La mayoría de los medios, incluso algunos de los ubicados en el ámbito socialdemócrata, consideraron poco importantes, e incluso, irrelevantes para nuestra democracia algunos problemas en estos últimos años. Paso a citarlos y describirlos brevemente.
La corrupción política interminable del PP y cuyo máximo dirigente actual aduce que eso es cosa del pasado; las cloacas del Estado con un Villarejo que en sede parlamentaria alardeaba de patriotismo y que a cualquier persona de bien le tiene que generar hastío cada vez que irrumpe en los medios; la actuación de una policía patriótica para perseguir a partidos políticos, encabezada por un ministro que condecoraba a vírgenes; los comportamientos vergonzosos de algunos personajes de la familia real, y que a pesar de los cuales algunos afamados y condecorados “periodistas” se vanaglorian por hacerse una foto en Abu Dabi, cabe pensar para enseñársela a sus nietos; la esclerosis de una justicia militante, profundamente conservadora y endogámica, que ha proporcionado dossiers a determinados medios y que ha perseguido a determinados dirigentes políticos de una manera encarnizada y cruel; el avance irrefrenable de una extrema derecha xenófoba, homófoba y negadora de la violencia de género, que rompe muchos de los consensos alcanzados en nuestra democracia, y que ha sido acogida y ensalzada mediáticamente con auténtico frenesí; el mantenimiento del voto rogado, que imposibilita a muchos españoles en el extranjero poder votar, circunstancia que debería avergonzar a una democracia normal; los terribles niveles de desigualdad –afectando fundamentalmente a los jóvenes, mujeres e inmigrantes–; las políticas austericidas contra nuestro Estado de bienestar; los desahucios a muchas familias en un país con un exceso de viviendas; la ausencia de competencia en un mercado de la comunicación audiovisual –ahí es culpable el gobierno de Rodríguez Zapatero, que permitió su concentración en dos únicos grupos de televisión, ambos en manos extranjeras, algo inconcebible en una democracia europea de nuestro entorno–. La atención mediática, casi con exclusividad, la ocuparon el independentismo y Podemos. Y continúa.
La irrupción de ambos, del independentismo y Podemos, se consideró no un síntoma de la crisis de nuestra democracia, sino un ataque. Una democracia plena debería haber encontrado los instrumentos para encauzarlos políticamente. Y trabajaron muy bien los medios, ya que evitaron un gobierno de coalición PSOE-Podemos tras las elecciones de 2015 de 20-D, ya que los resultados electorales eran muy semejantes a los de 10-N de 2019. Y luego se llevaron por delante a Pedro Sánchez, tal como manifestó este ante Jordi Evole. Y en la cuestión territorial despreciaron la vía política para defender la represión y el código penal. Había que ser implacables con los líderes independentistas. Todo este sesgo mediático tiene un porqué.
Madrid, epicentro hegemónico
Madrid es el epicentro hegemónico de las comunicaciones en España y, por lo tanto, el principal centro emisor de mensajes de todo tipo: políticos, económicos, culturales, deportivos… Ha sido siempre así, pero los especialistas en medios de comunicación subrayan que esta concentración ha ido en aumento. Dos grupos de televisión, Atresmedia y Mediaset, absorben el 83% del mercado publicitario de la televisión generalista. Algo semejante ocurre con las cadenas de radio, ya que las cuatro primeras en audiencia –la SER, COPE, Onda Cero y RNE– dominan el mercado de las ondas en España, excepto en Cataluña. Y ya conocemos en manos de qué grupos empresariales están estos medios. Y en los programas de Ángels Barceló, Carlos Alsina y Carlos Herrera para valorar la situación política de España recurren siempre a El Mundo, El País, ABC o La Razón, en alguna ocasión a La Vanguardia o El Periódico. ¿Los medios de provincias no existen? Los que escribimos en y desde las provincias, somos analfabetos.
Esta enorme concentración mediática en Madrid supone una sobrerrepresentación de la capital respecto a la periferia y un grave daño a la pluralidad informativa, que necesita una democracia. De hecho, del equilibrio y la variedad de voces que se expresen en los medios de comunicación depende, también, la calidad de una democracia ¿Ha habido pluralidad informativa en relación al Procés y a Podemos, y sobre el gobierno de coalición? En absoluto. Es una información parcial y sesgada, al estar en manos de Ana Rosa Quintana, Susana Griso, Carlos Herrera, Francisco Marhuenda, Vicente Vallés, Pablo Motos y Antonio García Ferreras… Sería muy distinto el panorama informativo si se hubiera evitado el oligopolio de las licencias privadas de televisión, pero también con canales de ámbito estatal instalados en Valencia, Barcelona, Sevilla, Zaragoza… No se puede entender el problema territorial de España, exclusivamente desde el kilómetro Cero, de la Puerta del Sol.
