Existe una serie de hechos que a priori podrían inducir a diversos sectores a la creencia que el kirchnerismo ha cumplido un ciclo. El Argumento se centra en la derrota electoral a manos de una derecha explícita que por primera vez llega al sillón de Rivadavia a través del voto popular, pero también consignan cierta […]
Existe una serie de hechos que a priori podrían inducir a diversos sectores a la creencia que el kirchnerismo ha cumplido un ciclo. El Argumento se centra en la derrota electoral a manos de una derecha explícita que por primera vez llega al sillón de Rivadavia a través del voto popular, pero también consignan cierta descomposición del FpV visibilizado a través del comportamiento esquivo de algunos gobernadores, de las escisiones de diputados y la oscilación pragmática de los senadores. Resalta en esta aproximación el craso error de asimilar una ajustada derrota electoral con el agotamiento de un proyecto político en sí. De igual manera, es conceptualmente erróneo inducir una separación entre el kirchnersimo como actor político y el proyecto que éste representa, sin percibir que son indivisibles a causa de su ontología. Sin embargo, no puede ocultarse dicha concatenación de falta de respaldos, pero ésta no puede ser homologada al agotamiento el kirchnersimo como proyecto político y como actor político, atento que su función histórica, o para ser más específico, del proyecto político que representa se encuentra más vigente que nunca. En estas líneas intentaremos desarrollar esta aseveración.
Esta hipótesis explicativa no se yergue sobre las interpretaciones y percepciones asiladas de los múltiples actores políticos, sino que hunde sus argumentos en el proceso histórico de la lucha política en Argentina. Para desarrollar este análisis he de utilizar dos andariveles complementarios. Uno vinculado a la relación de la estructura productiva del país y su vinculación con el mercado mundial y una segunda instrumental, en tanto sustrato para la ejecución de un proyecto político popular.
La clase política argentina en general y los actores principalísimos que diagraman las agendas estratégicas de los grupos de interés suelen estar atravesados por distorsiones que les impiden, en cada momentos histórico elucubrar reformulaciones políticas para generar progreso en términos generales y para no sucumbir a problemas estructurales en términos particulares. A modo ilustrativo y de prefacio argumentativo véase como las clases dominantes ante el estado de la economía mundial y sus respectivas consecuencias de mediano alcance, no reconfiguraron una alianza de clases con el kirchnerismo para campear dicha crisis. Visto desde el ángulo opuesto, obsérvese como sectores del movimiento obrero hicieron abandono explícito del bloque histórico hegemonizado por el kirchnerismo en momentos que tal proyecto político representaba con cierta eficacia los intereses del conjunto del movimiento, a pesar de contradicciones coyunturales con algún sindicato en particular.
Es esta aproximación la que le quita relevancia sustancial a los diagnósticos de muchos actores políticos como las CGT, los liderazgos provinciales, sectores industriales, organizaciones territoriales, he incluso algunos sectores de todo el entramado que representa el agro negocio. Sin embargo, esta demostración de una miopía política endémica no alcanzan para abonar la hipótesis principal aquí propuesta. Ese camino germina desde una concepción según la cual la política no puede observarse desde las definiciones de superficie, sino que debe evaluarse desde la ingeniería estructural del país y su relación con el acontecer global, léase las fronteras posibles para modificar la división internacional del trabajo. De esta forma cobra extraordinaria relevancia las expresiones lúcidas de CFK al sostener que el mundo está en crisis (1), dejando en evidencia que la economía mundial que previo a la crisis de la burbuja especulativa del 2008 crecía al 4.3, post crisis lo hacía al 3.3 continuando su caída hasta solo crecer 2.5 en 2015 (2), con lo cual dicha contracción se refleja en un mundo que consume menos, y en consecuencia nos compra menos. Pero de forma simultánea se ha dado otro fenómeno que es la caída sostenida de los precios de las materias primas (3) más allá de algún rebote que haya tenido algún comoditie estrella en el primer semestre de este año.
Con lo cual, la política no puede ignorar esta certera aseveración para desplegar proyectos políticos, bajo riesgo de caer en una caricatura. Para adentrarnos en tema y a título exploratorio, la discusión política que no contemple el engorde del consumo interno como expansión defensiva en el contexto de crisis de consumo internacional cuando se parte de un esquema de generación de divisas por la producción y venta -exportación- de productos primarios y algunas manufacturas de origen agropecuarias tiene una política ciega, con pies de barro y no estratégica. Dicho de un tirón, desde el anverso, es el kirchnerismo, quien supo transformar esa conceptualización en políticas concretas.
