«Lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir». RR Asombradxs, nos vemos obligadxs a escribir aquí a raíz de la nota titulada «Litio y espejos de colores», escrita por Dario Aranda y editada por Opsur. Su idea central consiste en que la extracción indiscriminada de litio, la cual desconoce las consecuencias ambientales, […]
Asombradxs, nos vemos obligadxs a escribir aquí a raíz de la nota titulada «Litio y espejos de colores», escrita por Dario Aranda y editada por Opsur. Su idea central consiste en que la extracción indiscriminada de litio, la cual desconoce las consecuencias ambientales, la lucha y la voz de las comunidades, tiene por responsables a las multinacionales, los malos gobiernos nacional-provinciales y la academia. Nosotrxs, el Grupo en Geopolítica y Bienes Naturales de la Universidad de Buenos Aires, seríamos el ejemplo destacado de «la ciencia» abocada al litio y desconectada de las comunidades y la problemática ambiental. Sinceramente, no podíamos creer lo que leíamos. Que nosotrxs no estamos ubicados en el lugar en que quieren ubicarnos no requiere argumentación, es evidente. Sin embargo, la nota tergiversa nuestro decir, cuando no falta directamente a la verdad, embarra nuestro esfuerzo y trabajo de años, así como los vínculos y la confianza que hemos construido con lxs actores y protagonistas de las luchas.
Ambiente y transición energética
En el complejo universo de la cuestión litífera es muy difícil conocer los datos acerca del consumo de agua de la minería. Investigamos también para eso. Gracias a nuestro trabajo en el Salar de Uyuni visitamos las instalaciones del proyecto litífero y logramos que un empleado que no se percató de la información que estaba brindando nos transmita el consumo de agua actual en la fase piloto que lo extrapolamos a la producción industrial proyectada: Bolivia consumirían aproximadamente 225.000.000 de litros de agua por año bajo un parámetro de eficiencia y 612.500.000 de litros bajo uno de no eficiencia. Estimamos que solamente nosotrxs conocemos el dato porque hasta aquí no lo ha hecho público el Estado Boliviano. Para nuestra nueva investigación, que publicaremos a principios del año 2019 bajo licencia creative commons porque es financiada por recursos públicos, dedicamos un capítulo entero a los problemas ambientales donde también nos ocupamos, por ejemplo, de la utilización de agua en Chile o de los residuos en Argentina.
Ahora bien, el litio es clave en la transición energética que permite combatir el cambio ambiental global y desfosilizar nuestras sociedades, y bajo una lógica que no busque la ganancia será necesario contar con este bien común si queremos generar los reservorios de energía que nos permitan pervivir como humanidad. Ningunx de nosotrxs acuerda con la extracción de bombeo a partir de salmueras tal y como hoy se lleva a cabo, ni con el saqueo que realizan las empresas en el norte argentino, ni con el extractivismo y la reprimarizacion de bienes comunes. En este punto Aranda falta a la verdad al sugerir que Ariel Slipak defiende la extracción de litio en los salares y que apaña al gobierno neoliberal chileno porque supuestamente pagarían altas regalías las mineras. Esto se puede comprobar en los trabajos y actividades donde reiteradamente aborda los efectos e impactos en los territorios en el NOA, Chile y próximamente en Bolivia. La exposición de Slipak, además, tuvo lugar en una charla realizada junto a las comunidades. No había traductores sino protagonistas. Profundicemos en este punto.
Información generosa y articulación comunitaria
Cualquier escrito supone ordenar cierta información, contamos aquí de donde proviene parte de la información que utiliza Aranda y las imágenes que ilustran su escrito, las cuales hablan directamente de nuestro vínculo con las comunidades. Los testimonios que Darío Aranda toma de nuestro grupo, de Ariel Slipak principalmente, mayormente forman parte de un encuentro que co-organizamos junto a la Fundación Rosa Luxemburgo titulado «¿Boom del litio? Realidad y debates regionales en Argentina, Chile y Bolivia», realizado en septiembre de 2018, donde participaron representantes de las comunidades de Argentina y de Chile. El proyecto con la Fundación Rosa Luxemburgo incluía la realización de talleres en el NOA, audios que difundían los efectos socio-económicos y ambientales de la extracción de litio en el norte difundidos principalmente en radios locales de municipios y comunidades, la realización de una charla pública y un encuentro de un día entero junto a las comunidades originarias y a las múltiples organizaciones que trabajan en el territorio, para elaborar una estrategia de acción política común. No se menciona nada de esto en el texto de Darío Aranda. ¿Dónde está la «academia» acá o nuestra falta de compromiso? Es todo lo contrario ¿Pero Aranda y Opsur conocían este encuentro? Invitamos a Darío Aranda, no vino, pidió la grabación de la charla y se la facilitamos, invitamos a Opsur, que estaba fundamentalmente interesado en filmar a las comunidades para un proyecto sobre litio junto a el colectivo audiovisual Vaca Bonsái que, entendemos, hasta hoy nosotros también participamos (porque tanto Vaca Bonsái como Opsur razonablemente desconocen sobre el litio y sobre la integralidad de los salares, y compartimos con ellos nuestro saber y los lazos con las comunidades que hemos construido desde hace más de cinco años).
