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Entrevista al novelista y periodista Javier Mestre, ponente en la Escuela de Verano de los Campamentos Dignidad

«Los medios han sustituido la información política por el ruido y el morbo»

Fuentes: Rebelión

Define su narrativa como «novela social», en la que se abordan las condiciones de vida de la gente común y trabajadora. Javier Mestre trató en «Komatsu PC-340» (nombre de una marca de excavadoras) las obras de la M-30. En esta novela contaba una realidad (que ocurrió, no es pura ficción) anclada en la época del […]

Define su narrativa como «novela social», en la que se abordan las condiciones de vida de la gente común y trabajadora. Javier Mestre trató en «Komatsu PC-340» (nombre de una marca de excavadoras) las obras de la M-30. En esta novela contaba una realidad (que ocurrió, no es pura ficción) anclada en la época del «boom inmobiliario»: accidentes laborales, explotación de personas «sin papeles», desregulación ambiental… Ecologistas en Acción denunció en relación con estas obras la «continua vulneración de la ley ambiental» cometida por el alcalde de Madrid (2003-2011), Alberto Ruiz Gallardón. En julio de 2008 el Tribunal de justicia de la Unión Europea dio la razón a la organización ecologista. «Fue un cúmulo de barbaridades», recuerda el novelista, que en 2014 escribió «Made in Spain», en principio sobre una fábrica de zapatos pero en realidad acerca de «lo que se está convirtiendo la industria en España». 

El autor quiere cerrar la trilogía con un texto que actualmente prepara, sobre el mundo del periodismo. Pretende así desmontar un mito muy arraigado: «Muchos no entienden que los periodistas son clase trabajadora, cuando realmente es uno de los gremios con una precariedad más extrema». Profesor de Lengua y Literatura españolas en Candeleda (Ávila), formado además en lingüística y periodismo, Javier Mestre se considera discípulo del comunicólogo Vicente Romano, autor entre otros libros de «La formación de la mentalidad sumisa» (1993). Ejerció el periodismo hasta 1994 en medios como la Cadena SER o Levante-EMV. Actualmente es miembro del Consejo Ciudadano Autonómico de Podemos en Castilla-León. Colabora en el área de comunicación de Podemos, igual que anteriormente lo hizo en movimientos sociales como la ILP de la Renta Básica.

-En un taller impartido en la Escuela de Verano de los Campamentos Dignidad de Mérida («Cómo nos venden la moto: manipulación en los medios de comunicación»), te has referido a «la batalla por el contexto»…

-Se trata de explicar la importancia de los supuestos ya instalados en la mente de las personas, que permiten realizar interpretaciones diferentes a un mismo mensaje. Muchas veces la información se nos presenta de forma descontextualizada. Esto significa que a los receptores les falta mucha información para hacer una interpretación correcta. Santiago Alba Rico lo llama «nihilismo de la percepción». En realidad, los medios de comunicación generan contextos muy simplificadores, que favorecen interpretaciones parecidas a hechos que son sólo superficialmente similares, pero que en realidad responden a situaciones absolutamente distintas.

-¿En qué situaciones puede apreciarse esta descontextualización a la que te refieres?

-El ejemplo típico del «nihilismo de la percepción» es que se haga la misma interpretación cuando un palestino le tira una piedra a un tanque israelí, que cuando un joven le arroja una piedra a un toro en unas fiestas de pueblo. La interpretación se queda, por tanto, en la pura imagen y la anécdota, sin comprender realmente que son fenómenos absolutamente distintos aunque aparentemente se asemejen.

¿Qué ejemplo reciente destacarías sobre la importancia de los contextos en la comunicación?

-Por ejemplo, la famosa carta de Tsipras dirigida al público alemán («Lo que nunca les dijeron sobre Grecia»), publicada el pasado 13 de enero en el periódico financiero germano «Handelsblatt», quince días antes de que Syriza ganara las elecciones. Tsipras intentaba en la carta facilitar información que los alemanes necesitaban saber sobre lo que ocurría con Grecia. Había una gran parte de la sociedad griega que no quería el rescate en 2010, se hurtó también la idea de que el rescate fue impuesto por los bancos alemanes. No se trató en realidad de un rescate de los griegos, sino de la banca alemana, que así se aseguró unos préstamos que, irresponsablemente, ellos mismos concedieron. Son informaciones de las que carece la mayor parte del público alemán que lee «Bild Zeitung».

-Un tabloide que ha iniciado campañas en torno a Grecia profundamente descontextualizadas

-Justamente por esa época «Bild Zeitung» lanzó la campaña «No más miles de millones para los codiciosos griegos», en la que salía la gente haciéndose «selfies» con el titular «no» del periódico. Acusaban a los griegos de ser vagos, aprovechados y no querer pagar sus deudas. En febrero de 2010 la revista alemana «Focus» sacó la famosa portada de una Venus de Milo haciéndole una «peineta» a Europa, y con el titular «Estafadores en la familia del Euro; los griegos nos van a sacar el dinero ¿y qué pasa con España, Portugal e Italia?». Para entender lo que estaba pasando, en el esquema que ellos planteaban, faltaban algunas piezas importantes. Se partía de que los griegos habían contraído unas deudas, que después se negaban a pagar irresponsablemente. Pero eran deudas contraídas, de manera corrupta y poco transparente, por los intereses que había impuesto la banca alemana.

