La prensa internacional se prestó a una campaña de acción psicológica orientada a desinformar y a confundir, mostrando al jefe rebelde acatando los términos vergonzantes de rendición impuestos por EEUU, utilizando de «vocero» al gobierno títere de Iyad Allawi. Toda la trama se desmoronó a las pocas horas
El sábado -contradiciendo lo que decían el viernes- las cadenas, BBC, Reuters, AP y CNN, señalaban que milicianos leales al clérigo radical chiíta, Moqtada Sadr, seguían en control de la mezquita del imán Ali y del complejo que la rodea, a pesar de que los informes del gobierno iraquí lo contradecían.
Para el conjunto de la prensa internacional, combatientes leales al jefe rebelde chiíta Moqtada al-Sadr mantenían el sábado el control férreo de la mezquita del Imán Alí en Nayaf, desafiando los esfuerzos del gobierno interino iraquí para terminar la insurrección en forma negociada y pacífica.
Todas las agencias y corresponsales coincidieron en señalar que los combatientes continúaban rodeados por fuerzas iraquíes y estadounidenses, que patrullaban con tanques y vehículos blindados las calles cercanas a la mezquita, donde los combates seguían, aunque no con la misma ferocidad que hace dos días.
La situación de los rebeldes se «clarifica» luego de la andanada de versiones falsas disparadas por las usinas de inteligencia de las fuerzas de ocupación durante todo el viernes, y que señalaban que el templo sagrado se encontraba en manos de la policía iraquí luego de la rendición de los 500 rebeldes que lo ocupaban.
Según el corresponsal de la BBC en Nayaf, Alistair Leithead, que informaba desde dentro del lugar sagrado, «hay alrededor de mil seguidores de Moqtada Sadr desarmados, muchos de ellos con pancartas e imágenes del líder chiíta, dentro de la mezquita. «
Esto echa por tierra otra versión lanzada por las usinas militares USA de que en la Mezquita sólo se encontraban combatientes armados de Moqtada Al Sadr.
De acuerdo a lo que hemos podido recomponer, por medio de un análisis de las imágenes fotográficas y de las distintas informaciones fragmentadas de agencia, los que se encuentran dentro del santuario son los partidarios desarmados de la rebelión que han llegado a Nayaf -el sábado pasado- con el objetivo de servir de escudos humanos para proteger al lugar sagrado de un ataque.
Una parte de los combatientes de Moqtada Al Sadr rodean dentro de un perímetro defensivo a la Mezquita, y otros se encuentran en posiciones ubicadas en el gran cementerio y en la denominada ciudad antigua de Nayaf.
Lo que torna prácticamente imposible un ingreso «pacífico» al santuario de las fuerzas ocupantes (como se dijo ayer), sin antes haber alcanzado un acuerdo global con los combatientes que rodean y protegen la zona.
Los feroces bombardeos del jueves por la noche y del viernes por la mañana, tuvieron como objetivo la «limpieza» de los focos rebeldes que rodean al santuario, y, según varios corresponsales, se centraron sobre el cementerio, donde aparentemente se encontraría la base operativa más fuerte del ejército de líder rebelde chiíta.
Pese a la masacre –más de 70 muertos y una cifra superior de heridos– la aviación y los tanques norteamericanos no pudieron doblegar las líneas de resistencia rebeldes, y el mando militar decidió suspender la ofensiva temiendo reacciones locales o internacionales, tal como sucedió durante los bombardeos de Faluya en abril pasado.
La diferencia con Faluya -donde fueron asesinados más de 1000 ciiviles iraquíes, niños, mujeres y ancianos- consistió en que, por primera vez, el mando militar invasor, usando de «voceros» a los funcionarios iraquíes, intentó aislar y forzar una rendición de los rebeldes mediante una planificada campaña de acción psicológica en las cadenas informativas.
La acción se orientó a difundir -por medio de los funcionarios iraquíes- versiones falsas de la situación en Nayaf con el evidente propósito de desinformar, confundir, y mostrar a una guerrilla rebelde claudicante y acatando los términos de rendición impuestos por el gobierno de Allawi.
Todas las agencias internacionales (salvo IAR-Noticias que puso el título en condicional) siguieron la impronta de las cuatro cadenas «locomotoras», BBC, Reuters, Associated Press, y CNN, titulando que los rebeldes se habían rendido y entregado pacíficamente el santuario chiíta a la policía iraquí.
