Desconociendo los procesos geopolíticos que se suceden de Pekín a Nueva York y del descontento regional en lo que respecta a la vigencia del neoliberalismo, los mentores políticos e intelectuales intentan aislar al país de los sucesos externos dando acuso a que un gobierno legalmente elegido y con todas sus potestades constitucionales intenta instaurar un régimen comunista.
Sin considerar que las raíces y procesiones del peronismo nunca han sido anticapitalistas –ni siquiera durante los albores de la década del 70– este sector bien determinado y capaz de argüir cualquier argumento donde vea afectado sus intereses utiliza –desde hace tiempo ya– todo el avatar mediático/intelectual con el objeto de homologar sus intereses dentro del sentido común ciudadano.
Su oportunidad –derrapada– fue el Gobierno del Ingeniero Mauricio Macri donde perdieron lugar por ineficacia o por una acción adrede de lucro que dado su desborde no pudo ser ocultado el sol con las mismas manos.
Solo el excandidato presidencial el Licenciado Daniel Scioli advirtió –quizás tardíamente o sin el eco necesario por parte de la sociedad– sobre los efectos que darían lugar el probable gobierno.
La realidad posterior le dio razón pero no fue suficiente para alzarse como candidato oficial del peronismo durante la última elección.
Que es lo que estos sectores pueden reivindicar pues los números duros de entre 2015 y 2019 patentizan el aumento de la pobreza y el desempleo, la pauperización laboral, la devaluación de la moneda en perjuicio de las clases trabajadoras y un fabuloso endeudamiento externo cuyos fondos –origen y destino– no han sido auditados aún.
Si bien el gobierno previo de Cristina Fernández padecía una inercia de des crecimiento económico las variadas iniciativas generadas permitían amenguar dichos efectos pero sin embargo la propaganda mediática y la dudosa muerte del fiscal Nisman impidieron remontar la situación.
Las argentinas y argentinos hace apenas 6 meses les dijimos que no en su mayoría pero ellos sin proyecto claro a presentar – en fin ya tuvieron uno – que es lo que pueden aquejar sino no es argumentos pueriles reiterados de manera permanente pues tienen el registro que dicho uso les permitió la avanzada del 2015.
El pueblo argentino dijo basta a dicho avasallamiento sobre sus derechos y redoblo su apuesta sobre Cristina Fernández y su lucida estrategia política de colocarse en un segundo plano de la contienda electoral.
Todo el debate opositor se haya inscripto en si es inherente su presencia o no o si existe de su parte un abuso de poder dentro de la alianza gobernante.
Nunca en la historia económica y política de la Argentina padeció en simultaneo un déficit fiscal de casi 20 puntos, un marcado proceso de cesación de pagos bajo la difusión de un virus que hasta el día de la fecha no se encuentra una solución certera.
Sin considerar los desastrosos indicadores sociales heredados de la administración anterior.
Es necesario desenchufar un poco a la población de los medios masivos de comunicación y repensar el acento en medios oficiales de largo alcance en todos los formatos o pre ver el modelo de la BBC de Londres o la D Welle alemana.
Sin proyecto pero con el deseo certero de obstruir de esa manera se reconstruye la derecha argentina apelando a la sensitivo mientras esconde la defensa de su materialidad económica que dicho sea por cierto no ha sido contributiva al desarrollo del país sino más bien al servicio de intereses extranjeros y de su pago bajo la permanente fuga de capitales.
La oportunidad de vencer radica en generar un esfuerzo ciclópeo de reconstrucción económica interna y potenciar los sectores competitivos a fin de generar las divisas correspondientes.
Todavía falta una larga contienda cultural para vencer la morfología cultural moldada por el neoliberalismo a lo largo de muchos años y que esta presente en todos los estratos de la sociedad.
Ezequiel Beer. Geógrafo UBA y analista político