Hacer un análisis de la Argentina dará resultados antagónicos, conforme el lugar social en que se extraigan los datos y conforme a los parámetros de comparación. El boom de consumo que hoy atraviesa nuestro país parecía impensable cinco años atrás, cuando se padecía la crisis económica más profunda de su historia. En el último lustro […]
Hacer un análisis de la Argentina dará resultados antagónicos, conforme el lugar social en que se extraigan los datos y conforme a los parámetros de comparación. El boom de consumo que hoy atraviesa nuestro país parecía impensable cinco años atrás, cuando se padecía la crisis económica más profunda de su historia. En el último lustro se ha crecido a tasas chinas, lo que ha llevado a que el ingreso promedio sea un 6% más alto que en 1998, apogeo y comienzo del derrumbe de la convertibilidad.
En términos macroeconómicos, prácticamente todos los índices son alentadores y positivos, menos lo que hacen a la distribución del ingreso, a la concentración de la riqueza y a la extranjerización de las empresas y de las tierras. Se disfruta de una coyuntura internacional muy favorable sostenida por la demanda de productos primarios de China y la India, que según algunos augures permitiría una continuidad prolongada como la que consolidó durante cincuenta años el modelo primario exportador.
El sistema levantado sobre la implosión del iniciado fundamentalmente desde 1991 de valorización financiera es débil y basado en la primarización de la economía, herencia recogida del desmantelamiento del de sustitución de importaciones.
La devaluación que fue una de las exteriorizaciones del derrumbe del esquema que estalló al cabo de una década de arrasamiento y pillaje, produjo una licuación de los sueldos y jubilaciones, una gigantesca transferencia de ingresos y al mismo tiempo sentó las bases del crecimiento del último lustro.
La salida de la paridad monetaria, con terribles dolores, abría un horizonte contra los que proponían la dolarización, etapa superior de la convertibilidad, cuyos efectos arrasadores pueden percibirse en Ecuador y El Salvador.
Los resultados son positivamente contradictorios. La devaluación ha permitido la reactivación económica, reapertura de industrias por la ventaja de sustituir importaciones en función del tipo de cambio, el notable mejoramiento de las economías regionales, al tiempo que los precios internacionales han producido el boom sojero y del petróleo. Estos dos casos, tienen como contrapartida el arrasamiento de bosques (por año cerca de 250.000 hectáreas) y el capitalismo de pillaje practicado que puede producir la erosión y desertización de los suelos y en el segundo que uno de los sostenes del superávit comercial y presupuestario está basado en un recurso escaso y en vías de agotamiento. Mención aparte merece la notable rémora que por ley se permite que el 70% de las divisas generadas por las exportaciones de hidrocarburos queden en el exterior.
A su vez la notable devaluación del peso ha conducido a una acentuación significativa de la extranjerización de empresas y tierras. De las quinientas principales, 337 son extranjeras. Concentran el 78% del valor de la producción y el 93% de las utilidades.
En el campo hay un proceso en algunos aspectos parecidos. Según el libro Tierras SA de Andrés Klipphan y Daniel Enz: «En los últimos diez años, 4.000.000 de Hectáreas de la Patagonia han sido vendidas a muy pocas manos, principalmente extranjeras. La cifra no es menor. Esa cantidad de tierras equivale a cuarenta mil kilómetros cuadrados. O, para ponerlo en otros términos, a la superficie de las provincias de Tierra del Fuego y Tucumán.
A nivel nacional se vendieron ya 16.900.000 hectáreas y otras 13.000.000 están en venta, lo que, en conjunto, suma la friolera de casi 30.000.000 de hectáreas, una cifra similar a las superficies de Inglaterra y Portugal… La indolencia tanto de los estados provinciales como de las administraciones nacionales – incapaces de legislar en defensa de los recursos – permitió que personajes como Luciano Benettón, Douglas Tompkins, Joseph Lewis y Ted Turner – fundador de la CNN, la cadena informativa más influyente del planeta – se quedaran con gran parte de nuestras tierras y las reservas de agua. Y todo por módicas sumas. En el colmo de la irrisión, una hectárea se llegó a pagar el precio de una hamburguesa con queso en McDonald´s… De los más de 170 millones de hectáreas agropecuarias de todo el país, 74,3 millones de hectáreas están en poder de 4.000 dueños».
La disminución importante de la desocupación, cerca de tres millones de personas insertadas nuevamente en el trabajo desde el 2003, tiene como contrapartida que los salarios por debajo de la línea de pobreza y el carácter de informales de muchos de ellos, producen la paradoja notable que el trabajo significa salir de la exclusión pero no de la pobreza.
Con un gobierno que desde un principio intentó, como corresponde, subordinar la economía a la política, que crítica acertadamente a los noventa de los que formó parte activamente, que ha reconsiderado el papel del estado sin dar los pasos adecuados para su reconstrucción, que crítica acertadamente la teoría del derrame, pero que termina en buena parte siendo tributaria de la misma, la continuidad y la ruptura con los años aciagos se mezclan promiscuamente.