Las palabras de Aranda que nos califican de científicos lejanos al sentir de las comunidades están ilustradas por imágenes del territorio, de la puna misma. Ahora bien, detrás del lente que sacó las fotos que ilustran la nota estamos nosotrxs. Literalmente. Las realizó Vaca Bonsai en el marco del proyecto conjunto en el que los invitamos a nuestra ida al NOA (Opsur también estaba invitado, pero no vino). Allí les contamos los puntos centrales de la problemática de los salares y la explotación de litio que venimos pensando hace años, nos juntamos con las comunidades, les mostramos los lugares claves, justamente desde donde sacamos las fotos utilizadas en la nota. Nuestras voces, nuestros testimonios, nuestro compromiso político, las imágenes. En rigor, en los créditos de la nota de Aranda podríamos aparecer también nosotrxs, sobre todo en lo que respecta a la cercanía con las comunidades.
Geopolítica, bienes naturales y práctica política.
Debemos ser uno de los grupos radicados en la Universidad de Buenos Aires que se dedica a la investigación, entre otras cosas, más comprometidos con la práctica política. Casi todxs tenemos una trayectoria de militancia política, pasada y presente. Uno de los textos más contundentes en defensa de las comunidades, que relata la historia de sus luchas, sus demandas, que incluye muchas voces de las comunidades, se titula «Conflictos territoriales y construcción identitaria en los salares del noroeste argentino» escrito por Florencia Puente y Melisa Argento. Ambas son parte fundante del Grupo Geopolítica y Bines Naturales. Sin embargo, Darío Aranda invisibiliza y ningunea totalmente el trabajo de nuestras compañeras. No lo considera en absoluto. Nótese que, en uno de los argumentos del texto de Aranda, se menciona que hay quienes no pisaron los salares, todxs nosotrxs no solo pisamos muchas veces los salares, sino que Melisa, Florencia y Martina han pasado días y días en las comunidades y los salares de Salinas Grandes, en Olaroz Cauchari en Argentina; en Atacama en Chile; en Uyuni en Bolivia. Es así que mientras Aranda desconoce, invisibiliza y/o desvaloriza, Opsur (que conoce demasiado bien el compromiso de nuestras compañeras para con la política y las comunidades), igual decide publicar esta nota.
Hemos rechazado una y mil veces la ciencia desligada de los intereses populares, para no remontarnos demasiado en el tiempo, tan solo un día antes de la publicación del texto al que hacemos referencia vio luz una extensa entrevista realizada a uno de nuestros integrantes en el matutino Pagina 12, donde denunciamos que en la Argentina: «Hay 56 proyectos en marcha y las comunidades no tienen ninguna participación en la gestión, las ganancias o las decisiones». A su vez, en referencia directa al empleador de algunos de nosotros, ya que contamos con becarios o investigadores de CONICET, denunciamos: «Nada da cuenta de la ineficacia y de la impotencia de la política científica de Barañao de una manera tan clara como el litio», y acto seguido argumentamos por qué. Con esta impronta salimos siempre de la simple función académica y hemos procurado intervenir en múltiples espacios de comunicación, sea en TV, en Radio y en prensa escrita, defendiendo a las comunidades y poniendo en primer plano la problemática ambiental.
Ningunx de nosotrxs obtiene algún tipo de remuneración relacionada con la investigación, y tampoco con el trabajo concreto vinculado a los territorios que más arriba describimos, el cual lo realizamos con el apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo. Conseguimos financiamiento para abonar parcialmente nuestros viajes al noroeste argentino, Bolivia y Chile y hacer nuestras publicaciones. En ese contexto, en una pluralidad de visiones sobre la cuestión del litio, construimos colectivamente lo que entendemos debe ser una ciencia popular, coproducida con sectores populares. De todos los grupos relacionados con el litio, académicos, periodísticos, audiovisuales, etcétera, debemos ser aquel que se reunió la mayor cantidad de veces con compañeros/as no de dos o tres comunidades, sino muchas de ellas, en diferentes países.
