Recomiendo:
0

Lenguaje asimétrico

Fuentes: Rebelión

Cuando Chile compra material bélico por más de dos mil millones de dólares «moderniza» sus Fuerzas Armadas; si es Brasil quien lo hace, «refuerza la defensa de sus fronteras»; pero si Venezuela compra aviones de combate se «embarca en una carrera armamentista sumamente peligrosa». Sin embargo, el gasto militar de Venezuela en millones de dólares […]


Cuando Chile compra material bélico por más de dos mil millones de dólares «moderniza» sus Fuerzas Armadas; si es Brasil quien lo hace, «refuerza la defensa de sus fronteras»; pero si Venezuela compra aviones de combate se «embarca en una carrera armamentista sumamente peligrosa». Sin embargo, el gasto militar de Venezuela en millones de dólares y porcentaje del PIB es el quinto de Sudamérica, superado ampliamente por Brasil, Chile, Colombia o Argentina.

Si Bolivia recupera el control de su gas, Venezuela gestiona su petróleo, o Argentina no permite que las empresas suban abusivamente las tarifas de los servicios públicos, se comportan como gobiernos «intervencionistas que ahuyentan inversiones extranjeras y ponen en riesgo la seguridad jurídica», mientras que si Francia o España alientan fusiones entre grandes empresas o envían a sus ministros a defender patéticamente a sus trasnacionales no intervienen en la economía, sino que «salvaguardan los intereses nacionales, supervisando legítimamente sus sectores estratégicos». En realidad, las multinacionales españolas nunca han ganado tanto dinero en Latinoamérica como en estos años, y sus inversiones en Venezuela y Bolivia no han dejado de crecer entre 2001 y 2006.

Si Venezuela no renueva la licencia de emisiones a un canal de televisión como la RCTV que secundó un golpe de Estado, se trata de una «práctica contraria a la libertad de expresión y de una deriva autoritaria», pero si es México quien promueve la concentración de los medios de comunicación reformando la Ley Federal de Radio y Televisión, este hecho no merece ni una crítica pese a ser contrario a la pluralidad informativa, según denuncia Naciones Unidas. Cabría analizar el grado de libertad de expresión de un país donde una viñeta satirizando a su Monarquía provoca el secuestro de una revista y una multa a sus autores, si la comparamos con la libertad de la que disfrutan canales como Globovisión en Venezuela, en los que a un jefe de Estado se le llama «simio» todos los días sin que suceda nada.

Cuando algunos gobiernos del cono sur priorizan gastos sociales como la educación o la sanidad, y aprueban rentas o salarios mínimos, se les llama «populistas que compran los votos de los pobres», pero actuaciones de ese tenor serían consideradas «políticas de alto contenido social propias de un Estado de Bienestar» si las propusiera un gobierno europeo. La realidad es que, según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Venezuela y Argentina son los dos países sudamericanos que más han conseguido reducir sus cifras de pobreza en los últimos años, sin resonancia mediática alguna.

Si Bolivia intenta reformar sus instituciones para ponerlas al servicio de la mayoría, leemos en «El País» que «Evo Morales impone su Constitución», pareciendo que toma el poder por las armas, que la Carta Magna es la loca idea de un autócrata, y que el proyecto roza la ilegalidad. Pero el Movimiento Al Socialismo (MAS) tiene el favor del grueso de la población y la reforma es el resultado de haber ganado las elecciones; aunque la oposición tenga la propiedad de los medios de comunicación y por tanto su respaldo, e intente malograr el proceso mediante la algarada y el secesionismo de las regiones más ricas.

Cuando Hugo Chávez, negociaba, con el beneplácito del presidente de Colombia, Álvaro Uribe, y estaba a punto de conseguir el canje humanitario de un grupo de secuestrados de las FARC, fue apartado abruptamente del proceso con una excusa absurda, pese al deseo de las familias de los presos que defendían que la mediación del presidente venezolano estaba dando frutos, como demuestran recientes pruebas documentales. La realidad es que hubiera resultado inaceptable un éxito internacional de Chávez; EE.UU se quedaría sin argumentos para permanecer militarmente en Colombia si se firmara la paz. Ahora entrará en juego el omnipresente Nicolás Sarkozy, al que prefieren para que se lleve los méritos.

Pero de lo que no cabe duda es que pese al consenso mediático en su contra, el presidente Chávez ha dado una lección de democracia a todos los que lo llaman dictador, al reconocer con altura política y desde el primer momento que la propuesta de reforma de la Constitución no cuenta -por ahora- con el respaldo mayoritario de los venezolanos.

[email protected]