La imposición de un enemigo global que sumergió a la mayoría de la población en el aislamiento y la indiferencia trae aparejadas nuevas dinámicas de producción y reproducción en la cual no solo se reafirma, sino que también acrecienta exponencialmente los niveles de ganancia y su concentración en cada vez menos manos. Su contracara -ocultada por la mayoría de los medios de comunicación- son las condiciones paupérrimas en las que ya se encontraba la clase trabajadora previo al virus y como con ello se profundiza a niveles insoportables.
No nos vamos a cansar de denunciar que lo que oculta los números del virus y su excesivo tratamiento mediático -sobreinformación- es el escenario principal de disputa donde se está llevando a cabo esta guerra. El método biológico sólo es eso: una forma de ataque o defensa de ciertos grupos sobre otros. Pero ello no nos dice nada sobre qué se está disputando, y mucho menos quienes.
Paro todo, o casi todo…
Desde un comienzo, la política institucional presentó al momento como una crisis sanitaria, y la solución que emergió de manera generalizada -aunque no total- fue la cuarentena. Esto significó un parate productivo para muchos sectores, principalmente con cadenas de logística locales, o los considerados «no indispensables» para el desarrollo vital de la población.
Todo tambaleó, como de un cimbronazo. El resultado para algunos cómo el caso de las petroleras, las industrias del acero y la construcción, de comercio y automóviles, entre muchas otras ligadas a la producción de mercancías a escala local/regional, viene siendo desastroso.
Aunque esto tiene su contracara: las grandes firmas ligadas al desarrollo y consumo de datos, agroexportadoras, de intereses bancarios y movimientos financieros, y los laboratorios y farmacéuticas no sufrieron grandes consecuencias, más que el aumento de su producción y provecho de la situación para apertura de más y nuevos mercados.
El gobierno, la naturaleza del Estado
En el escenario descripto con anterioridad es en el que se está disputando el reparto de la torta. Y esto nos sirve para que salgan a la luz las verdaderas relaciones y contradicciones en las que se sumerge este sistema macabro basado en las ganancias y la concentración.
Aquí, el Estado salió a relucir su capacidad de fuego para defender los intereses por los cuales fundamenta todo el resto de su accionar. El repliegue de todas las fuerzas de seguridad a lo largo y ancho de los territorios, la imposición de la educación virtual a distancia y la conciliación obligatoria dictada a trabajadores del puerto de Rosario para que se siga comercializando los granos al exterior, son solo una pequeña muestra de cuáles son las prioridades.
También se impulsaron medidas cómo salarios complementarios, becas y ayudas económicas, y una inyección de dinero para que todo esto no reviente. El sistema institucional colapsó, sin respuestas ante todo este movimiento lanzado por los grandes capitales, y su respuesta fue en sintonía con los sectores que están ganando el partido en una de las mayores crisis sistémicas atravesadas por el capitalismo.
Problema total, propuestas parciales
Los sectores empresariales junto a distintos estamentos y funcionarios estatales siguen presentando el problema a su medida. Campañas solidarias a raudales de productores agropecuarios, comerciantes, funcionarios reduciéndose el salario, ONG´s y muchísimos etcéteras más que no atacan el problema de raíz, sino justamente que lo ocultan y minimizan, surgiendo la caridad como su solución.
No pasará mucho tiempo para que la clase trabajadora tome conciencia de su condición, de su posibilidad histórica de no ser acaudillada por sectores que lo único por lo que están preocupados son por sus intereses de ganancia, y apenas se ven desafiados intentan con la caridad brindar ayuda a la situación desesperante del pueblo trabajador. La clase trabajadora está cansada de cataratas de dádivas, de que por compasión y lastima algunos sectores oculten la raíz del problema. No existirá plato de comida o plan social que pueda saciar las ansias de victoria, una victoria que destruya las bases de este sistema desigual, que no deje rastros de nuestros opresores ni de sus acciones caritativas
La organización es la tarea, el poder es el objetivo
Las crisis nos permiten tener tiempo para organizar lo que antes no se nos presentaba como un problema. Hoy se esclarece más que nunca la imperiosa necesidad de que la clase trabajadora controle y administre los recursos del Estado de forma más directa, a través de la nacionalización de los puertos y socialización de la producción actualmente hiperconcentrada, estatización del sistema de salud en su totalidad en la atención médica como en la producción de medicamentos, exigencia de un salario universal de supervivencia que garantice los derechos básicos de alimentación y poner a disposición el sistema bancario (financiero-crediticio) para que no obtengan ganancias de las crisis a costa de la población.
Todo lo anterior se disuelve en el aire sin construir el verdadero poder de la clase trabajadora, tomando como punto de partida sus organizaciones, grupos y movimientos, para que ello de posibilidad a nuevos escenarios, nuevos avances del movimiento a nivel general. Debemos lograr -y lo vamos a hacer- saber expresar el interés concreto de los sectores con sus distintas necesidades y posibilidades, en el marco de un interés general de la clase. Y para ello estas medidas anunciadas no son más que sólo un logro parcial, inacabado en la búsqueda del poder de las organizaciones. Ello solo podrá venir a partir de la movilización, la organización activa y la capacidad de solucionar nuestros problemas sin esperar las dádivas, sino exigiendo que eso sea realmente efectivo un pequeño avance de la lucha.
Por ello, organizarse como pares, como sector, como trabajadores, sin que importe demasiado los límites ideológicos a los que estamos acostumbrados, para ir tejiendo en esas voluntades diversas la unidad real del pueblo trabajador, es la tarea fundamental. Mujeres y hombres que puedan llevar a cabo esa tarea aportará indudablemente muchísimo más que cualquier escrito correcto y bienintencionado.
Tomar a las luchas que se nos presenten como piso para seguir luchando, seguir organizando y con todas las herramientas que tengamos elevar lo más posible el nivel de conciencia de la situación a partir de las enseñanzas de la lucha. Arrebatémosle a nuestros dominantes su caridad para convertirla en un piso de lucha para el pueblo, para entender aún más que si la clase trabajadora no se organiza por sí misma para la solución de sus problemas, toda solución que provenga de arriba va a ser para entretenernos con las sobras y seguir dominándonos.