Periodismo e ideología
¿Cómo es posible que editen lo que editaron Opsur? ¿Realmente somos nosotros los enemigos? Habiendo tantos. Entre otras cosas, lo que Opsur sabe de litio se debe en parte a nuestra generosidad, así como lo que sabemos de fracking en gran parte se lo debemos a ellxs, a quienes consideramos nuestrxs compañerxs en el camino de construir resistencias y pensar alternativas. ¿Qué lo explica? Nosotros también nos lo preguntamos. Fueron con Melisa a las comunidades, hablan con Flor cotidianamente, comparten con Bruno un grupo de investigación, militan en la misma organización que Ariel. Las intuiciones de por qué esa nota no son prometedoras -nos hacen pensar en oportunismos y manipulaciones- porque ya circula, y luego del evidente malestar que les hicimos llegar no se define asumir esto como un error públicamente.
Por otra parte, está a la vista que habría que tener un poco más de respeto con los protocolos de validación que demanda el discurso científico. En este sentido, la nota recreada por Aranda y «editada» por Opsur no ha llegado ni de casualidad a demostrar que la ciencia sea un todo homogéneo que no sirve a la lucha política -y muchísimo menos que nosotros seamos un ejemplo de ello-, pero si hacen patente la extensión y amplitud del periodismo superficial, de pluma muy fácil, de enemigo injusto como práctica estructurante del periodismo dominante de hoy, y brindan una razón para ello porque se manifiesta aun en los sectores que asegurarían ser lo contrario. Su lógica no la dicta el contenido, sino su operatoria, forma y efecto: rápido, superficial y bien circulado, taxativo, sin problematización ni matices. Algunas de las cosas que ha escrito Aranda nos resultan interesantes. Sin embargo, añoramos esas narraciones periodísticas que combinaban profundidad en la investigación, estilo en la escritura, ánimo en la búsqueda de justicia.
¿Espejos de colores? Efectivamente
Por último, algunos elementos de la cocina de la nota de Darío Aranda, ni teóricos ni académicos, permiten iluminar sobre su modo de confección. En el año 2015, en referencia a un potencial proyecto de estatización litífera propiciado por unos diputados ligados al Partido Comunista Argentino que finalmente quedó en la nada, Darío Aranda publicaba una nota en la que citaba un textual del vocero de las comunidades Clemente Flores donde afirmaba: «¿Qué dirían esos diputados si vamos a su casa, no respetamos sus derechos y le hacemos desastres? Eso están queriendo hacer ellos en nuestra casa». Tres años después, al día de hoy, en la nota que es objeto de este escrito y haciendo alusión también a nuestro grupo simplemente cambia una palabra de Clemente Flores y las adapta a su nuevo «adversario»: «¿Qué dirían esos científicos si vamos a su casa, no respetamos sus derechos y le hacemos desastres? Eso están queriendo hacer ellos en nuestra casa». Aranda les hace decir a las comunidades lo que le viene en gana según la ocasión, y supuestamente es uno de los momentos «contundentes» del relato. La nota de hoy es un espejo de las de ayer. Sin palabras.
Efectivamente, quisimos aportar información nueva porque nos sorprendía que la nota de Darío Aranda estuviera tan desactualizada, no mencionaba prácticamente nada de los nuevos proyectos extractivos en la Argentina, tampoco de la situación de Bolivia o Chile, llama «lucha» a conflictos que acontecieron hace cinco años. Justamente para paliar esta desactualización sirve, entre otras cosas, nuestra investigación. Sin embargo, además de este papelón que mencionamos en el párrafo anterior en verdad más de la mitad nota es simplemente un refrito de una nota publicada en julio de 2015 «YPF del Litio: la minería «progresista» y de otra publicada en agosto de 2017 «Investigaciones públicas para intereses privados: Ciencia extractiva», y puede que haya más pero superada la mitad de la nota dejamos de buscar. Algo de rigor es preciso, si no es científico, que sea alguno.
Grupo de Estudios en Geopolítica y Bienes Naturales (Universidad de Buenos Aires)
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