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Entrevista a Roberto Baschetti, intelectual y militante del campo popular

«Las empresas periodísticas formadoras de opinión hacen lo posible e imposible para derrocar a un gobierno elegido por su pueblo»

Fuentes: Rebelión

Roberto Baschetti es sociólogo e investigador. Ha publicado Documentos de la Resistencia Peronista 1955-1970; Documentos 1970-1973. De la guerrilla peronista al gobierno popular; dos volúmenes de Documentos 1973-1976: De Cámpora a la ruptura y De la ruptura al golpe y otros dos subsiguientes de la misma serie: Documentos 1976: Golpe militar y resistencia popular y […]

Roberto Baschetti es sociólogo e investigador. Ha publicado Documentos de la Resistencia Peronista 1955-1970; Documentos 1970-1973. De la guerrilla peronista al gobierno popular; dos volúmenes de Documentos 1973-1976: De Cámpora a la ruptura y De la ruptura al golpe y otros dos subsiguientes de la misma serie: Documentos 1976: Golpe militar y resistencia popular y Documentos 1977: Resistir es vencer. También, Rodolfo Walsh, vivo (escritos olvidados, cronología de vida, bibliografía afín).

Precisamente sobre los temas de la Resistencia Peronista y Rodolfo Walsh ha dado clases, charlas y conferencias en diversas universidades de nuestro país.

También en el ámbito universitario fue invitado a participar en las cátedras libres organizadas para conocer y discutir el pensamiento y acción de Ernesto Guevara, John William Cooke, Rodolfo Walsh y Felipe Vallese. En dicho contexto colaboró con artículos como: «Cooke de vuelta (El gran descartado de la historia argentina)» con su trabajo John William Cooke: una historia de vida y lucha y «Che el argentino» a través de su escrito, vertido con el título De Perón al Che. Encuentros y desencuentros entre el peronismo y la izquierda: 1945-1967.

En el año 2012 publicó El alma de la Patria. El Peronismo y su lucha revolucionaria cuyo objeto de investigación es el peronismo revolucionario en todas sus variantes bibliográficas, desde sus inicios a la fecha.

Entre sus últimas producciones deben mencionarse los dos tomos de La Memoria de los de Abajo 1945-2007. Hombres y Mujeres del Peronismo Revolucionario (2007) donde recupera del olvido y del anonimato centenares de historias de vida de militantes populares. La repercusión de este trabajo lo llevó a actualizar permanentemente ese listado en su página web www.robertobaschetti.com, en el ítem. «militantes uno x uno»; donde pueden encontrarse más de 2500 historias de vida.

También aparece de su autoría, en dos volúmenes, La Clase Obrera Peronista, (2009) que cubren la historia de ésta, desde 1943 hasta 1983; es decir, desde el nacimiento político de Perón hasta el regreso definitivo de la democracia a la Argentina. Para la misma época, y siempre de su autoría, apareció La violencia oligárquica antiperonista entre 1951 y 1964. Su consecuencia directa en donde demuestra fehacientemente que la violencia política en Argentina no comenzó como quieren hacer creer desde la historia oficial y las usinas de comunicadores de las grandes empresas periodísticas, en 1970 con el secuestro y ejecución del general Aramburu, sino que esta acción fue el corolario y consecuencia directa de un espiral violento en ascenso que comenzó mucho antes con la finalidad de matar a Perón y aniquilar al peronismo.

Ya en el año 2014, en el mes de junio, La Editorial de la Universidad del Comahue (EDUCO), editó y dio conocer con la autoría de Roberto Baschetti, el libro titulado Francisco «Paco» Urondo. De la poesía al combate, un instrumento válido para acercarnos una biografía narrada del personaje, como así también todo lo que él escribió como poeta, militante, escritor y periodista y por otro lado, un registro -así mismo- minucioso de los escritos sobre Urondo y su narrativa.