Por lo expuesto se comprende que la gran mayoría de los medios capitalinos y muchos autonómicos estén trabajando a conciencia para la llegada de las derechas a la Moncloa. Vox ya está blanqueado y Feijoo es un nuevo Churchill, a pesar de que todo su mensaje político se reduce a “rebaja de impuestos” y “estamos al borde una gravísima crisis económica”. De no producirse un cambio político imprevisible, a golpe de editoriales, tertulias, artículos y encuestas lo van a meter en procesión en una peana en volandas a La Moncloa, sin haber hecho propuesta alguna. Mediaset ya le ha hecho una entrevista «humana» en casa de Bertín Osborne, Atresmedia le rinde pleitesía en sus informativos con Vallés -la actuación manipuladora de este caballero, no quiero honrarle con el título de periodista, es para estudiar en las Facultades de Ciencias de la Información- y demás palmeros; la Triple Alianza de ABC, La Razón y El Mundo se rompen en empalagosos halagos en sus editoriales y en sus columnistas, mientras arremeten sin cuartel y siembran una fuerte animadversión contra el gobierno de coalición -y sobre todo las ministras de Unidas Podemos como Irene Montero e Jone Belarra, sobre la persecución a ambas por los grandes medios hablaré más tarde- que, con sus aciertos y errores, está tratando de mejorar la vida de una buena parte de la sociedad con los ERTE, la subida del Salario Mínimo Interprofesional, Ingreso Mínimo Vital, revalorización con el IPC de las pensiones, la Reforma Laboral, las medidas para rebajar el precio de la energía, etc.
Mas, a pesar del crecimiento económico y el descenso del paro en mayo en casi 100.000, con más de 20 millones de afiliaciones y un récord en los contratos indefinidos de 730.427 –¿Sr. Vallés esto no es noticia? ¿Sr. Feijóo, de verdad, le alegran estos datos? ¡Ah! Claro, están maquillados– hay un problema económico de la inflación en toda la UE con pérdida de poder adquisitivo y subida de las hipotecas, que exige medidas más contundentes de intervención, para repartir con más justicia los costes de esta situación. Para tal objetivo se aprobó el Real Decreto-ley 11/2022, de 25 de junio, por el que se adoptan y se prorrogan determinadas medidas para responder a las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania, para hacer frente a situaciones de vulnerabilidad social y económica y para la recuperación económica y social de la isla de La Palma. Decreto que será insuficiente, por lo que cabe esperar nuevos Decretos. No obstante, como decía recientemente, Enric Juliana, este sí que es periodista, hay que gente que está rezando para que en otoño llegue una recesión devastadora. Esos rezos obviamente serán profundamente patrióticos.
Tal como he expuesto, la libre circulación de ideas y opiniones se ve amenazada por los grandes medios de comunicación cada vez más concentrados y vinculados con los poderes financieros y empresariales, que, al alcanzar tanto poder, pueden contrariar o delimitar la soberanía expresada por la sociedad en las urnas y poner en peligro la democracia, de ahí que el profesor Luigi Ferrajoli, les denomine poderes salvajes. Las empresas de comunicación son poderes de hecho, influyentes sobre los asuntos públicos y con agendas que no responden necesariamente a los intereses de la sociedad. Según Sánchez Noriega “tienen capacidad en el espacio político para boicotear leyes o difundir determinadas demandas y, a la vez, una gran resistencia a las imposiciones del poder político”.
Los medios al ser tan poderosos pueden encumbrar a personas ineptas, como Isabel Díaz Ayuso. Y todavía soy moderado dedicándole el calificativo de ineptitud. Para valorar mi afirmación recomiendo mi artículo publicado en este medio el 2 de mayo de 2021, La libertad para Ayuso: Puedes cambiar de pareja y no encontrarla nunca más, que escribí motivado por una entrevista que le hizo Carlos Alsina en Onda Cero. De verdad, es que no sabe lo que dice. Debería sentirse avergonzada una sociedad tan preparada y culta como es la madrileña que esta señora esté al frente de su comunidad.
