Sobre la Ley de Etiquetado Frontal y de las ventajas de la producción agroecológica.
-Finalmente, se reglamentó la Ley de etiquetado frontal. ¿Cuál es la importancia que tiene esta ley, Antonio?
-Esta ley llega con bastante retraso, pero es buena porque da información confiable al consumidor. Digamos que los productos alimenticios industrializados tienen que decir ‘esto tiene mucha sal’, ‘esto tiene mucho azúcar’ y eso está explicado ahí con cuadritos sencillos, o sea, con símbolos. De modo que es una manera sencilla de ir educando al consumidor, recordemos que gracias a la publicidad tenemos, no solo nosotros, la mayor parte de América Latina, niveles crecientes de obesidad y diabetes infantil, gracias a las gaseosas y un montón de porquerías envasadas. No se puede obligar a la gente, pero sí se puede advertir ‘cuidado con esto que puede afectar la salud’.
-Me gustaría conversar con usted sobre la Ley agroindustrial que arregló el gobierno con el Consejo Agroindustrial Argentino, que se iba a presentar en extraordinarias, después no hubo, pero se la fundamenta en el hecho de que aumentaría las exportaciones en 7.000 millones dólares y se agregarían 150.000 puestos de trabajo. ¿Cuál es la característica que tiene esta ley?
-Digamos que siempre que se quiere hacer pasar una ley, que beneficia a determinados sectores económicos, se sobrestima la cantidad de empleos que puede generar. Siempre se dicen que van a ser montones de puestos de trabajo. El tema es facilitar el uso de transgénicos, el uso de pesticidas, etc. Ahora llama la atención de que habiendo tantos intereses a favor de ese proyecto no esté en la agenda legislativa, seguramente tiene que ver con la interna política.
-Le preguntaba esto porque estaba leyendo estos últimos días el tema de la soja agroecológica, que es una producción que crece en el país, con beneficios para los productores y el ambiente. Se señala que es posible producir alimentos sin litros de agrotóxicos e incluso que es hasta un 40% más económico, que en una hectárea de soja agroecológica el costo es entre 150 USD y 200 USD, cuando una de soja transgénica es de 600 USD. ¿Esta ley agroindustrial contiene algo sobre este tipo de cultivo?
-En general se lo han olvidado, han tratado de saltear todo lo agroecológico. Tengamos en cuenta que ya hay experiencias del INTA en parcelas y en campos en donde han comparado la agricultura comercial con la agricultura sin plaguicida. Encuentran que, si bien los plaguicidas generan un poco más de rendimiento, lo hacen a un costo económico mucho más alto, en definitiva es más rentable trabajar sin plaguicidas que con plaguicidas. Lo que pasa es que hay una lógica económica que no es solo vender los plaguicidas, sino que es vender el servicio de producir. Creo que lo preocupante del modelo sojero no es solo los transgénicos o los plaguicidas, sino que es la pérdida de la cultura agropecuaria. Lo que nosotros teníamos antes era un campo con productores que van probando, guardan semillas, compran semillas, prueban con esto, prueban con aquello…
-Son los casos que yo leí, precisamente los que me llamaban la atención. Son los productores de 150, 200 hectáreas los que hacen lo que usted dice. Porque tenía una idea del productor de soja, corríjame si estoy equivocado, siempre digo que el productor de soja es un tipo que esa producción de los campesinos arrendatarios del Grito de Alcorta, hace 100 años, ese tipo de campesinos no existe más. Lo que siempre ilustro a nuestros oyentes es que el productor, el campesino, ahora se levanta a las 9 o 10 de la mañana en Rosario, se va al shopping, se toma un vermut, mira en la televisión la cotización de la soja en Chicago, pero no tiene nada que ver con esa cultura del trabajo de la tierra.
-Yo diría que hay dos tipos de terratenientes, unos son los latifundistas que sí manejan los campos, y otros son los que heredaron campos, que son dentistas, tenderos, que viven en el pueblo y que entregan el campo a grandes compañías para que lo trabajen. Muchas veces no tienen en claro qué están sembrando en su campo, mucho menos cómo lo hacen.
Ahora lo que les interesa a estas grandes empresas es que el dueño del campo no participe, que no participen los terratenientes pequeños o medianos, simplemente que reciban unos pesos, que hagan su vida y que ellos manejen el territorio.
Por eso hay tanto esfuerzo de las empresas por destruir la vivienda rural, destruir los tambos, destruir los bosques implantados alrededor de las viviendas, destruir los alambrados para tratar de que sea irreversible y ha habido un efecto muy grande de despoblamiento del campo argentino principalmente el campo pampeano, donde el dueño del campo se va a vivir a la ciudad, usted decía se va al shopping o al bar, y el peón rural se va a la villa miseria y queda la compañía a cargo del territorio.
-Con lo grave que esto significa, otra de las cosas que me llamó poderosamente la atención, usted sabe que siempre que lo voy a entrevistar me preparo y leo sobre el tema ecológico, es que la contaminación por las sustancias tóxicas causa millones de muertes prematuras, el doble de muertes causadas por la pandemia en sus primeros 18 meses, es una cifra realmente impactante.
-Sí que impacta. Ahora el tema es que gran parte de las víctimas de la contaminación están sesgadas socialmente, entonces que se enfermen los pobres no les interesa demasiado a los sectores de poder más concentrado.
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