Erasmo Magoulas: El Comandante Hugo Chávez dijo alguna vez que él era el primer peronista de Venezuela. El peronismo ejerció una gran influencia ideológica en los países del Tercer Mundo durante sus diferentes etapas de luchas post coloniales y neo-coloniales, tanto en Africa, como en la región de los Balcanes, como en el Medio Oriente, y por supuesto en Nuestra América. Como historiador y antropólogo del peronismo a qué se debió, y tal vez aún se dede, esa influencia ideológica de nuestro movimiento nacional para la liberación, en lugares geográficamente tan lejanos.

Roberto Baschetti: La influencia ideológica de nuestro movimiento nacional para la liberación, en lugares tan diversos, debe entenderse desde el discurso que Perón lleva adelante luego de la finalización de la segunda guerra mundial y en un momento en que comienza a gestarse en el mundo lo que se conocerá como la guerra fría entre dos potencias mundiales emergentes de aquella conflagración mundial: el imperialismo y el comunismo. Perón demuestra que hay una tercera vía, una tercera posición que recupera al hombre y a su bienestar como fuente legítima de poder. «Para el Justicialismo la política está en función de la soberanía de los pueblos, y la economía, en función de la elevación social. Por lo tanto en ningún momento la política puede ser un arma que se vuelva contra el hombre, como sucede en los sistemas deshumanizados. Y, por otra parte, tampoco la economía tiene la posibilidad de utilizar al hombre hasta sofocarlo, puesto que actúa en función social. El engrandecimiento de la Patria, el extraordinario incremento de sus bienes materiales, tienen, como objetivo final, la dignificación de todos los componentes de la sociedad. Es ésta, pues, la única posición que destina la acción de su política y de su economía a la solución de los problemas sociales. No hay pues, Tercera Posición sin soberanía política, sin independencia económica y sin justicia social. E, inversamente, podemos afirmar que éstas no existen sin aquella. No se salvará el hombre de ésta época de sucesivo conflicto si no hace suya la única doctrina que lo defiende y sitúa en su tiempo y en la sociedad con un espíritu de justicia que se opone vigorosamente a la injusticia en que se debate el mundo actual, dividido en sistemas que no representan al hombre, abocado a luchas que no buscan su liberación sino su total sometimiento, como si aún no bastara lo padecido, como si la experiencia de la última guerra mundial, y de su posguerra de disgregación e incertidumbre, hubiera sido insuficiente (…) Solo la creación en materia política puede trazar un camino nuevo. Y el Justicialismo es creación, en medio de doctrinas decadentes o forzadas. Y puesto que es creación, hay en sus postulados, vitalidad y pureza. Las dos fuerzas que pueden reorganizar el mundo sobre las bases de lo verdadero». (Tomado del folleto del primer peronismo titulado: «Perspectivas humanas de la Tercera Posición»).

E.M.: Desde el renacimiento integrador Nuestroamericano del Siglo XX, ideado por Perón con el proyecto ABC (Argentina-Brasil-Chile), que retomaba las banderas decimonónicas bolivarianas, sanmartinianas, martianas, y de Francisco Morazán en Mesoamérica, no se había visto una impronta tan decidida por la integración Iberoamericana como la que vemos hoy. Simultáneamente, la fuerza imperialista y sus asociados europeos, junto con sus agentes internos están decididos a que la integración de nuestros países no llegue a buen puerto. Qué aportes importantes, a tu criterio, ha desarrollado el Kirchnerismo en esta etapa de la integración sudamericana.

R.B.: Los gobiernos nacionales y populares de Néstor Kirchner y Cristina Fernández han logrado llevar a la práctica y con un alto grado de eficacia la integración latinoamericana en pos de banderas comunes a los intereses de nuestros pueblos. Es decir hacer realidad el sueño de San Martín, Bolívar, Martí y Perón entre otros. No es casual, no resulta aleatorio, que este intento americanista logrado satisfactoriamente, lo ejecuten personas o movimientos políticos directamente relacionados e influenciados por aquel peronismo de las tres banderas históricas encarnadas en la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, y vigentes hoy más que nunca.