-Según estos ejemplos, ¿en qué términos se produce actualmente, a tu juicio, el debate político y mediático?

-Hay un «desplazamiento» de lo que debería ser un espacio público en el que se estableciera un diálogo racional, basado principalmente en la documentación; un diálogo tranquilo y sosegado en el que se contrastaran los hechos, los datos y se razonara con el valor de los argumentos. Frente a este espacio comunicativo «ideal» en una sociedad informada, lo que se produce con la privatización del espacio mediático actual es la invasión del ágora pública, de manera que ese diálogo racional es prácticamente imposible. Precisamente en este punto cobra importancia el uso comunicacional de las palabras, para marcar culturalmente conductas.

-Como lingüista, ¿qué rol consideras que representan las palabras en el espacio público?

-Las palabras se utilizan para estigmatizar, endiosar o alabar en el lenguaje informativo-periodístico, cuando ese espacio debería ser el de la neutralidad y los hechos. En «Medios violentos. Palabras e imágenes para el odio y la guerra» (El Viejo Topo) Pascual Serrano analiza muy bien el ejemplo de la palabra «terrorismo», uno de los términos que marca simbólicamente la información. Se introduce una etiqueta negativa en un fenómeno sin necesidad, porque basta con exponer los hechos para que la gente haga sus propios juicios. Ésa es la diferencia entre la utilización falsaria que se está haciendo de la comunicación, y lo que debería ser la información.

-¿Puede dar lugar esa distinción tajante entre información y opinión a textos gélidos? Por ejemplo, informar sobre el asesinato de un niño palestino con el lenguaje del teletipo de agencia.

-Pienso que hay que ser honrados en esa distinción. Creo que en la práctica periodística tiene que haber un espacio bien definido para la información, lo que no excluye los géneros híbridos o los de opinión. Pero han de estar circunscritos a sus correspondientes secciones, es decir, que haya una práctica honrada por parte de los medios de comunicación. Que no se utilice la información para manipular a base de omisiones o tergiversaciones.

-Citabas el ejemplo griego respecto a la ocultación de antecedentes para una adecuada comprensión de la información. ¿Pueden encontrarse casos similares de información descontextualizada en el estado español?

-Hay algunos evidentes. Se destaca la mayor reducción del paro registrado en los últimos años, pero la mayoría de los medios omiten un dato clave que han destacado algunos economistas críticos: la diferencia entre número de puestos de trabajo y cómputo de horas trabajadas. No se informa del volumen de horas trabajadas porque daría una visión del verdadero nivel de precariedad. Se trabaja menos horas con un número mayor de puestos de trabajo, lo que implica un claro proceso de empobrecimiento. Muchos medios también omiten el descenso en la tasa de cobertura de los parados, que ya se sitúa por debajo del 55%. Sólo algunos medios de izquierda lo ponen de relieve, en otros ni se menciona.

-Proliferan las tertulias, ¿de qué manera contribuyen a la confusión entre información y opinión?

-Se ha convertido el espacio mediático en un foro de opinión, donde cada vez es menos importante la información. Soy de los que cree que para poder opinar de ciertas cosas hay que estar bien informado, aunque vivamos en un mundo sumamente sofístico en el que el reino de la opinión se lo ha comido todo. Cada vez es menos relevante la información, que se ha visto reducida a mínimos. Hay patente de corso para mentir y las rectificaciones son ridículas. Al mismo tiempo proliferan los opinadores profesionales, que generalmente no tienen nada especial para que la voz la tengan ellos y no otras personas. Muchas veces esta gente estaría mejor callada.

-Sin embargo, las fuentes de información son mayores que nunca…

-En algunos medios hay muy buena información, fundamentalmente gracias a Internet. Información hay mucha, más que hace unos años, pero también es cierto que vivimos en un mundo con mucho ruido y sobrecarga informativa. La «saturación» es más bien una herramienta de acallamiento que hace políticamente rentable la mercantilización del espacio público. Se ha producido una privatización/mercantilización del espacio público comunicativo, en el que las clases dominantes han encontrado una rentabilidad política, y están muy contentos por ello. El ruido hace que sólo el que tiene una maquinaria muy potente pueda conseguir que su voz sea realmente escuchada. El ruido es rentable. Además, una de las razones por las que se mantiene la prensa en papel (fuente de prestigio de los periódicos de Internet, al final los más leídos) es la rentabilidad política. Por eso los grandes poderes económicos invierten en ellos mucho dinero en publicidad, para evitar que quiebren. La rentabilidad de estos medios no es económica, sino política.

-¿Cuáles son esas potentes maquinarias que mencionas?

