitadas, y la oposición política dispersa, ha sido los medios de comunicación.
Estos cuentan por la forma en que operan, con la capacidad de unificar y ordenar la bajada de línea frente a cada coyuntura, operando bajo la forma de un partido político en ciertos aspectos.
Así el papel que vienen jugando es más bien de desestabilización social, de deslegitimación de las instituciones, y de aglutinamiento de sectores sociales de oposición.
El poder económico utiliza al poder de los medios de comunicación para resquebrajar a los tres poderes de la democracia burguesa: ejecutivo, legislativo y judicial.
Ahora bien, este instrumento le sirve a la derecha para generar desestabilización, pero no le permite lograr una salida política que pueda expresarse con fuerza en la disputa institucional, terreno principal de disputa política hoy.
Así, los medios se inscriben en el impulso de un reacomodo general de las fuerzas, donde se combinan métodos institucionales y extra-institucionales, pero la salida política tiene que ser institucional, ya que no hay margen de maniobra para una salida de otro tipo.
Entonces, en base a lo dicho resaltamos tres líneas de acción que saltan a la vista, y que guardan cierto orden cronológico:
1 – Generar desestabilización a partir del rol que cumple Clarín más aliados; y la movilización de masas anti-política como el 13-S y el 8-N.
Así como tratar de explotar a su favor lo más posible que puedan los reclamos legítimos de los trabajadores y el pueblo (como el paro del 20N).
2 – Lograr una oposición que tenga presencia nacional en lo institucional: el PRO, la UCR, Peronismo Federal, FAP, etc.
3 – Finalmente, la salida que buscan tiene que ver con utilizar esa base de presión para que el PJ conservador y neoliberal se ponga nuevamente a la cabeza de un ciclo más regresivo, y desplace de la dirección a este sector democrático neodesarrollista, expresado en el kirchnerismo.
Sintetizando, se está generando desestabilización con el objetivo de ganar poder en lo institucional de cara al 2013 y al 2015. Y en consecuencia, los reacomodos al interior del PJ son los que van a definir esta situación en el corto plazo.
A decir de Bartolomé Mitre, director del diario La Nación «Todavía no se ve un camino viable para que las partes que no son peronistas puedan unirse, como en Venezuela. En 2015, cuando termina su segundo mandato Cristina, yo no sé lo que va a suceder. Su sucesor debe ser otro peronista actual, un poco más abierto, más centrista. No veo otra opción».
ANTE LA CRECIENTE POLARIZACIÓN POLÍTICA.
LOS LÍMITES DEL KIRCHNERISMO.
Frente a esta coyuntura el Kirchnerismo ha logrado poner en evidencia a determinados enemigos principales del pueblo argentino, con la 125 a la oligarquía reaccionaria, con el 8-N a los trasnochados de la dictadura militar, con el 7-D a los monopolios como Clarín, etc.
El límite de este juego de «visibilización de enemigos» es que el mismo no se traduce en un mayor y contundente fortalecimiento tanto de la organización popular como del Estado.
Es decir, el Kirchnerismo hoy reduce su estrategia a polarizar con un frente burgués, para fortalecer a otro frente burgués, y su táctica se reduce centralmente a la disputa institucional y simbólica.
Vale la pena reflexionar sobre el hecho de que cualquier intento ya sea de apertura o de profundización democrática en nuestro país, y lo sabemos porque lo hemos vivido a flor de piel, no es sustentable en el tiempo sin la organización y movilización popular, combinadas con la disputa y fortalecimiento de las instituciones del Estado.
Sobran ejemplos de lo dicho en nuestra historia nacional, y en América Latina ni hablemos.
El tipo de clase dominante y su accionar histórico hace que esas condiciones sean indispensables, ya sea para la aplicación de reformas democráticas, ni hablar de tareas de liberación nacional, por no decir socialistas.
Si estas tareas no son llevadas adelante por el campo popular democrático y anti-imperialista, la clase dominante lo hará. Recordemos al pasar la Unión Democrática formada en oposición al primer peronismo y que le otorgó y unificó base social a la Libertadora del 55′.
LOS DESAFIOS POLITICOS DEL CAMPO POPULAR
La situación de dispersión actual de las fuerzas democráticas y anti-imperialistas de nuestro país nos empuja a marcar con claridad el terreno político y delimitarnos claramente de la derecha reaccionaria, contra la cual debemos unirnos todas las fuerzas populares.
Es decir, nuestra fortaleza política tomará cuerpo en la medida en que sepamos aprovechar a nuestro favor las disputas entre ambos frentes burgueses, aunque debemos ser contundentes.
Nuestro enemigo principal hoy es el frente oligárquico conservador y neoliberal.
La prioridad política de las fuerzas democráticas y anti-imperialistas continúa siendo e inclusive hoy con más fuerza que otras veces, el no avance del neoliberalismo.
El kirchnerismo en sí mismo, no está siendo consecuente con este objetivo estratégico, del cual se desprenden las tareas mencionadas más arriba. De ahí la sintonía fina y demás yerbas timoratas frente al creciente reagrupamiento reaccionario.
En consecuencia, nuestra práctica política debe centrarse en frenar al neoliberalismo, lo que implica pararse sobre el fortalecimiento de la organización popular y la disputa y fortalecimiento del Estado.
Así, construir espacios de unidad de acción de las fuerzas democráticas y anti-imperialistas frente al enemigo principal; avanzar en espacios de debates y mayor coordinación de dichas fuerzas; fortalecer y desarrollar la organización popular en las lugares de trabajo, territorios y centros de estudios; y disputar las instituciones del Estado en las zonas en donde contemos con la fuerza necesaria; son a nuestro modo de ver las tareas centrales de la etapa.
Vivimos un tiempo político de crisis, y en tiempos de crisis los cambios estructurales son posibles.
Acumular fuerzas, referenciando políticamente la posibilidad real de estos cambios debe ser nuestro norte hoy para que este tiempo, sea nuestro tiempo.
Fuente: http://elnuestrotiempo.