Marcha contra el asedio y asesinato de periodistas

Julio Hernández tiene razones de sobra para llamar a «…una defensa colectiva nacional» como respuesta al «…vacío de poder que se vive en el país ha colocado en grave riesgo el ejercicio individual del periodismo (asesinatos, secuestros, amenazas) y las empresas de comunicación que no se acomodan a los deseos del poder son boicoteadas o presionadas con el presupuesto de publicidad oficial como instrumento de castigo» [1]Tiene razones de sobra que son históricas e irreductibles al oficio del periodismo critico. Manuel Buendía,[2] asesinado por la espalda, sigue presente.

México es un país donde la «libertad de expresión», es decir la libertad para expresar libremente el pensamiento crítico, cuesta la vida desde siempre. Porque para la vulgaridad, la lisonja, el mercadeo de la información, la calumnia y la agresión desmovilizadora contra las mejores luchas populares… para eso si hay «libertad de expresión» y liberalismo globalizado de la expresión burguesa, moralista e hipócrita. El estado burgués mexicano ha gerenciado, voluntariosamente, complacencias de todo tipo para traficar influencias con las corporaciones monopólicas mass media. Permisos, tolerancia, inversiones, acuerdos y ayudas mutuas… se trata de un maridaje de conveniencias cuyo autoritarismo no sólo sirve como arma de guerra ideológica sino que es además un gran negocio de cónyuges. No hay espacio para relatar con detalles es historia negra de persecuciones, tortura y muerte que ha signado la tarea del periodismo crítico permanentemente. Son miles y hay que recordarlos a todos Desde Ricardo Flores Magón, periodista revolucionario, hasta la fecha: «¿Por qué temer a la guerra? Si se tiene que morir aplastado por la tiranía capitalista y gubernamental en tiempo de paz, ¿por qué no morir mejor combatiendo lo que nos aplasta? Es menos espantoso que se derrame sangre que conquista la libertad y el bienestar, que continúe derramándose bajo el actual sistema político y social en provecho de nuestros explotadores y tiranos.» México, Periódico Regeneración , 17 de diciembre de 1910.

En México el periodismo es «peligroso» cuando no se traga las versiones oficiales de los hechos, cuando se pone al lado de los obreros o los campesinos para luchar con ellos contra la explotación, cuando lucha con la conciencia de que él también es un trabajo explotado. El periodismo es peligroso si ama la verdad, si siente la urgencia de defenderla contra el gangsterismo mass media y el autoritarismo estatal que gustan de intercambiar roles para esconder el saqueo y el fraude, propiciar el olvido y la alienación, esconder a los muertos que producen y timar a los pueblos con historietas mediocres y miserables. El periodismo en México es peligroso para el sistema cuando asume que en su trabajo no basta con transportar datos bajo el mito de la objetividad burguesa. Cuando entiende su trabajo es organización social de informaciones y valores, de principios y de acciones con honestidad y coherencia solidarias y firmes. Dice Carlos Monsivais: «…la intolerancia de la extrema derecha que es el oscuro pasado fanático que aprovecha y encauza la avidez empresarial[3]«

Lo que ocurre en México hoy, contra algunos periodistas y medios críticos no es una guerra abstracta y anecdótica es una política sistemática, no sólo mexicana[4], que, aun con altibajos, se exacerba al ritmo de la lucha de clases. Es el mismo sistema de agresión que se practica con raitings mafiosos contra toda la clase trabajadora. Incluidos los periodistas. Es una política de agresión sistemática y generalizada que se expresa en la realidad laboral, el la educación pública, la salud, la vivienda… la cultura toda. Es una política de agresión y exterminio totalmente coherente con otras muchas formas de agresión como el pago adelantado de la deuda externa[5] que tantas alabanzas granjea a los gerenciadores de la miseria y la barbarie.

En su infinita variedad las agresiones contra los trabajadores del periodismo incluyen la táctica de «secar» su economía, como la Jornada de San Luis Potosí, victimada mientras las reservas económicas[6] nacionales, es decir el dinero del pueblo, son ahorro con destino al extranjero. Esta táctica de «secado» económico se ha repetido incluso con cinismo. El ex presidente José López Portillo es un referente inexcusable en esta materia «No pago para que me peguen» dijo a la revista Proceso.[7] «El Gobernador de San Luis Potosí, el contador Marcelo de los Santos Fraga, ha decidido que La Jornada San Luis (LJSL) no debe recibir publicidad, información ni trato institucional». Denuncia ahora[8] Julio Hernández. ¿Qué hacemos? ¿Nos involucra esto, nos compete?

No es poca cosa el inicio de una marcha nacional que parte desde el estado de San Luis Potosí hacia la ciudad de México (500 Km. aproximadamente). No es poca cosa que se camine para hacer visibles las luchas que suelen quedar escondidas. No es poca cosa que se informe abiertamente para atraer la solidaridad activa de todos, no sólo periodistas y comunicólogos, sino trabajadores en general, que, cada quien en escalas distintas, vivimos las mismas represiones y censuras contra los órganos informativos, las asambleas, las cátedras, huelgas, marchas, charlas… voces calladas con indiferencia, intrigas, palos y balas. Ya basta.

Dice Julio Hernández que habrá «(literalmente) sobre la marcha discusión y acciones cuando menos en torno a dos puntos: la necesidad de medidas que garanticen seguridad y protección al ejercicio del periodismo, sobre todo ante el acoso del narcotráfico y de los gobiernos estatales, y la regulación legislativa, en los ámbitos federal y estatales, de la publicidad oficial en medios de comunicación»… y para que semejante esfuerzo de marchar no pueda ser ahogado con calumnias economicistas o injurias prebendarias, para que nadie pueda hacer pasar esta lucha por oportunismo de negocios… habrá que acompañarla con una agenda intencional latinoamericana que incluya en el debate todos los temas históricos urgentes: El papel de los monopolios globales y nacionales, el papel de las universidades y escuelas de periodistas y comunicólogos, Bolivia y los devaneos de los medios, el golpe mediático contra el pueblo venezolano, CNN la pasarela de la impunidad, Argentina y el refrendo de los permisos a los monopolios mediáticos, Ecuador y las encrucijadas noticiosas… Brasil. Perú, Haití… Irak, España, Guantánamo… todos en plena voluntad de rebeldía con urgencia de construcción transformadora de su realidad, en plena lucha de clases y con urgencia de organización internacionalista y revolucionaria. Pone Hernández datos y teléfonos para hacer contactos directos. De 9 a 17 horas, al teléfono de oficina en la ciudad de México (91830310) o al celular 01 33 31 70 23 62.