-Mediaset (propietaria de Telecinco) compró la cadena de televisión Cuatro. Antena 3 y La Sexta se fusionaron. Los dos grupos mediáticos -Mediaset y Atresmedia- controlan el 60% de la audiencia televisiva en España y el 85% de los ingresos publicitarios. Estas cifras implican un monolitismo informativo brutal. Del 40% restante de la señal televisiva, un porcentaje muy elevado corresponde a las televisiones públicas, controladas por los políticos de turno. Y la concentración aumenta. El gobierno del PP pretende sacar a concurso seis licencias nuevas de televisión antes de las elecciones, para los que se requieren seis millones de euros de fianza. Sólo quien tenga esa cantidad puede optar a la licencia, lo que excluye a colectivos sociales y al Tercer Sector (organizaciones de la sociedad civil, sindicatos…), que aparece en las leyes como posible beneficiario de las licencias audiovisuales. Deberían contar con un espacio mediático que se les niega.

-Trabajas en una novela sobre la precariedad del periodista. Hay sin embargo una especie de «leyenda», según la cual el redactor-reportero ha de vivir para su oficio, sin horarios, y entregado a una suerte de vocación por informar con independencia del salario y las condiciones laborales.

-Hay un poco de esa «mística», que se aprovecha empresarialmente para aumentar la explotación, eso sin duda. También hay mucho cinismo en el mercado laboral del periodismo. La situación es de extrema precariedad en una parte muy importante de la profesión (según los datos del Informe Profesión Periodística 2008-2013 y el INE, en cinco años de crisis 284 medios de comunicación echaron el cierre en España, lo que dejó una tasa de paro en la profesión periodística del 51%, el doble de la tasa general. Citado en «La crisis estructural del periodismo en España», de Miguel Álvarez, en El Viejo Topo, noviembre de 2014. Nota del entrevistador). Además, la precariedad laboral es un instrumento para el control de la línea editorial.

-¿Cómo funcionan estos mecanismos de control?

-Por ejemplo, mediante la utilización del periodista «a la pieza», que es creciente, y actúa como una de las formas más sangrantes de precariedad laboral. Consiste en que el periodista se declara como trabajador «por cuenta propia» («falso autónomo»), y establece una relación laboral con la empresa, con la salvedad de que el medio no está obligado a aceptar el producto elaborado por el periodista. El medio de comunicación compra la «pieza» informativa. Así, el profesional sabe que tiene que escribir las «piezas» de una determinada manera si quiere que el medio se las compre. De ese modo, el control ideológico es total. No hace falta reñir ni censurar, basta con no comprar. El periodista ya sabe que si quiere comer tiene que seguir los dictados de la línea editorial. Yo sería partidario de que los profesionales de la información tuvieran una seguridad laboral «funcionarial». Por mucha vocación que exista, tiene que haber unas condiciones laborales dignas y libertad de expresión.

-Y la propiedad de los medios…

-La libertad de información y expresión está muy mediatizada por la propiedad, y es «brutal» en muchos sentidos. El exceso de inmediatez, la falta de explicación de la información, la escasez de tiempo, las exigencias derivadas de la explotación laboral. Hay múltiples factores que hacen que los periodistas no puedan actuar con libertad, sino subyugados a un sistema perverso. La precariedad contribuye mucho a ello.

Descontextualización de las noticias, mezcla de información y opinión, precariedad laboral, oligopolios mediáticos, saturación informativa y ruido, mercantilización del espacio comunicativo… ¿De qué manera influyen estas realidades en los contenidos concretos?

-El periodismo escrito es minoritario, también lo es el papel impreso y la prensa política. El sistema mediático está cada vez más volcado en contenidos que se parecen más al cotilleo de la plaza del pueblo que a la discusión en el ágora democrática. No hay más que ver los informativos de televisión para comprobar que los contenidos de cotilleo y sobre todo de morbo o asesinatos, ocupan un tiempo desmesurado en comparación otras cuestiones, a veces muy importantes para la vida de las personas. Los informativos son cada vez más «folloneros» y ruidosos. Además, la discusión política se traslada de los órganos de decisión y debate de la sociedad, como los parlamentos, a las ruedas de prensa. Y la información política acaba siendo un «chascarrillo» de pueblo. Si alguien dijo X, si el otro respondió Y… A ver quién queda mejor en esos dimes y diretes.

-Por último, ¿hay detrás de los contenidos señalados una estrategia deliberada?

-Los medios de comunicación han descubierto que la gente presta mucha más atención a las cosas que entiende bien. En vez de generar una cultura política democrática, los medios buscan las audiencias fabricando contenidos muy fácilmente comprensibles, pero no a partir del pensamiento racional y de la política, sino mediante relatos melodramáticos, el cotilleo y el morbo. Estas estrategias son centrales, y ocupan cada vez más espacio en los medios. Por un lado, las revistas que más se venden son las del «corazón», las revistas de información política prácticamente han desaparecido en este país. Los periódicos más leídos, con mucha diferencia, son los de Deportes. El diario impreso con más lectores diarios en España es el «Marca» (2,3 millones), seguido a mucha distancia por «El País» (1,5 millones) y a continuación el «AS» (1,2 millones), otro diario de información deportiva.

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