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Los saltos de cantidad en calidad en los análisis políticos

Fuentes: Rebelión

El salto de cantidad en calidad ya se conocía desde Anaxímenes, uno de los grandes filósofos de Mileto, junto con Tales y Anaximandro. [2] En los análisis económico políticos no se tiene adecuadamente en cuenta ni el salto de cantidad en calidad ni que la existencia es un fuerte determinante de la conciencia. En éste […]

El salto de cantidad en calidad ya se conocía desde Anaxímenes, uno de los grandes filósofos de Mileto, junto con Tales y Anaximandro. [2]

En los análisis económico políticos no se tiene adecuadamente en cuenta ni el salto de cantidad en calidad ni que la existencia es un fuerte determinante de la conciencia. En éste último caso podemos agregar la experiencia junto con la existencia, que se parecen pero no son exactamente lo mismo. Uno puede existir sin experimentar demasiado. Pero las dos son inevitablemente determinantes.

Tomemos el caso de un campesino, el «cabecita negra» que bajó de las provincias para integrarse a la industria en el período de sustitución de importaciones posterior al crac del ’29, junto con los inmigrantes europeos, muchos de ellos socialistas o anarquistas. Esta combinación explosiva para los intereses del capitalismo fue la que intentó controlar con éxito el primer Perón. Pero siguiendo con la reflexión, un campesino con un mes de trabajo en una fábrica todavía es un 99% campesino y un 1% obrero. Su existencia como campesino le ha formado en gran medida una concepción del mundo que todavía no ha sido cambiada o reemplazada por su nueva existencia como obrero fabril. Y, probablemente, nunca lo sea del todo. Pero al cabo de cinco, diez o veinte años, su existencia habrá cambiado la composición de su conciencia, en, por ejemplo, 50% conciencia campesina y 50% obrera.

Aquí también interviene la noción de salto de cantidad en calidad, simplificando el ejemplo, a medida que su vida de obrero se prolonga en el tiempo, es decir, se acumula una cantidad de tiempo vivida como tal, se va acercando un momento en que se produce un salto de cantidad en calidad y ya se puede considerar que piensa en un 100% como obrero. Hasta ese momento, durante todo ese período, no se podía decir que su conciencia era plenamente campesina ni tampoco plenamente obrera.

Ver a alguien trabajando en una fábrica y pensar que, por lo tanto, piensa como obrero, sin averiguar primero cuánto tiempo lleva en ese trabajo, nos conduce inevitablemente a un error grave de apreciación.

En general siempre se produce una acumulación molecular de experiencia económico política en los pueblos a lo largo de un cierto período de tiempo, más o menos prolongado según de lo que se trate.

Y esta acumulación generalmente no se percibe, y por lo tanto no se tiene en cuenta. En determinado momento se produce un salto de cantidad en calidad, y repentinamente aparece en la superficie como un fenómeno nuevo. Esto es lo que pasó con el estallido popular del 2001. Si bien había muchos antecedentes que se venían acumulando, tanto de protesta y resistencia como de los padecimientos que las provocaban. Pero el estallido en sí fue en gran medida una sorpresa para la mayoría de la población, para algunos más que para otros, incluso para los propios protagonistas. El detonante final fue el decreto de estado de sitio por De la Rúa el 19 de diciembre. «¿Estado de sitio? ¡Otra vez dictadura no! Todos los que vienen gobernando desde 1983 nos someten a las mismas penurias ¡Qué se vayan todos!»

Hay que tener en cuenta que una gran parte de la población adquiere determinada conciencia en un período particular de la historia, y cuando ese período cambia, y surge algo muy distinto, siguen pensando que gran parte de lo que caracterizaba al anterior período sigue vigente. La «vieja» conciencia sigue predominando a pesar de que las condiciones objetivas han cambiado. Hay una disociación entre ambas.

Esto tiene efectos positivos y negativos. La promesa del gobierno anterior de no reprimir la protesta social se cumplió en gran medida, lo que permitió que, cada una de las movilizaciones se realizara con cierto grado de tranquilidad. El pueblo se acostumbró a movilizarse, podría decirse más que en cualquier otra época de su tradicional capacidad de movilización. A pesar de que este gobierno, al contrario del anterior, hace de la represión la columna vertebral de su gestión, el pueblo ha seguido movilizándose con cierta relativa confianza, interiorizada muy profundamente durante el período anterior, de que no iba a ser reprimido.

Esto es un efecto por un lado muy positivo, porque ha ayudado a mantener un alto grado de movilización frente a las crecientes agresiones a las condiciones de vida de la población por parte de este gobierno, y ha impedido, en gran medida, que tanto su plan represivo como el llamado ajuste -que sería más apropiado denominar saqueo- avanzara con toda la velocidad que quería el poder dominante.