Todo aquel que insinúa, al decir de Alejandro Horowicz, ejes de reagrupamiento nacional solo para resolver los armados políticos sin poner en primer plano el proyecto estratégico de país, linda con la improvisación, el pragmatismo y la mera especulación. No se trata de restarle importancia a esa línea de acción, por el contrario, sino efectuarla en el contexto estratégico; Eje trabajado sistemáticamente por la conducción de CFK. La crítica estriba en que subyace desde una perspectiva popular una línea problemática de carácter histórica que denominaré «cuello de botella», las cuestiones irresueltas, que no encuentran punto de contacto con el peregrinaje pendular y sistemático desde una banda a otra del espectro político que realizan algunos actores políticos. Algunos por desconocimiento profundo y otros por conservadurismo teórico.
Situados ya en el barro de la hipótesis que propugno, sobresale un rasgo repetitivo de las élites argentinas, condensado en asegurar su renta así como la tasa de ganancia de la agro industria y de forma accesoria la tasa de ganancia de sectores industriales. La constitución de la Argentina como Estado Nación estuvo signada y dirigida a estos objetivos que son los que denominaremos estratégicos para las clases dominantes. Véase como desde hace más de 200 años este esquema encontró terreno fértil para sostenerse por convivir con un estadio de expansión del capitalismo que necesitaba del desarrollo de estos objetivos estratégicos en algunos de los países periféricos. Ahora bien, es la intensidad de esa demanda la que esta en crisis. La fase actual del capitalismo ha mutado, proceso q comenzó en los 80´s con el ingreso de la etapa de financierización y que hoy desborda en la sobre producción mundial, crisis de una demanda depresiva y la continuidad de la caída tendencial de la tasa de ganancia, así como un estadio de envejecimiento del capital donde el capital financiero doblegó y asfixió al capital productivo. Con lo cual, la apuesta histórica de las clases dominantes comienza a ser deficitaria, y más que nunca surge la necesidad de re prensar su estrategia. Paradójicamente, es el kirchnersimo quien ha presentado propuestas políticas para superar ese estado de cosa a través de su proyecto, haciéndolo desde una lógica de redistribución de la riqueza al interior de su pueblo, mostrando la vigencia y ubicación teórica del proyecto. Debiendo destacarse que no es un proyecto cerrado en sí, o resuelto en su totalidad, sino la mejor expresión en estado de desarrollo ante los problemas estratégicos planteados.
En este contexto, uno de los mayores aciertos interpretativos del kirchnerismo fue haber dado cuenta a tiempo del paso de un mundo unipolar con conducción hegemónica de EEUU a otro multipolar con el ingreso de Rusia y China sentados en la mesa de discusión. Solo este hecho tiene una repercusión profunda sobre la economía nacional, así como la necesidad de reajuste, de reformulación de la estructura productiva. Concatenado a este diagnóstico se encuentra la planificación de un esquema de inserción internacional que pueda interactuar con ese nuevo escenario, eje que el kirchnersimo realizó eficazmente, avanzando un paso más, al comprender que parte de sostener una relación entre iguales con los nuevos liderazgos mundiales encontraba su condición de posibilidad en la conformación y maduración de un bloque regional, sea para el diálogo centro periferia, tanto como el de Sur – Sur. Esta tarea solo se encuentra en la agenda exterior del kirchnerismo; ninguna otra fuerza política la contempla, por el contrario, sostiene un alineamiento cuasi único con un estado de cosas que ha dejado de existir, la hegemonía continental de EEUU. A modo de ejemplo, la coordinación estratégica con la burguesía brasileña no son temas de interés de Macri o Massa, si de CFK pese a la dificultad para lograrlo. El articulatorio ha estado dado, al menos como horizonte a construir en la generación de una complementariedad regional con vistas a irrumpir en la cadena de valor internacional ocupando algún mojón que sea liberado por la competitividad que el criterio de complementariedad regional pueda lograr.
Otro tema relevante para la vigencia del kirchnerismo como proyecto de país está afincado en la relación que se desprende entre la transformación del mercado internacional, donde gran parte de la región viró a la re primarización de sus economía y la política impulsada por CFK oponiéndose por sostener que esa matriz productiva rompía con la base social de sustentación porque implica en términos históricos un 25% de argentinos en el sub consumo, de allí, nuevamente, el criterio de incrementar el consumo masivo lo cual nos lleva directamente a la relación con los sectores industriales.
