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Santander: Las cosas que oculta El País

Misceláneas

Fuentes: Otra Realidad

El «caso Vuelta Ostrera», último escándalo político de Cantabria, no ha tenido eco en la prensa de Madrid. Sin embargo, «El País» dedica lujosas páginas de color a glosar con prosa seudolírica y estomagante las extrañas virtudes de un costumbrismo rancio, basado en sardineras y otras ajadas estampas de color sepia. Eterna nostalgia que no […]

El «caso Vuelta Ostrera», último escándalo político de Cantabria, no ha tenido eco en la prensa de Madrid. Sin embargo, «El País» dedica lujosas páginas de color a glosar con prosa seudolírica y estomagante las extrañas virtudes de un costumbrismo rancio, basado en sardineras y otras ajadas estampas de color sepia. Eterna nostalgia que no existe más que en la mente tumefacta de quienes no se adaptan a la realidad que suele habitar detrás de las telarañas.

Días atrás, el mismo periódico de Polanco, hijo ilustre de Cantabria por la mano del PP, entrevistaba al folklórico presidente regionalista junto a una vaca lechera. Este sector ganadero tradicional es el que sufre el mayor declive. Por los prados brotan sin parar los ladrillos de la especulación urbanística. Hace varios años que falleció el corresponsal de «El País» y no han nombrado otro. El silencio del día a día se contrarresta con melifluas loas a un presente ultraconservador, con sede en un invierno cultural de camposanto.

Lametones en el ego a personajes de un «gotha» acartonado y cuyo poder soberano son las finanzas. Paloma O’Shea, esposa opusetérea del todopoderoso Botín del banco BSCH, habla al entregado reportero como si fuera un espíritu de la golosina en la celebración municipal de los baños de ola: la bahía cuya luz cambiante puede contemplar desde la atalaya de sus chalets, el lujo de su (subvencionado) mecenazgo…Una sarta de levitaciones cursis, férreamente vigiladas por cámaras que filman a los viandantes de la aneja calle Pilar Primo de Rivera. Una de tantas rúas falangistas donde sobrevuela la purpurina de los tópicos y los retruécanos.

Tatuada por el martillo de herejes menendezpelayista y la insustancial frivolidad de Pereda, Santander cumple 250 años de edad. Lo hace en esas manos inmovilistas y las de los palafreneros a su servicio por las migas. Un espíritu retrógrado que ilustra su callejero, trufado de nombres y símbolos de la última Cruzada. Plaza de José Antonio, calles Falange, Matías Montero¡¡presente!!, Zancajo Osorio, general Mola, Sanjurjo, División Azul, Alcázar de Toledo, Belchite, Héroes de la Armada, Calvo Sotelo, Brunete…Los vencedores se enseñorean aún a la sombra omnipresente de la única estatua de Franco ecuestre que se exhibe públicamente en España. Los amos se oponen a erradicarla del epicentro de la ciudad. El alcalde ex pistolero de Cristo Rey dice que ese bronce es historia viva.

Estas cosas las oculta «El País» bajo la alfombra de su prosa acuarelista.