Solamente modificaron el título (pusieron en condicional la información dada por el gobierno iraquí) cuando la agencia Europa Press, a finales de la tarde del viernes en Irak, negó que las fuerzas iraquíes estuvieran en control del templo sagrado, citando a un portavoz de Moqtada Al Sadr.
Las propias cadenas informativas, caso de Reuters o de la BBC, debieron admitir luego que fueron víctimas de una situación «confusa» que las llevó a informar erróneamente que la policía iraquí estaba en control de la Mezquita.
Reuters reconoció luego que «en medio de una gran confusión tras dos semanas de rebelión, en la que han muerto cientos de personas y desatado récord en los precios del petróleo, el ejército de Estados Unidos dijo que no podía confirmar que el gobierno iraquí hubiera tomado el control de la mezquita».
Sin entrar mucho en detalle, el resto de las cadenas siguió con la tesis de la «confusión» para describir lo que claramente fue una acción psicológica ejecutada a través de las declaraciones de los funcionaros iraquíes, que contrastaban claramente con lo que decían los corresponsales en el terreno.
Obviamente que la falsa noticia de la rendición «pacífica» de los rebeldes de Moqtada Al Sadr tenía tres claros beneficiarios: EEUU, el gobierno iraquí, y el alto clero chiíta conducido por el ayatolá Sistani que busca una salida conciliatoria y pacífica con el invasor norteamericano.
El clérigo rebelde
Para describir parte del problema que suscita la rebelión de Moqtada Al Sadr, basta citar unas líneas escritas por Anthony Shadid, uno de los pocos periodistas que lo entrevistó unos días después de la ocupación militar de EEUU:
«Ciertos temas definen su movimiento: la competencia por el liderazgo con el ayatolá Ali Sistani y una cierta ambivalencia respecto a la presencia estadounidense, que con el tiempo se fue convirtiendo en profunda oposición. Otro punto es su convicción de que va a jugar un rol político en su país, que cree haber heredado de su padre».
En una entrevista para la cadena BBC, el profesor Gareth Standsfield de la Universidad de Exeter en Inglaterra, sostuvo que Moqtada y sus seguidores constituyen un movimiento social y político que no puede ser ignorado.
«Sadr fue uno de los primeros en ocuparse de su comunidad en ciudad Sadr apenas cayó Saddam Hussein. Semanas antes de que los estadounidenses llegaran a Bagdad e intentaran reconstruir la infraestructura eléctrica, Sadr ya había comenzado, por ejemplo, a trabajar para reestablecer los servicios en la ciudad», explicó Standsfield.
«Existe un aspecto religioso, pero lo que sucede en torno a Sadr tiene más que ver con la identidad comunitaria. La gente lo reconoce como un líder chiita que va a mejorar su posición», añadió el catedrático.
Este el punto central que preocupa tanto al alto clero chiíta con Sistani a la cabeza, como a EEUU y a su gobierno títere en Irak: la posibilidad de que Moqtda Sadr y sus proclamas de resistencia armada se conviertan en bandera de la comunidad chiíta que conforma el 60% de la población de Irak.
También es cierto que desde el primer levantamiento armado de los chiítas de Al Sadr, en abril de este año, la figura del clérigo rebelde comenzó a expandirse y a crecer entre los sectores más pobres de la comunidad chiíta, principalmente en la periferia de Bagdad.
Y resultó evidente, para quien analiza información procedente de Irak, que la operación militar para terminar con el jefe rebelde contó con la «complacencia», no sólo del gobierno de Allawi sino también del ayatolá Sistani, cuyo liderazgo espiritual corre serio riesgo con la permanencia del joven clérigo al frente de la resistencia contra el invasor estadounidense.
Durante las dos semanas que lleva el nuevo levantamiento chiíta en Nayaf, la acción psicológica estadounidense en las cadenas informativas estuvo orientada a presentar a Moqtada Al Sard en una «postura negociadora y claudicante», o aceptando términos de rendición vergonzantes.
El objetivo -cuya trama se puso en evidencia con el fracaso de ayer- no era otro que el de aislar y desprestigiar al joven líder entre la comunidad chiíta cada vez más proclive al sentimiento antinorteamericano y a la resistencia a las tropas invasoras.