Se desarrolla naturalmente un modelo débil, alejado de la irracionalidad demencial del de valorización financiera, en condiciones excepcionales. No aprovechar esta oportunidad histórica será la mayor hipoteca que la historia le cargue a la presidencia de Kirchner.
¿Que significa aprovechar la oportunidad? Reconstruir el estado, diseñar y ejecutar un perfil industrial, realizar una reforma impositiva integral, planificar la producción agropecuaria orientándola hacia la diversidad, recuperar la renta petrolera, entrarle al sistema provisional, mejorar integralmente la salud y la educación, realizar un gigantesco plan de obras públicas, viviendas para los sectores populares con el criterio de Evita: «nada de pensar en pobre en la construcción de viviendas para los que carecen de ellas», inversiones para volver a tener una red ferroviaria del siglo XXI y para la generación de energía necesaria para el despegue industrial, implementar un progresivo proceso de redistribución del ingreso. Apenas algunas medidas posibles, entre otras, para no dejar pasar el momento propicio y para volver sólido lo que hoy es algo precario y débil.
Algunos hitos del 2006
Uno de los hechos trascendentales y negativos fue la crisis del MERCOSUR, el conflicto absurdo con el Uruguay, producido por el caso pasteras. Una larga serie de errores recíprocos han conducido a un punto impensado. Mi posición exteriorizada en tres notas fue «Si a las papeleras. No a la contaminación». Reconocer la importancia que tuvieron los asambleístas de Gualeguaychú en poner el tema en el tapete y criticarlos por la continuación de una metodología de cortes que debilita la negociación y la posición argentina. Incluso, la relocalización de Botnia, junto a una renegociación del contrato negociado en forma conjunta por Uruguay y Argentina sería una salida posible con un costo económico afrontado en la mayor parte por nuestro país.
Otro hito fue el pago de la deuda al FMI. Visto desde el lado de la equidad significó convalidar cifras adulteradas y privilegiar a un promotor de la crisis. A diferencia del tema derechos humanos, aquí si el gobierno aceptó el punto final y la no revisión del pasado.
Desde otro ángulo, acorde a un país convaleciente de una hecatombe, implicó sacarse de encima una auditoria y disminuir significativamente la presión de este organismo, verdadero sindicato de los acreedores.
Entre los hechos decididamente positivos, están los buenos índices económicos, la reducción de los miembros de la Corte, el fallo de la pesificación de la Suprema Corte, el resultado electoral de Misiones que le permitió al gobierno tomar nota del cachetazo y rectificar algunos rumbos equivocados montado en la euforia de las elecciones de octubre del 2005.
Entre los hechos negativos está el manejo arbitrario del Consejo de la Magistratura, las cosas que no se hacen desaprovechando el viento a favor, las dificultades insólitas para la elección del Rector de la Universidad de Buenos Aires, el juicio político y desplazamiento de Aníbal Ibarra, cuyo juzgamiento debió estar a cargo exclusivamente de la justicia, el mantenimiento de la asignación de los planes jefes y jefas de hogar en la ridícula cifra de $150.
La importante popularidad que las encuestas arrojan a favor del Presidente no debe omitir la debilidad de su construcción política, en un principio fruto de la necesidad y hoy ya un estilo o un vicio. Ha decidido bendecir a todos los intendentes del conurbano que acusaba de mafiosos mientras permanecían adheridos a Eduardo Duhalde. Como se sabe, estos jefes de gobierno no tienen convicciones, pero si un fino olfato para detectar donde está transitoriamente el poder formal. Pero es difícil, para no decir impensable, afrontar las enormes tareas pendientes con esta base de sustentación. Además es bueno saber que las encuestas raramente salen a la calle cuando el poder real aprieta.
Los sucesos de San Vicente, con el traslado del cadáver de Perón y el Hospital Francés, son semáforos amarillos.
El poder real que está ganando como en sus mejores épocas. Para acotarlo y negociar en un pie de igualdad hay que contar con una estructura que Kirchner no construye. Es bueno recordar lo que dice el economista Eduardo Basualdo en ‘Estudios de historia económica Argentina. Desde mediados del siglo XX a la actualidad’ página 52: «El principio del fin del gobierno peronista comenzó cuando la rentabilidad obtenida por las fracciones industriales dominantes comenzó a descender. Entiéndase bien, a disminuir con respecto a la época de oro (40% de rentabilidad sobre el capital invertido en 1949 por las subsidiarias extranjeras), ya que seguía siendo notablemente alta en términos históricos (entre el 17 y 18% en 1952 y 1953). Ante esta situación, y tal como lo harán sistemáticamente en los años posteriores, fracciones dominantes del capital llevaron a cabo una ofensiva política ideológica y económica para instalar socialmente la convicción que el problema radicaba en los excesivos gastos estatales, y en el elevado nivel de los salarios. En esas circunstancias, como lo han destacado algunos autores, la posición de la burguesía nacional no se diferenció demasiado de la adoptada por las fracciones empresarias dominantes».
