Patricia Colace es Licenciada en psicología y profesora en psicopedagogía. Estudió psicopedagogía en Bahía Blanca, Argentina, se graduó en 1989 y de la Universidad Católica Argentina, en el año 1998, donde estudió psicología. Su trabajo se ha centrado fundamentalmente en el ámbito público, especializándose en la elaboración de Políticas Públicas sobre drogas y adicciones. En […]
Patricia Colace es Licenciada en psicología y profesora en psicopedagogía. Estudió psicopedagogía en Bahía Blanca, Argentina, se graduó en 1989 y de la Universidad Católica Argentina, en el año 1998, donde estudió psicología.
Su trabajo se ha centrado fundamentalmente en el ámbito público, especializándose en la elaboración de Políticas Públicas sobre drogas y adicciones. En la actualidad, trabaja en la Dirección de Adicciones del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y Asesoramiento en el ámbito Legislativo de la misma ciudad.
FSJ: ¿Por qué elegiste las adicciones?
PC: Mi inquietud por el tema surgió en el año 2000 cuando militando para un partido político nos invitaron a participar en un trabajo sobre el Paco, droga que surgió en esos años de mucho conflicto político como una «manera de supervivencia » en los barrios pobres de la Provincia de Buenos Aires.
FSJ: ¿Por qué una ley de salud mental y adicciones juntas? Es cierto que el consumo de ciertas sustancias psicoactivas provocan episodios en quienes los consumen, pero por qué en Argentina ligan estos dos temas.
PC: En Argentina existe la Ley 26657 de Salud Mental y Adicciones sancionada en el año 2010, ley que yo considero casi un mini tratado de Derechos Humanos. Que las adicciones estén dentro de ésta ley les da un marco de derechos que antes no tenían.
Esto dice la ley en su Art. 4 y lo comparto plenamente:
Artículo 4º.- Las adicciones deben ser abordadas como parte integrante de las políticas de salud mental. Las personas con uso problemático de drogas, legales e ilegales, tienen todos los derechos y garantías que se establecen en la presente ley en su relación con los servicios de salud.
Es muy importante que incluyan un artículo donde consideran que las adicciones forman parten del padecimiento mental y de esa manera las personas con consumo problemáticos están protegidas.
Es importante aclarar que no es lo mismo consumo problemático, consumo y adicción. Cuando hablamos de adicciones se piensa en todas las sustancias que provocan ciertos efectos en las personas, que puede llegar a producir una dependencia.
En tanto, consumir una sustancia en sí no es un problema, pero sí cuando ello comienza a afectar el entramado social de la persona que consume: ahí estamos hablando de un consumo problemático, que puede derivar en una adicción, en una dependencia. Para hablar de adicción estrictamente se tiene que dar los síndromes de dependencia, abstinencia y tolerancia.
El consumo de sustancias legales e ilegales produce cambios en la conducta y orgánicos, pero no siempre ese consumo es una adicción ni es un consumo problemático.
FSJ: ¿Cuál es la razón para sacar «desmanicomializar» la salud mental? ¿Aplica esto para personas que viven con adicciones?
PC: El fundamento básico es que el encierro produce más enfermedad y los hospitales monovalentes, es decir psiquiátricos, provocan aislamiento, estigma, falta de libertad y nula inserción social. Por ello, hay que buscar otras alternativas terapéuticas como las casas de medio camino, los hostales, los hospitales de día etc.
La Ley 26657 de Salud Mental y Adicciones obliga al cierre paulatino de los psiquiátricos, es decir, que no se pueden cerrar si no se crean otros dispositivos alternativos. Infortunadamente, la falta de voluntad política y los intereses en juego hace que no se implementen esas políticas y entonces efectivamente la gente queda en situación de calle.
FSJ: ¿Qué tan efectiva ha sido la ley de salud mental y adicciones en Argentina?
PC: Es un camino lento la aplicación de esa ley porque indudablemente toca muchísimos intereses económicos, de poder, de paradigmas y miradas sobre el tema. Los laboratorios y algunos médicos psiquiatras han sido los primeros en oponerse a la ley y los dueños de las comunidades terapéuticas.
Por suerte, hay un grupo de personas y profesionales que luchamos por la plena implementación de la Ley 26657.
FSJ: ¿Cómo afecta esa ley los intereses económicos a las personas, si no se cumple, y si considera a las personas con adicciones con padecimientos mentales, es decir, los induce a llegar a esas comunidades terapéuticas para que los «sanen»?
PC: Digo que la Ley 26657 afecta los intereses económicos y de poder de algunas profesiones. Por ejemplo, el poder hegemónico de los psiquiatras.
Antes con su sola firma podían internar una persona,en la actualidad no es posible con ésta ley ya que se necesitan la firma de al menos dos profesionales de la salud que deben formar parte de un equipo interdisciplinario, un psiquiatra y un psicólogo.
También establece el tiempo que una persona puede pasar internada, que no pude ser indeterminado ni con falta de control por parte del Estado y eso afecta los intereses económicos de la comunidades terapéuticas.
Otro aspecto sumamente importante es que la Ley considera que internar a una persona debe ser el último recurso, pues es considerado un acto restrictivo. Por lo tanto se deben buscar otros medios para la curación.