Pero tuvo también varios efectos negativos. Colaboró en alguna medida a que la parte del pueblo ingenua y bien intencionada pero que votó a Cambiemos, tardara en tomar conciencia de la verdadera naturaleza de este gobierno. Claro que esto no fue el único factor que provoca esta demora, hay muchos otros muy determinantes como el manejo de la información y la manipulación de la población por medio del cuasi monopolio de los medios de comunicación y de una utilización extremadamente efectiva de las redes sociales y gran parte del poder judicial. Esto se refleja, por ejemplo, en el mantenimiento de un alto porcentaje de votos por parte de Cambiemos. Otro efecto negativo es que el pueblo no ha estado suficientemente prevenido acerca de las características y modalidades de los planes represivos del gobierno, y, por lo tanto, todavía necesita perfeccionar la organización de las movilizaciones para permitir su creciente continuidad mientras se actúa de la manera más efectiva frente a la represión.

Esto no niega que toda la experiencia vivida desde las tres A y la dictadura hasta acá no haya dotado a gran parte de la población de un grado de conciencia mayor que en cualquier otro momento de la historia.

Pero falta un ajuste, en el sentido de adecuar la conciencia a la realidad objetiva que se está viviendo, y a la perspectiva de que empeore en profundidad si el gobierno logra cumplir sus planes.

Es un fenómeno muy común, que se repite constantemente, tanto a nivel social como a nivel grupal o individual, de que la conciencia generada por la existencia y experiencia anterior continúa vigente aunque la realidad objetiva haya cambiado. Tener plena conciencia de esto ayudará a todos a adecuarnos en el tiempo suficiente frente a los cambios de situación política, económica y social.

El movimiento molecular puede producirse en un grado significativo o no, pero puede tomar distintas direcciones, porque el poder dominante interviene de múltiples maneras para manipular las conciencias, dando una interpretación falsa de los hechos, orientando al pueblo hacia enemigos ficticios, como hicieron el nazismo y el fascismo.

La existencia y la experiencia determinan, en gran medida, a la conciencia, pero hoy este proceso se ha complicado mucho, porque la mitad de la población vive en las redes sociales, su realidad es la realidad virtual, y la verdadera realidad de los hechos no la tiene en cuenta. [3]

A pesar de esto la realidad material es más fuerte y termina determinando en gran medida la conciencia. El problema en política es siempre que la toma de conciencia se realice con el suficiente tiempo como para enfrentar y vencer la ofensiva del gran capital. Por eso la batalla ideológica debe contrarrestar el discurso público del gobierno, más su influencia en la realidad virtual, más la manipulación del poder a la interpretación de los hechos reales.

¿Cuánto tiempo deberá transcurrir, cuánta experiencia habrá que acumular, para que la parte sana de los votantes de Cambiemos tome nota de la verdadera naturaleza de este gobierno?

¿Hacia dónde se orienta la acumulación molecular en el seno del pueblo? ¿Se producirá un salto de cantidad en calidad de esa acumulación? ¿Y si así fuera cuándo?

La elevación de la conciencia que tiende a surgir naturalmente de la experiencia de los pueblos no es suficiente. Es necesario que se complemente esa experiencia con conocimientos adecuados de cómo funciona la sociedad, tanto de este país, como del conjunto del mundo. Y para eso se necesita el aporte de verdaderos intelectuales que sean fieles a la causa del pueblo. La combinación de ambos y la batalla ideológica consiguiente es imprescindible.

Es necesario ganar esta feroz lucha ideológica contra las manipulaciones de las mentes por parte de los agentes del poder económico dominante, en primer lugar de este gobierno.

Sólo la combinación de la experiencia que tiende a surgir naturalmente de los hechos con una explicación de los verdaderos intelectuales acerca de los intereses materiales del poder económico dominante que defiende este gobierno, y de la actitud de todos los partidos políticos, periodistas, comunicadores, etc. que de alguna manera colaboran con él, puede lograr que el conjunto de la población tome verdaderas conciencia de la situación que vivimos, y su dinámica a futuro.

Notas:

[1] Este artículo ya estaba escrito antes de saberse el resultado electoral. Habría que esperar un tiempo para hacer un balance serio de manera de agregar conceptos, pero el contenido fundamental del artículo no cambia, y parece conveniente publicarlo sin modificaciones aclarando cuando fue escrito.

[2] «… y la introducción de un criterio cuantitativo para explicar diferencias cualitativas no solo perfeccionó los sistemas monistas milesios, sino que fue muy fructífero para el pensamiento griego posterior y también para el europeo. Estamos aún en los inicios, en el primer alborear de la explicación racional, y aquí no hay que plantearse el que Anaxímenes no le haya dado ninguna explicación matemática a su nuevo principio.

Este avance hay que atribuirlo, con justicia, a los pitagóricos, Pero, mediante la afirmación del principio, se había dado el primer paso esencial por un camino que aún se sigue. Que todos los fenómenos físicos -color,

sonido o cualquier otro- puedan expresarse en forma de ecuaciones matemáticas -en otras palabras, que todas las diferencias de cualidad puedan reducirse a diferencias de cantidad y que, solo cuando se reducen de este modo, puedan ser consideradas descritas de un modo científico es un supuesto sobre el que se basa toda la ciencia física moderna.

Al explicar todas las diferencias cualitativas de materia por grados diferentes…» (A.B. Guthrie, Historia de la filosofía antigua, Tomo I, pág. 125 de la versión en PDF)

[3] Ver el artículo Microfascismos y realidad virtual, en Rebelión y en wwwnudosgordianos.blogspot.com.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.