A pesar de nuestra denuncia sobre los «méritos» del comisario Vallecas («irrelevante» para el presidente según el niño Béliz), el nuevo ministro de seguridad Rosatti y el resto del gobierno K han decidido mantener al nuevo jefe de la federal. Parece ser que Kirchner en persona «banca» a quien, como todos saben, es un «operativo», […]
A pesar de nuestra denuncia sobre los «méritos» del comisario Vallecas («irrelevante» para el presidente según el niño Béliz), el nuevo ministro de seguridad Rosatti y el resto del gobierno K han decidido mantener al nuevo jefe de la federal. Parece ser que Kirchner en persona «banca» a quien, como todos saben, es un «operativo», o sea un buen represor. Para algo lo querrán.
Pero el segundo en la jefatura tampoco se salva. Oriolo es otro «operativo» que sabe lo que es reprimir. Por eso, y para que después no digan que no sabían, recordemos que Jorge Oriolo fue, por ejemplo, el que defendió a puro gas lacrimógeno la embajada yanqui en marzo del año pasado.
En aquella oportunidad alrededor de 2.000 personas marcharon a la sede diplomática del imperio para protestar contra la invasión a Irak. La manifestación estaba encabezada por miembros de la Federación de Entidades Arabes (Fearab) junto a Adolfo Pérez Esquivel, las Madres, piqueteros, la CTA y partidos de izquierda. CORREPI también estuvo, y tenemos buena memoria como para acordarnos que el actual segundo de la Policía Federal Argentin había dispuesto que el edificio de la embajada fuera rodeado con un doble vallado que cortaba la avenida Sarmiento en la intersección con Colombia.
Los que manifestábamos estabamos separados del predio por una primera fila de rejas de metal, unidas entre sí por cadenas, detrás de las cuales había una segunda fila de bloques de cemento, tras los que se apostó el operativo policial con lanzagases, perros y camiones hidrantes.
Cuando con enorme justicia se prendió fuego un muñeco con la figura del genocida Bush y una bandera yanqui, al grito de «Bush, fascista, vos sos el terrorista», los policías de Oriolo se acercaron y allí hubo reacción de los que protagonizaban la actividad. Inmediatamente, los muchachos del nuevo jefe K arrojaron gases lacrimógenos desde una moto y un automóvil. Después arremetió la infanteria con palos. Hubo corridas, heridos, asfixiados y quemados.
Es bueno también reflexionar acerca de las palabras del «transversal» Oriolo, que refiriéndose a los manifestantes amenazó: «Dicen que piden paz y tiran piedras. Que los que los traen empiecen a poner las barbas en remojo». Otros deberían poner las barbas a remojar con semejantes nombramientos. Y con semejantes apoyos.