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Manipulación de las emociones y medios de comunicación

Fuentes: Rebelión

La espiral del silencio, el miedo a hablar en ambientes concretos de la vida cotidiana sobre temas controvertidos cuando se tiene una opinión no acorde al pensamiento mayoritario, es el inevitable precio a pagar por un buen número de ciudadanos y ciudadanas cuando el monopolio de la información está en manos de unos pocos privilegiados […]

La espiral del silencio, el miedo a hablar en ambientes concretos de la vida cotidiana sobre temas controvertidos cuando se tiene una opinión no acorde al pensamiento mayoritario, es el inevitable precio a pagar por un buen número de ciudadanos y ciudadanas cuando el monopolio de la información está en manos de unos pocos privilegiados cuyo único interés es defender sus privilegios.

Los medios privados, los grandes medios, ponen mucho énfasis en la construcción de un pensamiento único acorde a la defensa de su status quo. Esto es sobradamente sabido ya. Para ello, utilizan principalmente el sesgo informativo. Silencian aquellas partes de la realidad que no les conviene que sean sabidas, y respecto de las que tratan abiertamente, repiten una y otra vez, haciendo uso de una aparente pluralidad informativa, un mismo argumento, justo aquel que representa la visión del mundo según la defensa de sus propios intereses.

Esto es algo que cualquiera mínimamente informado puede comprobar por sí mismo con apenas echar críticamente un par de ojeadas a cualquier medio de información en manos de la burguesía, da igual en prensa escrita, que en radio, en televisión o en Internet. Es algo, además, debidamente tratado y denunciado en cualquier medio de comunicación alternativa.

Hay algo, sin embargo, mucho más difícil de percibir a simple vista: la manipulación que estos medios hacen, a través del tratamiento informativo que dan a las noticias, de las emociones de la ciudadanía.

Detrás de la manipulación informativa no sólo se esconde la búsqueda de una tergiversación de la realidad, sino, sobre todo, la educación emocional de la ciudadanía ante los estímulos que recibe en forma de noticias. Despertar sentimientos emocionales negativos respecto de determinados estímulos mediáticos, es el objetivo prioritario. No importa tanto lo que el espectador pueda o no conocer, como el modo en que dicho espectador reaccione emocionalmente a la noticia en cuestión, al estímulo mediático que se le presenta en forma de noticia.

Es puro conductismo. Puro condicionamiento previo. Simplemente enseñan a la ciudadanía a reaccionar de una determinada manera negativa ante un determinado estímulo, y con ello se aseguran que dicho ciudadano/a vea anulada su capacidad crítica.

Conseguir que un ciudadano/a reaccione de una manera emocionalmente negativa ante un determinado estímulo, es algo infinitamente más efectivo para los intereses de la burguesía, que cualquier sesgo informativo que puedan presentar. De hecho, una de las principales funciones del sesgo informativo y la manipulación consciente de la realidad, es generar esa sensación emocional negativa en el espectador que recibe la noticia.

La manipulación consciente de la noticia puede ser falsada y descubierta en cualquier momento, con lo que su efectividad puede resultar de corto alcance, pero si una reiteración de manipulaciones sobre un determinado tema acaban por hacer que el espectador asocie ese estímulo mediático con respuestas emocionales de tipo negativo (ira, odio, rabia, indignación, etc.), el éxito está garantizado para los objetivos políticos y económicos de los propietarios de los medios de manipulación masiva.

Esto es, una vez consiguen que una mayoría de la ciudadanía reacciones de manera negativa (con odio, rabia, indignación, malestar, etc.) ante un determinado estímulo informativo, tienen ganada la partida. Por ejemplo, para que se entienda, pongamos el caso paradigmático de la revolución bolivariana de Venezuela. Las mentiras que cuenta a diario sobre Chávez y su gobierno, o aquellas otras cosas que ocultan, pueden ser fácilmente descubiertas y denunciadas, como de hecho se hace también casi a diario a través de los medios alternativos. Sin embargo, de poco sirve esto cuando ya existe una amplia mayoría de la ciudadanía que con el simple hecho de escuchar la palabra «Chávez», desata todo tipo de reacciones emocionales negativas. Simplemente se vuelven sujetos irracionales, que movidos por esas emociones negativas aprendidas de manera condicionada, son incapaces de analizar la realidad desde otros puntos de vista diferentes al que previamente han interiorizado.

Defendiendo al sistema a través del somentimiento emocional

No hay mejor arma de defensa del sistema, que convertir aquellos elementos que pretenden combatirlo, o que pueden servir para derrocarlo, en estímulos informativos que despierten reacciones de malestar  emocional en la ciudadanía. Es un condicionamiento previo para la alienación masiva de la ciudadanía, un sometimiento emocional a priori que anula la capacidad crítica del ciudadano/a y facilita la instauración de un pensamiento único, hegemónico (en sentido Gramsciano), entre eso que denominan eufemísticamente «la opinión pública».

Es una estrategia de manipulación emocional a gran escala que anula en la práctica toda posibilidad de que existan las condiciones propicias para desarrollar en las sociedades capitalistas actuales el diálogo racional del que nos hablan Habermas, Appel, y otros defensores de estas teorías utilitariamente encubridoras de la realidad dialéctica y de lucha de clases en la que nos vemos inmersos.

