En África parece que sólo existen hambrunas, sequías, golpes de estado militares, el Sida, la malaria y la miseria, según los medios de comunicación. Una persona que sigue las noticias y que no ha pisado Latinoamérica imaginará que viajar a alguno de sus países equivale a exponerse a un huracán o a que las guerrillas […]
En África parece que sólo existen hambrunas, sequías, golpes de estado militares, el Sida, la malaria y la miseria, según los medios de comunicación. Una persona que sigue las noticias y que no ha pisado Latinoamérica imaginará que viajar a alguno de sus países equivale a exponerse a un huracán o a que las guerrillas lo secuestren. Qué decir el trato de los medios a la India, cuya transformación económica y cultural anuncia su importancia en la geopolítica y en la economía mundial. Sin embargo, para los medios son sus maquiladoras, su pobreza y los tsunamis.
El flujo de la información mundial de hoy fortalece el modelo neoliberal. Si uno lee noticias negativas sobre un país todos los días, termina por decir: «es inevitable, no hay solución». Basta con que una mentira sea repetida muchas veces para que sea creída. Así es como se ha convertido en verdad que los mercados se regulan por sí mismos o que sin pobres no puede haber ricos. Los medios suelen callar que el mundo produce más del doble de los alimentos necesarios para la supervivencia de la población mundial.
Dueños y editores de agencias de noticias, de periódicos y de otros medios justifican su pobre repertorio de noticias con el argumento de que el periodismo es un negocio más, cuyo objetivo es dar información atractiva a la audiencia. Como si ver cadáveres, casas destrozadas por torrenciales lluvias y gente muriéndose fuera divertido. Permanecemos indiferentes mientras nos llaman morbosos e ignorantes.
El periodista norteamericano James Fallows concluye en su libro, Breaking the News, que este tipo de telediarios mantienen sus grandes audiencias porque hay pocas alternativas. Cada vez se parecen más unas cadenas a otras. Las multitudes se acostumbran a lo que transmite Fox News como se acostumbraron al Big Mac. Decía Kant que la costumbre amortigua la sensibilidad.
Diversos periodistas han demostrado, por medio de investigaciones, que cuando la gente puede elegir entre el sensacionalismo y las noticias que abordan las noticias desde la perspectiva de cómo afectan su vida, prefieren lo segundo. Además, acercar las noticias a la persona común y corriente es decirle que importa, que puede contribuir en la solución a muchos problemas.
Quizá esté aquí el meollo del asunto. ¿Cuánto le interesa a Rupert Murdoch, el dueño de uno de los conglomerados de comunicación más grandes del mundo, el sufrimiento de los que padecen? Atacó verbalmente a la BBC por denunciar lo que sucedió en Nueva Orleans y que todos vimos con nuestros propios ojos: una gestión lamentable de una catástrofe que afectó a los marginados.
Los Murdochs del mundo absorben a los pequeños medios y deciden qué se dice en los medios de todo el mundo en un proceso conocido como Agenda Setting, término acuñado en los años setenta, cuando los profesionales de la comunicación descubrieron que los medios moldeaban sólo hasta cierto punto las percepciones de las personas. El verdadero poder de los medios está a la hora de elegir los temas sobre los cuáles piensa la gente.
La selección de noticias se ha vuelto más homogénea con las tecnologías cibernéticas y audiovisuales en lugar de diversificarse. Si un medio cuenta algo, los demás imitan sin cuestionar si es importante. Sin embargo, pocas veces se hacen encuestas para ver qué temas afectan a la gente y cómo lo hacen. En lugar de hablar cómo las políticas de un candidato afectarían a un trabajador, los periodistas enfocan su atención en los insultos de unos contendientes contra otros. Así fue como la televisión estadounidense favoreció el desmantelamiento de una reforma sanitaria propuesta por Clinton. Se habló de la crispación entre los políticos pero poco se discutió cómo la reforma afectaría a las personas.
Pocos periódicos tienen los medios para mantener a corresponsales en varias partes del mundo, por lo que dependen cada vez más de las grandes agencias internacionales como Associated Press, Reuters, Agence France Presse y Vivendi. El mundo comienza a ver todo desde la óptica etnocentrista occidental.
Conviene escuchar las advertencias de Ignacio Ramonet, de Noam Chomsky y de tantos otros expertos. El ‘libre mercado’, comúnmente asociado con la democracia, está creando una tiranía de pensamiento único. Conviene desarrollar agencias y medios alternativos basados en el Sur sociológico para describir el mundo como se ve desde abajo. Es lógico que los periodistas de cada país conozcan mejor su propia realidad que los que vienen de afuera. Devolvámosles su voz.