FSJ ¿Cómo luchan algunos profesionales por la implementación de la ley?
PC: Tratando de que la implementen, que cumplan con la reglamentación, que le otorguen presupuesto, denunciando públicamente cuando existen violaciones a la letra de la Ley y solicitando información desde el legislativo, entre otras acciones.
FSJ: ¿Es decir que esa ley que calificas como mini tratado de derechos humanos, es ideal en el papel pero no se cumple desde que se expidió?
PC: Se cumple pero no en su totalidad por las razones antes expuestas.
FSJ: ¿Qué se ha hecho en Argentina para reducir el estigma con respecto a la salud mental y las adicciones?
PC: Está en proceso un cambio de paradigma sobre cómo abordar la salud mental y las adicciones. La mejor política pública, desde mi punto de vista, es cumplir la ley antes mencionada.
FSJ: ¿Qué se puede hacer desde los medios de comunicación para desestimular la estigmatización de quienes viven con enfermedades mentales?
PC: Creo que en primer lugar los periodistas deberían leer, conocer el tema, derribar sus propios prejuicios y, sobre todo, no fomentar la prensa amarillista. Con eso creo que nos ayudarían bastante.
FSJ: ¿Qué tipo de narrativas y representaciones de la persona con adicciones debe ser utilizadas para evitar la discriminación de los consumidores de droga mientras se toleran otras adicciones como el cigarrillo, etc?
PC: Aquí estamos frente al problema de la tolerancia social frente a las adicciones con sustancias legales. De todas manera mi posición es no patologizar la vida cotidiana por eso no comparto que se encasille todo dentro de las adicciones, como por ejemplo el gimnasio, café, la tecnología etc.
Con patologizar la vida cotidiana me refiero a que no se puede llamar a todo enfermedad o calificarlo de esa manera, como hace el DSM (El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (en inglés, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorder).
FSJ: ¿Se puede evitar el uso de categorías estrictas al referirse a las personas con enfermedades mentales y adicciones?
PC: Es muy cierto que las palabras tienen una carga simbólica muy fuerte.
En Argentina algunos profesionales de la salud mental hablamos de «padecimiento mental».
Creo que es un término correcto y no habla de enfermedad necesariamente. Con respecto a las adicciones hay un cambio en el lenguaje y en el enfoque por eso decimos personas con consumo problemáticos, consumo social y personas con adicciones.
Creo que en primer lugar los periodistas deberían leer, conocer el tema, derribar sus propios prejuicios y, sobre todo, no fomentar la prensa amarillista. Con eso creo que nos ayudarían bastante.
FSJ: ¿Qué tipo de narrativas y representaciones de la persona con adicciones debe ser privilegiada en los medios para evitar la discriminación de los consumidores de droga mientras se toleran otras adicciones como el cigarrillo, etc?
PC: Aquí estamos frente al problema de la tolerancia social frente a las adicciones con sustancias legales. De todas manera mi posición es no patologizar la vida cotidiana por eso no comparto que se encasille todo dentro de las adicciones, como por ejemplo el gimnasio, café, la tecnología etc.
Con patologizar la vida cotidiana me refiero a que no se puede llamar a todo enfermedad o calificarlo de esa manera, como hace el DSM (El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (en inglés, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorder).
FSJ: ¿Se puede evitar el uso de categorías estrictas al referirse a las personas con enfermedades mentales y adicciones?
PC: Es muy cierto que las palabras tienen una carga simbólica muy fuerte.
En Argentina algunos profesionales de la salud mental hablamos de «padecimiento mental».
Creo que es un término correcto y no habla de enfermedad necesariamente. Con respecto a las adicciones hay un cambio en el lenguaje y en el enfoque por eso decimos personas con consumo problemáticos, consumo social y personas con adicciones.
FSJ: ¿Qué has aprendido de las personas con enfermedades mentales y adicciones?
PC: Me muestran en el espejo lo que quizás algún día me puede pasar a mi o algún ser querido. Además de mucha gratitud cuando se sienten acompañadas en su proceso de recuperación.
Notas:
1: Las drogas legales son todas aquellas que no están penadas por la ley por ejemplo el cigarrillo, el alcohol, los psico-fármacos y otras que tienen que ver con prácticas con riesgo adictivas, el juego y la tecnología, por ejemplo.
En cuanto a las drogas ilegales Argentina cuenta con la Ley 23737 sobre tenencia y tráfico de estupefacientes donde se incluyen las drogas penadas. Este listado se actualiza y se van agregando nuevas drogas que surgen en el mercado e ingresan a nuestro país.
2: La pasta base de cocaína también llamada «paco» es un producto intermediario en la producción de clorhidrato de cocaína que se obtiene al disolver residuos en líquido y tratar la solución con queroseno o gasoil, para luego mezclarlo con sustancias alcalinas o ácidos como el sulfúrico. Se trata de un polvo blanco amarillento, de consistencia pastosa y olor penetrante. Apenas consumido produce euforia y tiene un efecto muy intenso que dura entre 5 y 10 minutos. Esto genera una rápida dependencia y un gran aumento de la frecuencia de su uso, llevando a las personas a consumir decenas de dosis diarias.
* Este texto fue publicado por la autora en: www.saludcienciayperiodismo.com
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.