«Tampoco es casualidad que las empresas hayan vendido más en el 2005 pero que al mismo tiempo la rentabilidad haya caído del 42% al 26,4% del patrimonio». Ambito Financiero, 22 de mayo del 2006, nota de tapa.
El comentario es ocioso pero necesario aunque sea obvio. Ganar el 43% sobre el patrimonio es recuperar la inversión en un poquito más de dos años, situación que sólo es factible en una economía de saqueo y de capitalismo salvaje. Cuando se reduce al 26%, que sigue siendo excepcional, concluyen que están perdiendo y así es muy difícil seguir invirtiendo en la Argentina
En el tema derechos humanos, el gobierno siguió adelante con algunos desequilibrios en un contexto general positivo.
Se mostró lento en la desaparición de Jorge Julio López, cuya suerte despierta a esta altura presagios desalentadores y exhibió rapidez de reflejos en el caso de Luis Gerez, al tiempo que realizaba imputaciones irresponsables y una explotación mediática lamentable de su liberación.
La sociedad también manifestó una apatía peligrosa en relación a la gravedad y magnitud de estos hechos.
La oposición se fragmenta entre Lavagna, Macri, López Murphy, Carrió y Sobisch. Como bien dice Orlando Barone: «El problema de la oposición en la Argentina nace en los shopping, sigue en las boleterías con los pasajes de turismo agotados y termina en Mar del Plata con la ocupación total de las carpas alquiladas a precio de Marbella».
Carrió seguirá con sus posiciones testimoniales cada vez más afín a las franjas de centroderecha. Los otros cuatro han sido definidos correctamente por el diputado Edgardo Depetri, más allá de sus discrepancias y apetencias personales: «Evidentemente, el grupo Techint le dio permiso para ser candidato. Lavagna es la opción de los grupos económicos para que unifiquen con Macri, López Murphy, Sobisch, el justicialismo nacional, Patti, Rico y el duhaldismo. Creo que Macri vas a terminar yendo a la ciudad, Blumberg irá a la provincia. Atrás se encolumnará la derecha política y la económica, que quiere disputar la rentabilidad, que no haya aumento de salarios, que no haya inversión pública, que no haya cambio de la política impositiva. Con Lavagna van a ir por el aumento de tarifas. Y va a ser el vocero de todos esos grupos, puede ser la síntesis de todos esos grupos».
El ensayista Alejandro Horowitz, definió esta situación tan particular con la frase: «Kirchner no es de izquierda, pero no queda nada a la izquierda de Kirchner».
Y para colocar la indudable mejoría económica en contexto, es pertinente esta cita del economista Carlos Leyba: «Ser exportadores primarios exitosos y deficitarios en comercio industrial, no es un programa de la democracia porque es socialmente excluyente y liberarnos de la deuda y poner en su lugar el giro de utilidades es otro signo de la misma debilidad del desarrollo capitalista nacional. Sólo la continuidad del boom del consumo no nos cambiará. Ser de verdad una sociedad de productores, la cultura del trabajo, es una cuenta pendiente que se paga en inversiones industriales y una revolución educativa. El consumo sepultó a la política. Que no nos atropelle el futuro».
Luces y sombras al 2006
Hay décadas y décadas de retroceso. Hay un punto de inflexión que mezcla continuidad y ruptura. Algunos pocos números ilustrativos de la fenomenal caída de nuestro país en el contexto internacional.
En 1950, Argentina tenía un ingreso per cápita del más del doble de España y más del 50% de España. Hoy el PBI argentino está entre el 15 y el 20 % del de España y entre el 9 y el 12% del de Italia.
Pasar por ejemplo del PBI per cápita actual de alrededor de 5000 dólares a 11.000 en el 2016 con tasas de crecimiento difíciles de sostener, igual nos dejaría detrás de los países más pobres de Europa como Grecia Portugal o Eslovenia y en la mitad de un país con el cual muchas veces fuimos comparados como Australia.
Es bueno ser conscientes donde nos encontramos. Lejos del sueño menemista de arribar como colonia al primer mundo. Pero con la necesidad de revertir imperiosamente esta decadencia con escasos antecedentes mundiales. Por eso lo que no se haga será una hipoteca que la historia cargará sobre los gobiernos y lo padecerá el pueblo, como omisiones imperdonables.
Es imprescindible convertir los sueños en realidad. Empresa que sólo se puede afrontar colectivamente. Como sostenía el Obispo Helder Cámara: «Cuando se sueña sólo, es apenas un sueño. Cuando soñamos juntos es el comienzo de una realidad».