Es por ello también, como mejor demostración de lo anteriormente dicho, que se impone la espiral del silencio comentada al principio de este artículo. Cuando una mayoría social responde negativamente a un determinado estímulo informativo, porque previamente ha sido condicionada para ello a través de los medios de comunicación en manos de la burguesía, ir a contracorriente se puede convertir en un peligro. Del mismo modo que una persona reacciona negativamente ante el visionado de una noticia sobre Chávez en Televisión, está condicionado para reaccionar negativamente ante quien se atreva a defender un argumento en favor de Chávez, da igual que sea en una conversación en un bar, en el puesto de trabajo, o en una cena familiar.

Ese es el secreto de la espiral del silencio. Se impone porque la mayoría social está previamente condicionada a reaccionar negativamente ante determinados estímulos informativos, lo que es percibido rápidamente por quien tiene una opinión discordante, y al final uno/a se acaba aplicando en no pocas ocasiones una suerte de autocensura que le hace evitar problemas en determinadas circunstancias cotidianas. Habermas y los suyos deberían hilar muy fino para explicar cómo es posible que en sociedades supuestamente democráticas, siga imperando esta espiral del silencio, esto es, que las opiniones que van contra el pensamiento establecido como hegemónico se sigan silenciando en determinados ambientes cotidianos.  Simplemente no podrían.

El papel de los medios alternativos: Poner voz al silencio vs el peligro de ser silenciados


No obstante, a medida que la gente tiene la capacidad de salirse del círculo emocional generado por los medios de comunicación en manos de la burguesía, es decir, a medida que uno/a aprende a desarrollar un pensamiento crítico, a contrastar la información que recibe de parte de estos grandes medios, y a ampliar sus fuentes informativas; una vez que aprende a romper con el condicionamiento previo diseñado por estos medios de comunicación; pierde en gran parte ese miedo a defender sus ideas en cualquier contexto, y, sobre todo, se vuelve más tolerante y respetuoso, y, por tanto, aún cuando no esté a favor de determinados argumentos, se vuelve una persona con mayor capacidad para dejar que su interlocutor se exprese libremente, sin generar por ello ningún tipo de reacción emocional negativa en él/ella. Es por ello que los medios de comunicación alternativa juegan un papel tal importante en la lucha actual contra el sistema consumista-capitalista, contra el poder hegemónico de la burguesía.

Desgraciadamente, a día de hoy, aunque venimos teniendo un crecimiento impresionante en los últimos años, y cada vez podemos llegar a un número más amplio de ciudadanos y ciudadanas, los medios alternativos no tenemos suficiente fuerza, ni capacidad, ni recursos, como para romper mayoritariamente esta espiral del silencio impuesta por la burguesía. Lo que sí hacemos, obviamente, es poner nuestro granito de arena para que aquellos/as que así lo quieran, y tengan la posibilidad de acceder hasta nosotros, rompan con ese círculo vicioso y emocional generado por los grandes medios.

Estamos ahí para contrarrestar, en la medida de nuestras posibilidades, el pensamiento único -y sus consecuentes reacciones emocionales adjuntas-. Denunciamos las manipulaciones de los grandes medios, y ofrecemos aquello que ellos silencian. Hacemos ver que es posible tener una información amplia, desde distintos puntos de vista, antes de formarse una opinión concreta sobre un determinado tema de actualidad. De alguna manera, servimos para que la información que tiene disponible la ciudadanía sea mucho más democrática y abierta. Pero mientras no tengamos los medios para hacer que esta información llegue a una mayoría de la sociedad, poco podremos hacer para romper con la espiral del silencio tal y como la hemos venido planteando hasta ahora. Por tanto, poco podremos hacer para romper con ese mecanismo de alienación emocional a gran escala que pone en bandeja de plata a la burguesía la consciencia de la amplia mayoría de la ciudadanía.

Por supuesto, el simple hecho de ser una alternativa, ya convierte a los medios de contrainformación en una amenaza para aquellos que pretenden imponer el pensamiento único. Como toda amenaza, a los medios de comunicación alternativa también se nos quiere poner en el centro de la diana emocional, también se pretende, por seguir en la línea de lo anteriormente dicho, que la mayor parte de la ciudadanía pueda desarrollar respuestas emocionales negativas con el simple hecho de recibir una información sobre nosotros. Es por ello que no dudan en relacionarnos con la violencia, con el terrorismo, o con cualquier otra práctica previamente cargada de valores emocionales negativos por los valores mediáticos imperantes, como tampoco dudan en tacharnos de radicales, de extremistas, de antisistema, o de cualquier otro adjetivo que pueda implicar una carga de negatividad dentro del esquema de estímulos y respuestas que ellos quieren imponer en la «opinión pública».

Lamentablemente, uno tiene la sensación de que poco a poco lo van consiguiendo. Poco a poco, más que conseguir romper con la espiral del silencio comentada, los propios medios de información alternativa estamos pasando a formar parte también de aquellas cosas silenciadas por esta, es decir, de aquel grupo de ideas, argumentos, temas de debate, etc., que causan malestar en una mayoría de la ciudadanía, y de la que, en consecuencia, uno/a se guarda mucho de hablar sobre en ellos en determinados contextos.

No podemos permitirlo. De lo contrario, la información alternativa estará muerta antes incluso de haber nacido como verdadera alternativa. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.