E.M.: El pensador nacional y popular Rodolfo Puiggrós dijo alguna vez que su fe en el destino del país estaba cifrada en dos sujetos sociales claves, los trabajadores y la juventud. Cómo has visto el resurgimiento de estos dos universos transformadores en los últimos diez años de la Argentina.

R.B.: Puiggrós resulta un referente obligado y la lectura de sus escritos es indispensable si uno quiere entender nuestra patria, al peronismo y a Latinoamérica en su conjunto. Al respecto es conocida su posición y confianza en el futuro promisorio de Argentina si se da a lugar a las propuestas y políticas que llevan adelante los trabajadores y los jóvenes. Los trabajadores se sabe, siempre han sido la columna vertebral del Movimiento Peronista. Con su ideología de clase y su lealtad consecuente al líder y a su doctrina, llevaron el peso de 18 años de resistencia (1955-1973) a todas las trampas y violencias que llevó adelante el sistema para derrotar a Perón y al peronismo. Fue esa misma clase obrera, la que repuesta del fracaso en que terminó el tercer gobierno justicialista (1973-1976) se parapetó en sus lugares de trabajo para resistir y vencer, a las más sanguinaria dictadura cívico-militar-eclesiástica que asoló estas tierras. Por su lado los jóvenes fueron siempre vanguardia de la revolución peronista desde 1945 en adelante. Ellos estuvieron al frente del 17 de octubre, ellos movilizaron al país por el voto peronista en 1946, ellos estuvieron siempre en la primera línea de batalla luego de la caída de Perón en 1955. Fueron diezmados a partir del 24 de marzo de 1976. Desaparecidos y asesinados. El regreso de la democracia en 1983 no solo sirvió para estigmatizarlos (Teoría de los dos Demonios) sino para dar entender que había una sola manera de hacer política y esa era «rosqueando» y negociando con los poderosos. El mayor grado de impunidad y vergüenza estuvo dado por el menemismo y sus relaciones carnales con los EE.UU. Lógicamente los jóvenes descreyeron de la política como motor de cambio para lograr una sociedad más justa e igualitaria. Debieron venir los gobiernos de Néstor y Cristina para que nuevamente las cosas estuviesen en su lugar y la juventud se incorporara de lleno a la actividad política. Ella es presente de cambio y futuro de transformaciones. Los grupos concentrados de poder que no quieren perder sus privilegios mal habidos, lo saben, y bregan constantemente por descalificar a una juventud «maravillosa» que sigue un camino claro y preciso por la liberación nacional y social de nuestra patria.

E.M.: Hoy el sujeto de las transformaciones sociales no está tan claramente definido como hace 40 o 50 años. Ni es un sujeto tan excluyente, como lo había sido. La aparición del feminismo, el indigenismo, el ecologismo, los movimientos de la diversidad sexual, los movimientos campesinos, el cooperativismo transformador, los movimientos eclesiales de base, el horizontalismo, han irrumpido con gran fuerza en el escenario político e ideológico, demandando el derecho de sus espacios, a los actores históricamente protagónicos del cambio por más de un siglo. ¿Qué análisis te merece este fenómeno, que tiene gran incidencia en la región y cómo lo percibís particularmente en la Argentina?

R.B.: Nadie puede realizarse en un país que no se realiza, dijo sabiamente Perón alguna vez. Y en eso están miles y miles de organizaciones que buscan precisamente a través de su agrupamiento poder hacer valer su derechos e integrarse a una Nación digna de llamarse tal, donde todos tengan iguales oportunidades y derechos. El peronismo siempre fue ejemplo y paradigma en este modo de actuar y hacer política. Solo basta recordar cuando en los ’70, la Tendencia Revolucionaria Peronista instrumentó organismos territoriales que permitían luchar por reivindicaciones concretas sin apartarse de la política de conjunto. Así fue como se crearon la Agrupación Evita de la Rama Femenina, la Unión de Estudiantes Secundarios, la Juventud Universitaria Peronista, la Juventud Trabajadora Peronista, el Movimiento de Inquilinos Peronistas, el Movimiento Villero Peronista, el Frente de Lisiados Peronistas, etc. Cada uno en lo suyo pero todos detrás de un objetivo común.

