Llego a Caracas para intervenir en unas jornadas sobre El derecho ciudadano a estar informado que organiza Telesur. Participan personalidades de la talla de Tariq Ali, Danny Glover, Richard Gott, Fernando Solanas o Miguel Bonasso. Está el ambiente caldeado por el asunto de la no renovación de Radio Caracas Televisión (RCTV), cuya concesión expiró el […]
[Sociedad Interamericana de Prensa], ni la Corte Interamericana de Derechos Humanos? ¿Por qué nadie protestó cuando esa misma RCTV fue cerrada durante varios días, en 1976, por ‘difusión de noticas falsas’, o cuando, en 1980, fue lacrada durante 36 horas por ‘sensacionalismo’, o cuando fue de nuevo ocluida, en 1981, por ‘difusión de programas pornográficos’ o cuando fue condenada en 1984 por haber ridiculizado al presidente de la República?» Todo eso ocurrió antes de la primera elección de Hugo Chávez en 1998. Y ninguna organización internacional condenó esos abusos entonces. «De igual modo que no reprobaron el cierre del Diario de Caracas, o el despido masivo de los periodistas del Globo, o del Nuevo País. Si hoy se hace, es sólo para acosar al presidente y denostar el programa de la Revolución bolivariana».
El amigo Farruco tiene razón. Abundan los ejemplos, en diversos países, de concesiones no renovadas a canales de televisión y que no han suscitado protestas. Sin ir más lejos, en Francia, en 2004 se revocó la concesión de Al Manar TV, por considerar que este canal del Hezbollah libanés «pregonaba el odio». En Inglaterra, Margaret Thatcher canceló la concesión de una de las grandes cadenas de televisión por haber difundido noticias no gratas, aunque verídicas. En el mismo Reino Unido, la autoridad dispuso, en marzo de 1999, el cierre temporal de Med-TV-Canal 22; en agosto de 2006 revocó la licencia a One TV; en noviembre de 2006, la de StarDate TV 24, y en diciembre 2006, la del canal de televentas AuctionWorld.
Organismos independientes como el Observatorio Global de los Medios han denunciado, pruebas en mano, que RCTV participó en la conjura mediática que propició el golpe de estado del 11 de abril de 2002. Este canal, mediante manipulaciones e intoxicaciones, estuvo difundiendo falsedades y calumnias destinadas a fomentar la execración y la tirria hacia el presidente Chávez y sus partidarios. Semejante comportamiento ha sido condenado en otras latitudes. Por ejemplo, el Tribunal Internacional sobre el Genocidio de Ruanda condenó en 1994 a los promotores de Radio Mil Colinas por complicidad en el exterminio de los tutsis. En la ex Yugoslavia, el informe del representante de la ONU, Tadeusz Mazowiecki, condenó el papel de los «medios del odio» en las operaciones de limpieza étnica llevadas a cabo en Croacia y Bosnia-Herzegovina.