Sobre este punto, la hipótesis que sostengo involucra generar e instalar una pregunta a la inversa de la lógica con la que habitualmente razonamos la política. ¿Qué proyecto les ofrecemos a los industriales por fuera del consumo interno para convocarlos a integrar el bloque histórico que ejecute esta agenda estratégica? Una pregunta abre un mundo de posibilidades. Podríamos comenzar por el principio afirmando que el kirchnerismo es el único proyecto político que ha demostrado actitud y aptitud para re direccional el excedente de divisas del agro negocio para sostener el desarrollo industrial. Un buen inicio que ha demostrado sus limitaciones, en tanto y en cuanto este actor, por fuera de las Pymes ha jugado erráticamente su apoyo. El convite quizá deba recorrer una orientación superadora respecto de un mercado interno de mediana dimensión, para inducir su respaldo y a través de ello la posibilidad de su ejecución, o dicho de otra forma expandir el cuello de botella que entre otras cosa se genera, respecto de la escases de divisas -restricción externa-, por el comportamiento sistémico de fuga de divisas de estos sectores. Se estima que el total de ganancias no re invertidas de las 500 firmas de mayor tamaño del país entre los años 2002 y 2013, asciende a 161 mil millones de dólares (4). Pasado en limpio, sino se propone una orientación de la inversión industrial que exceda o por ampliación del mercado o por expansión hacia nuevos mercados la invitación deja de ser seductora. De forma complementaria, también es la forma de lidiar con inflación desmedida por puja distributiva que tiene carácter endémico en gobiernos redistributivos. Ahora, esto requerirá en términos estructurales algo que el kirchnerismo hizo y no logró consolidar por falta de tiempo que es la investigación y desarrollo tecnológico apuntalado desde el estado, y lo que falto, como lo demuestra la frustrada revolución del litio, un desarrollo industrial integrado con la región para favorecer competitividad que gane nuevos mercados. Lo que queda en claro es que no existe otro proyecto político que contemple estos interrogantes, así como la voluntad de re pensar las acciones contra cíclicas dispersas en un compendio de proyecto político estratégico.
Si bien no se debe anclar este proyecto de país a una definición estrictamente nominativa, es decir, ceñir el desarrollo de estas tareas estratégicas de agenda histórica para el campo popular a un solo nombre, resulta inocultable que el kirchnerismo ha sido y continúa siendo con vigorosidad el actor político que ha logrado motorizar un bloque histórico que dispute esta agenda. No obstante la actual dispersión que atraviesa el FpV como instrumento político/electoral, esta etapa histórica no encuentra mejor factor de aglutinamiento de correlación de fuerza que el kirchnerismo para instrumentar esa agenda.
No es caprichoso el lugar destacado que se otorga al kirchnerismo en relación a esta empresa. Resulta que en el actual tablero político bi polar: restauración neoliberal y campo popular, es el kirchnerismo quien ha ocupado el terreno de representación del pueblo y de las cuestiones referidas, repeliendo a cualquier otro actor de ese andarivel, decantándolos en una periferia política que les impide asumir el rol y la agenda que ocupa el kirchnerismo; pese a la tozudez del diputado Sergio Massa, esa esfera de representación le termina resultando refractaria.
Para ir finalizando, y no esquivando la actitud de provocación intelectual, deberíamos sumar otro factor para afirmar la hipótesis del comienzo, el cual importa que en el estado de crisis mundial el proyecto de las clases dominantes que durante muchas décadas pudo desarrollarse, aunque ello implicara un amplio margen de pobreza, hoy encuentra dificultades estructurales para re-editarse, y mientras que el proyecto popular, siempre tuvo condiciones favorables para su desarrollo, hoy ocupa ese casillero de representación de intereses, pero también puede combinar la representación de algunos de los actores de las clases dominantes, con lo cual queda expedida la posibilidad de reconfigurar un alianza de clases, con la condición inequívoca de asumir la conducción hegemónica del proceso con el acento popular que esto importa.
A modo de cierre, reiterar que la disputa por ese programa exige para salir de la órbita de la mera voluntad y de las ecuaciones macroeconómicas o geopolíticas, encarnar adecuadamente en la construcción de un bloque político. A costa de ser reiterativo, es el kirchnerismo, con la clara conducción de CFK, quien puede producir el alineamiento para ésta tarea. No es que no puedan configurarse otros realineamientos, inclusos con más peso, pero ninguna de esas empresas lleva en su vientre éste programa. Por eso, en tanto y en cuanto, no se produzca una modificación de las variables de la economía mundial, de las necesidades regionales, e irrumpa otro actor político que pueda confabular voluntades para la realización de esta agenda, el kirchnerismo no ha agotado su tarea histórica, gane o pierda elecciones. Son todas estas visiones, inquietudes y voluntades políticas son las que contienen el potencial de regenerar vasos comunicantes con una masa crítica con perspectivas de asumir como nuevo bloque histórico.
Notas:
(2) http://datos.bancomundial.
(3) http://www.indexmundi.com/
(4) Manzanelli, Barrera, Wainer, Bona. Ciclo de endeudamiento externo y fuga de capitales. Buenos Aires. Editorial La Página SA. 2015. Pág. 75.
Mariano Massaro. Abogado. Periodista. Miembro fundador del Grupo Walsh FpV. Miembro de Conducción Judiciales (AJB). Integrante Mesa Ejecutiva CTA Bs As.
(Nota publicada en revista Horizontes del Sur)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.