Si el gobierno colombiano hubiera logrado la liberación de las secuestradas, sólo veríamos en la prensa amplios reportajes, celebraciones y emotivas crónicas. Pero no ha sido el bueno de Uribe quien lo ha conseguido sino el malo de Chávez, y eso cambia totalmente la percepción de los hechos, según El País. Es la crónica de […]
Si el gobierno colombiano hubiera logrado la liberación de las secuestradas, sólo veríamos en la prensa amplios reportajes, celebraciones y emotivas crónicas. Pero no ha sido el bueno de Uribe quien lo ha conseguido sino el malo de Chávez, y eso cambia totalmente la percepción de los hechos, según El País. Es la crónica de una obsesión crónica.
Según su editorial de hoy (12/1/08), la «buena noticia» de la liberación «no puede empañar el hecho de que Chávez instrumentalice políticamente su mediación, convirtiéndola en una baza para su proyecto de liderazgo en América Latina». Así es, que el maligno Chávez utilizará la liberación para sus malignos planes es algo tan cierto para El País que merece el calificativo de «hecho».
Es un simple ejemplo de la «lógica antichavista», que parte del axioma de que todo lo que provenga de Chávez es malo, y en función de tal axioma se adapta la realidad. Por eso cuando Chávez reconoció su derrota en el referéndum constitucional, para uno de los opinadores habituales de El País (15/12/07), Jorge Castañeda, «se antoja improbable que un presidente (…) con claros antecedentes de haber sucumbido ante tentaciones antidemocráticas, acepte una derrota por 1.4% del voto», así que debemos dar credibilidad a «insinuaciones» y «especulaciones» según las cuales Chávez hizo no sé qué trato para reconocer la derrota a cambio de que la diferencia fuera pequeña ¡Rigor periodístico!
En el caso que nos ocupa, Chávez tampoco medió por razones humanitarias sino como parte de una estrategia política, un «magnífico negocio político», según palabras de M.Á.Bastenier (26/12/07), quien miente al decir que Chávez «antes de que se lo pidieran no había movido un dedo a favor de ningún canje». Si repasamos un poco la hemeroteca ¡de El País! encontramos continuos ofrecimientos de Chávez para mediar en el conflicto que se remontan a sus primeros meses en el gobierno (ver 19/4/99, por ejemplo). Una nueva muestra de rigor periodístico la de desconocer las propias informaciones del periódico y fomentar la amnesia colectiva respecto a lo que no interesa divulgar.
Sigue el panfleto diciendo que, en el anterior intento fallido de liberación, «Chávez responsabilizó entonces a Bogotá de haber boicoteado la entrega de las rehenes», pero «la realidad era distinta». Pues no, no era distinta, era justamente esa, y así lo han reconocido tanto el ejército colombiano como las secuestradas. Así que el «comportamiento inhumano» no es el de las FARC sino el de Uribe, quien se dedicó a bombardear la zona de la liberación. ¿Cómo se explica este comportamiento si no es porque Uribe quería sabotear la operación, cuando no matar directamente a las secuestradas para así culpar a la guerrilla? Las intenciones criminales son aquí tan obvias que este punto sólo puede ignorarse mediáticamente.
Para El País, alineado incondicionalmente con los gobiernos corruptos y genocidas como el de Uribe, el único interés de la guerrilla es «mantener a la población de un país bajo el chantaje y el terror». Pero cuando las FARC intentaron explorar la vía política, presentando su partido Unión Patriótica, miles de sus miembros fueron asesinados impunemente por los paramilitares. Otro hecho desagradable que hay que olvidar y quitar de la balanza.
A veces me han preguntado por qué se ataca tanto a El País y menos a otros periódicos. La respuesta es tan sencilla como triste: de entre los grandes periódicos españoles, hasta que Público demuestre su potencial, El País representa la versión más moderada de servilismo mediático. En otras palabras, los otros son aún peores. Por curiosidad, y como simple ejercicio académico, podemos echar un vistazo a lo que dice por ejemplo el ABC. En el editorial del 29/12/07 leemos
«nada convenía más al caudillo venezolano Hugo Chávez que encontrar un hecho para explotar como filón propagandístico de forma que pudiera eclipsar el estruendoso fracaso de sus intentos por imponer una dictadura socialista perpetua a los venezolanos (…) necesitaba distraer la atención (…) operación pretendidamente humanitaria (…) obscena operación de propaganda (…) aquel que no hace más que defender la ley y el Estado de Derecho luchando contra una banda de salteadores de caminos y de traficantes de drogas, el presidente Álvaro Uribe». Suficiente para mi estómago.