E.M.: El sindicalismo argentino está traspasado por héroes y mártires de la causa de los trabajadores, pero también por elementos con mucho poder dominación (no servicio) que siempre estuvieron alineados a los sectores hegemónicos. La democratización de las centrales obreras y de trabajadores es un imperativo. ¿Cómo ves la actual situación del sindicalismo en la Argentina?

R.B.: La situación del sindicalismo en la Argentina actual no es la mejor. Varias centrales obreras luchan por la representación de los trabajadores y por imponer sus políticas a las demás. Lejos estamos de aquella única CGT del primer gobierno peronista que llegó a tener casi 5 millones de trabajadores afiliados. Todos los gobiernos posteriores (tanto dictatoriales como civiles débiles) pusieron todos su esfuerzos por doblegar y fragmentar a esa poderosa unión gremial que hoy ya no existe. Usaron represión y sobornos por partes iguales. Con la primera aniquilaron a los sectores sindicales leales a la clase trabajadora y a sus representados. Como bien dices, una larga lista de mártires y héroes jalonan ese camino desgraciado. Con los sobornos y pagos a dirigentes gremiales venales y deshonestos lograron traicionar luchas y reclamos. Hasta crearon un nombre, explicitaron una manera de nombrar la traición: El «vandorismo». Que hizo época y llegó a enfrentar a Perón abiertamente. El máximo exponente de este tipo de sindicalismo amarillo estuvo dado por aquellos secretarios generales de sindicatos que terminaron siendo socios y presidentes de organizaciones empresariales que explotaban a sus propios afiliados, a la luz de los cambios que el menemismo llevó adelante para debilitar aún más a la clase obrera. Algo inaudito realmente y cuyos resabios aún estamos padeciendo.

E.M.: Los medios corporativos que hacen a la comunicación y el entretenimiento han venido siendo desenmascarados en su accionar como órganos de adoctrinamiento ideológico y de disciplina social, especialmente en esta última década. Hoy prácticamente son el partido político de la oposición, y que cobija a un variopinto grupo de «personalidades» de lo estrictamente político, y a una población simbiótica que sobrevive en un nicho creado por los propios medios, que es el de la política-show. ¿Qué influencias ves en estos grupos mediáticos para el futuro de la democracia argentina?

R.B.: Su influencia es muy grande y formadora de opinión entre una clase media volátil ideológicamente, que tiene como único «norte» mantenerse como tal, como clase media, aunque sea necesario pisar cabezas para conservar su «status quo». Formada en la escuela sarmientina y en el esfuerzo individual como único motor de progreso, siempre terminan pagando el «pato de la boda» cuando hay recesiones, devaluaciones, y políticas económicas entreguistas por parte de los grupos concentrados de poder. Se empobrecen, se pauperizan y nuevamente a volver a empezar, corriendo detrás de la zanahoria inalcanzable. Pero sorprendentemente no se dan cuenta (o no se quiere dar cuenta) porque es mucho más fuerte su odio a los «negros», al «populismo». No pueden concebir que el portero de su edifico gracias a este gobierno se pueda ir con un tour turístico a conocer Europa. Algo que por clase social parecería que solo puede estar reservado para «elegidos» o sea a ellos mismos. Actúan de la misma manera en que reaccionó una clase acomodada de la sociedad argentina cuando a partir del primer gobierno peronista, los obreros pudieron ir de vacaciones a Mar del Plata, un reducto oligarca hasta entonces. Sobre esta carne amorfa y frustrante, de una clase media temerosa y resentida a la vez, es en donde actúa con éxito la prédica disolvente de las empresas periodísticas formadoras de opinión, que hacen lo posible e imposible para derrocar a un gobierno elegido por su pueblo.

