Los modos de hacer una campaña política en Argentina han cambiado radicalmente desde los últimos cuatro años. En su libro Marketing político, campañas, medios y estrategias electorales, el especialista en Ciencia Política Gustavo Martínez Pandiani explica los fundamentos y niveles estratégicos del marketing político, desde los cuales intervenir en el proceso electoral. Como parte de […]
Los modos de hacer una campaña política en Argentina han cambiado radicalmente desde los últimos cuatro años. En su libro Marketing político, campañas, medios y estrategias electorales, el especialista en Ciencia Política Gustavo Martínez Pandiani explica los fundamentos y niveles estratégicos del marketing político, desde los cuales intervenir en el proceso electoral. Como parte de la estrategia comunicacional, las «formas de comunicación política» son un aspecto clave.
Si en las elecciones de 1999 y 2003 (entre los que se presentaron estuvieron Carlos Menem y Eduardo Duhalde), los recursos más «modernos» eran los e-mails o simples páginas web, ahora el panorama es otro: la avanzada de la Web 2.0 en todos los ámbitos ha revolucionado las formas de comunicación que hasta hace relativamente poco eran consideradas privativas de ciertos sectores y no accesibles a todos.
La «política 2.0» es un fenómeno que está presente, aunque de diferentes maneras, en las campañas de los candidatos argentinos a la Presidencia. La tendencia no es nueva en el mundo político internacional. La aspirante a la Casa Blanca en 2008, la ex primera dama y demócrata Hillary Clinton, fue unas de las pioneras en utilizar los recursos de la Web 2.0 para lanzar su candidatura: seleccionó junto a sus seguidores la canción de su campaña y hasta anunció su precandidatura presidencial en su portal (www.hillaryclinton.com; incluso posee uno en español). Otro de los candidatos, el republicano Barack Obama, también realizó su lanzamiento en YouTube.
La candidata oficial a presidenta por el Frente para la Victoria (FPV), la senadora Cristina Fernández de Kirchner, montó su propio sitio en la Web (www.sumateacristina.com) con casi todos los recursos de la red social participativa, colaborativa y democrática: desde sus videos subidos a YouTube (el mega servidor de carga y descarga de videos), chat (Messenger) y los audios de sus discursos, ya sean en vivo o grabados, hasta fotos, posts en Twitter, feevy, enlaces, etc. además de su perfil, los editoriales y novedades.
Pero www.sumateacristina.com no es el único sitio que posee la candidata: además de www.primeroargentina.org, entre otros, hay una versión en inglés de sus propuestas e ideas en www.english.generacionk.org.
Uno de los eslóganes es «Blog por blog, vecino por vecino, desde lo virtual a las urnas». Cada cibermilitante -como se denomina al adherente político que utiliza herramientas digitales- obtiene fáciles indicaciones del sitio oficial sobre cómo crear un blog, descargar un video de Fernández (que se puede obtener de su sitio) o subir fotos de simpatizantes promoviendo acciones en favor de la candidata.
El «ciberactivista K» (por Kirchner), Sebastián Lorenzo (integrante de la agrupación Generación K) fue uno de los primeros en anunciar, a través de su sitio, que la de Cristina Fernández es «la primera cibercampaña presidencial de la historia argentina». Algo similar a lo que ocurrió con la cibercampaña organizada por el entonces candidato a presidente de Ecuador, Rafael Correa. El ahora mandatario incorporó, como señala Lorenzo, la figura «del ciudadano digital», que sin embargo no ha encontrado eco en la mayoría de los países latinoamericanos, donde es escasa la utilización de la Web 2.0 y la participación.
Otro de los candidatos, el ex ministro de Economía de la gestión kirchnerista, Roberto Lavagna, ahora opositor, también se sumó a la cibercampaña por Una Nación Avanzada (UNA). En su portal (www.presidentelavagna.com), aparecen algunos recursos de la Web 2.0: sus videos en la prensa a través de YouTube (LavagnaTV), sus discursos, links, contacto, actualización diaria con posts del propio candidato, su gestión política y currículum, aunque sin un espacio para la interactividad con la sociedad mediante un chat o foros. A diferencia de otros portales, este permite la descarga de documentos en formato PDF con consignas y eslóganes para difundir a modo de afiche.
Ricardo López Murphy, también aspirante presidencial pero por Recrear-PRO, creó su espacio en la Red a través de dos sitios (www.recrear.org.ar y http://bullblog07.blogspot.com). En ellos es posible encontrar su biografía, equipo de trabajo, videos, un acceso para consultar dónde votar (mediante el sistema que ofrece LaNacion.com), links, información institucional, espacios para subir fotos, suscripción a las newsletters, afiliación, contacto, agenda, etcétera.
Los candidatos Jorge Sobisch (www.sobishpresidente.com), del Movimiento de las Provincias Unidas, y Elisa Carrió (www.elisacarrio.com.ar), de la Coalición Cívica, también montaron sus propuestas en Internet. En el sitio de Sobish abundan las imágenes de campaña, videos, fotolog, Twitter, registración, línea telefónica gratuita, actividades del día, encuesta (el único que la posee), invitación a colaborar y noticias actualizadas. Asimismo figuran su plan de gobierno, gestión política y perfil.
Por su parte, el portal de Carrió no contiene espacio para la participación de los usuarios, sólo fotos de campaña, información desactualizada, su trayectoria, discursos, publicaciones y la agenda política. El único espacio abierto es el de contacto.
El pasado 27 de julio, tras un acuerdo entre YouTube, la CNN y los candidatos a la Presidencia de Estados Unidos, los ciudadanos pudieron preguntar en tiempo real sobre diversos temas y obtener, por esa vía, una respuesta. Algunos han llegado incluso más lejos, al posicionarse en el mundo virtual Second Life, como el entonces candidato a presidente de Francia, el conservador Nicolas Sarkozy, quien debatió con su opositora, la socialista Ségolène Royal.
Si bien una de las grandes ventajas de los candidatos argentinos al promocionar sus propuestas a través del ciberespacio es la llegar a otros públicos (diferentes franjas etarias y extracciones sociales) y reducir los costos, la desventaja está en que no todos fomentan la interactividad entre los usuarios. En su mayoría, sólo brindan información de sus actos sin contribuir al intercambio -interactividad- con los usuarios, quienes, en definitiva, les darán o negarán su voto.