A partir de ahora, ya sabemos lo que nos espera de la mayoría absoluta, de las artes y del remango de «el partido»: remoción de jueces, magistrados y fiscales y designación de los idóneos; compra de peritos, calígrafos y de otras especialidades, etc. Y sus fieles periodistas, que saben bien cómo se las gastan, a […]
A partir de ahora, ya sabemos lo que nos espera de la mayoría absoluta, de las artes y del remango de «el partido»: remoción de jueces, magistrados y fiscales y designación de los idóneos; compra de peritos, calígrafos y de otras especialidades, etc. Y sus fieles periodistas, que saben bien cómo se las gastan, a su lado. No quiero ensuciar mi pensamiento imaginando que quizá son estómagos agradecidos…
Pero no hay más que verles para sospechar. Ponen tanta ofuscación y tanta desfachatez en sus comparecencias televisivas o radiofónicas (los de la prensa gráfica sólo se leen entre ellos), que sus opiniones se transforman en asertos y sus razonamientos en alegatos de picapleitos de una causa que hacen suya por el colmo de la fidelidad. Menudos notarios de la realidad de este país son esos informantes que van de acá para allá a tapar las grietas por donde salen y se desparraman oleadas de inmoralidad…
¿De verdad creen esos periodistas que, con la que ha caído, la que está cayendo y la clamorosa presunción de una conducta que aunque no fuera delictiva es contra toda ética y sensibilidad (millones sufriendo privaciones y ellos viviendo de lujo), su papel es defender a la cúpula de ese partido y que al mismo tiempo creamos en la neutralidad que se espera de un periodista ante la conducta oprobiosa o el abuso flagrante de un político y más si es un gobernante?
Después de años de caciquismo (Fraga, Baltar, Fabra, Aguirre…), de ineptitudes ( Prestige , Cascos, Rajoy, hilillos), de saqueo del dinero público (Naseiro, Gūrtel , Cajas), de despilfarros dolosos (aeropuertos muertos y otros monumentos a la infinita vanidad), de engaños estrafalarios de truhanes suyos en la banca, ¿cómo se atreven estos personajes del periodismo a hacer protestas de la objetividad a la que su deontología les obliga cuando vemos que están terciando, a veces enfurecidamente, a favor de unos bribones infiltrados en la política?
Precisamente, lo único positivo de toda la historia desde que murió en su cama el dictador son estas denuncias de dos rotativos de ideología relativamente opuesta pero unidos en el propósito de sanear un poco a este país. Dos periódicos de la máxima tirada nacional que han publicado unos hechos que, por mucha presunción de inocencia en el plano procesal que se reconozca, son evidencias de una práctica, la del saqueo sistemático, consustancial al talante de los retrasados de la conciencia social y a la catadura del fascista.
Lo menos que cabe exigir a esos periodistas de partido es que se pongan a la altura de los tiempos que vivimos, que se adhieran a la indignación general por las inacabables estafas, engaños y rapiñas, y que compartan la frustración de millones de españoles. Lo menos que deben hacer es celebrar que colegas suyos se hayan atrevido a sacar a relucir las vergūenzas del partido del gobierno y que hayan desenmascarado a unos impostores revestidos de toda la solemnidad con que la política canalla suele envolver, para encubrirlos, a sus pícaros.
Siendo éste un país que tiene a miles de políticos y a sus gobernantes bajo grave sospecha en espera de salir airosos con la complicidad de la justicia asimismo bajo sospecha; un país en quiebra económica, en quiebra jurídica, en quiebra política, en quiebra moral y, lo que es peor, en descomposición social, lo único que les compete hacer es sumarse al saneamiento de la política y de la justicia que exige prácticamente todo el pueblo…
Jaime Richart es antropólogo y jurista.
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