E.M.: La mal llamada «seguridad», el dólar, el relato republicanista, las predicciones de la amenaza totalitaria se han transformado en los caballitos de batalla de los sectores con pretensiones restauradoras de un orden, que no es nuevo ni modernizador, donde no primó, en su ejercicio de los 90, ni los bajos índices de criminalidad, ni el funcionamiento transparente de los poderes del Estado, ni la posibilidad de ascenso social de las clases más postergadas, ni índices de empleo alentadores. Sin duda que existe una puja entre dos diferentes modelos. Las clases dominantes no se conforman con sólo ser dominantes, también quieren ser dirigentes. Si esto ocurriera, todos o por lo menos muchos, sabemos que en la Argentina sobrarían 20 millones de ciudadanos. Cómo ves el desarrollo de la correlación de fuerzas entre una Argentina que pretende cada vez más justicia y solidaridad, y la Argentina de las relaciones de sometimiento a los organismos internacionales de crédito, del fin de la historia y de la muerte de las ideologías.

R.B.: La correlación de fuerzas entre dos proyectos en Argentina tiene tantos años como la patria misma. Desde la revolución de mayo de 1810 en adelante siempre hubo dos proyectos de país y hasta ahora ninguno pudo imponerse sobre el otro definitivamente. Uno abogó por la entrega del país y por una sociedad para pocos donde solo tuvieran lugar los dueños de la pampa húmeda, los dueños de materias primas, las oligarquías provinciales y las empresas multinacionales. El resto del país y sus ciudadanos era desechable. En números actuales: gobernar para satisfacción de 7 u 8 millones de argentinos y el resto no cuenta ni tiene lugar en su plan de gobierno. El otro proyecto es nacional, popular e integrador y puede explicarse rápidamente pasando revista a todas las decisiones que lleva a cabo nuestro gobierno presidido por Cristina Fernández de Kirchner en beneficio del conjunto de la población, sobre todo llegando con medidas concretas de ayuda, a aquellos sectores sociales más desprotegidos históricamente.

E.M.: Hace unos meses se produjeron rebrotes restauradores neoliberales. Algunos pasaron desapercibidos porque los medios corporativos trataron de ocultarlos. Hechos interesantes para tener en cuenta, y tal vez para no pensar en simples coincidencias. Paros misteriosos llamados por el sindicalismo burocrático; reunión regional (Sur y Centroamérica) de los defensores del Terrorismo de Estado; la llegada del cubano-americano Carlos Gutiérrez, enviado por Madeleine Albright (para «resolver» el problemita de los holdouts); la reunión en Rosario de los voceros globales del Imperialismo, uno de cuyos adláteres es un reconocido terrorista cubano-americano, Carlos Alberto Montaner (terrorista pero de los buenos, diría el Pentágono); incremento del fogoneo mediático alrededor de la «seguridad» y el dólar; todo ésto matizado por «analistas de plató», que vociferan un día sí y el otro también: «ésto no da más». Después vinieron las arremetidas de los «servicios» desplazados (paso a retiro luego de 43 años de «servicios») de la SIDE Secretaría de Inteligencia del Estado, la movida judicial gritando muy bajito que quieren independencia y que «no los maten como a Nisman», a la olla superpodrida de los atentados de la Embajada de Israel y de la mutual Amia se le fue corriendo la tapa, y dejó al descubierto un triángulo de amores siniestros entre el Poder Judicial, los servicios de inteligencia «nacionales» y «La Embajada», que los medios corporativos quieren tapar a como de lugar, confundir y tergiversar ¿Qué opinión te merecen estos hechos, como sociólogo de la política?

R.B.: La respuesta a esta pregunta tan larga como interesante, creo que ya está contestada en otra anterior cuando hablamos de los medios concentrados de información en manos interesadas de grupos empresariales capitalistas y de manifiesta aversión a las clases populares, que tratan de difundir información (falsa o incomprobable, da lo mismo) que horade permanentemente la base de sustentación de nuestros gobiernos latinoamericanos que luchan por la independencia definitiva de nuestro continente. «Clarín» y «La Nación» son dos buenos ejemplos de lo que digo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.