Y en contraposición los medios pueden destruir a determinados personajes como Pablo Iglesias. Los audios recientes publicados en El País y La Ser entre Villarejo y Dolores de Cospedal son suficientemente explícitos. Lo que se hizo mediáticamente en perfecta confabulación desde las cloacas del Estado, determinados jueces y policías, con Iglesias lo valoré en el artículo en este mismo medio Sobre la renuncia a la vicepresidencia del gobierno de España de Pablo Iglesias el pasado 17 de marzo de 2021.
Y no ha cambiado nada mediáticamente. Tras triturar políticamente a Iglesias, ahora lo intentan con las ministras de Unidas Podemos, Irene Montero e Ione Belarra. El reciente tratamiento mediático sobre unas declaraciones de Irene Montero en torno a lo ocurrido en la valla de Melilla; y el viaje oficial a los Estados Unidos por temas relacionados con su Ministerio de Igualdad, parece un auténtico esperpento, además de ser un insulto al código deontológico del periodismo. Es una muestra del nivel de abyección y de degradación al que pueden llegar algunos, que alardean de ser periodistas. Prepárate Yolanda, que tú serás la próxima.
Reinaldo Spitaletta
Termino con unos fragmentos de un artículo del periodista colombiano Reinaldo Spitaletta -¡qué periodismo más comprometido y arriesgado existe en Sudamérica!- Periodismo prostituido. Muchos periodistas sudamericanos su compromiso lo pagan con su vida. Este artículo de Spitaletta debería estudiarse en todas las Escuelas de Periodismo y estar enmarcado en las redacciones de todos los periódicos. Dice así:
” La tía Betsabé (protagonista de mi novela El último puerto de la tía Verania), que era una señora de mucha guasa, advertía sobre tres oficios que la mayoría de gente creía que eran muy fáciles de ejercer. Los denominaba las tres “pes”: periodista, panadero y puta. Hoy quiero referirme al primero de ellos…
El periodismo nació en la modernidad en medio de la lucha entre las viejas y las nuevas ideas; la Ilustración le dio un carácter de servicio a los más desprotegidos, de servir de vocero de los oprimidos y olvidados de la historia. De ser un vehículo para la defensa de aquello que apenas surgía como una novedad revolucionaria, los derechos del hombre y del ciudadano.
Se iba aclarando que el periodismo se destinaba para narrar las desgracias del hombre, de los explotados, de los humillados y ofendidos. La prensa (aparte de tener la posibilidad en el capitalismo de ser una empresa comercial, con plusvalías y ánimos de lucro) se erigía como el “cuarto poder”, fiscalizador de los otros poderes y portador de cultura, transmisor de lo más avanzado y también de lo más vergonzoso del hombre. Cabían en sus trabajos desde las ideas de progreso y los descubrimientos científicos hasta las bajezas de un político y las desventuras de las víctimas de la guerra.
El periodista era parte de los ilustrados. Y el periódico estaba para ser vocero de las luchas contra las injusticias y los atropellos. Ejemplos históricos como Yo acuso de Emile Zola hasta los reportajes de denuncia de Apten Sinclair, o los de Reed sobre trabajadores norteamericanos, sin contar sus narraciones sobre las revoluciones de México y Rusia, pasando por sus informes sobre la guerra en Europa oriental.
Abundan, ni más faltaba, los grandes periodistas de todos los tiempos. Lo que se quiere decir es que, tras desaparecer el “cuarto poder”, absorbido por los otros, y puesto en general el periodismo al servicio de los poderosos, con lo cual la esencia del periodismo se vulneró, para ser solo propaganda, el asunto ha venido de mal en peor. Noticiarios y periódicos de baja estofa, que es más lo que ocultan que lo que revelan. Embriagados con la promoción de la estupidez y la banalidad. Y periodistas sometidos a destacar lo bobería por encima de la inteligencia. Medios que son un atentado contra la razón y el buen gusto. Con reporteros que no salen a las calles, ni son capaces de mostrar los entresijos de la ciudad, las causas de la violencia, las brechas sociales, las infamias del sistema de salud, las injusticias cotidianas. Nada. Solo bazofia y superficialidad. El periodismo, en general, ha perdido su esencia combativa, su capacidad crítica y de poner en calzas prietas al poder. Y se ha mudado a la otra posición, la de servir de mampara de los desafueros oficiales. No revela; tapa. No cuestiona; bate incienso. Se ha prostituido, aunque, como decía la tía, tampoco es fácil el ejercicio de vender la carnita…”.