«Quienes lo conocimos y batallamos junto a él lo recordaremos como uno de los grandes pilares en esta nueva hora de América»Hugo Chávez Frías.«Las madres argentinas sentimos en este momento el mismo dolor que cuando se llevaron a nuestros hijos durante la dictadura, porque Néstor era un hijo nuestro»Hebe de Bonafini. En las primeras horas […]
Hugo Chávez Frías.
«Las madres argentinas sentimos en este momento el mismo dolor que cuando se llevaron a nuestros hijos durante la dictadura, porque Néstor era un hijo nuestro»
Hebe de Bonafini.
En las primeras horas de la mañana del miércoles 27 de octubre, fallecía en su casa de Los Sauces, Río Gallegos, el ex presidente y diputado nacional, Dr. Néstor Carlos Kirchner. Por lo que se sabe hasta el momento, una serie de paros cardíacos derivaron en su muerte súbita.
Kirchner, presidente de la República entre 2003 y 2007, había sufrido dos internaciones previas, el 8 de febrero y el 11 de septiembre de este año.
Pese a ello, su repentino deceso, a los 60 años de edad, convulsionó a la sociedad argentina y suscitó la consternada solidaridad de diversos líderes regionales y mundiales.
Doce años gobernador de la austral provincia de Santa Cruz, Néstor Kirchner saltó a la política nacional luego de la crisis de 2001 – 2002. En las presidenciales de 2003, accedió a una segunda vuelta contra el ex presidente Carlos Menem arañando apenas el 22%. Menem, sin embargo, consciente de la magnitud de la derrota que le esperaba, no se presentó.
De ese modo peculiar, un dirigente casi desconocido a nivel nacional, de una pequeña localidad del sur del país, llegaba a la primera magistratura de la República.
El panorama no podía ser más desolador. Carente de una base de sustentación independiente, Kirchner enfrentaba los coletazos de una espectacular crisis económica, política y social. Con el desempleo rondando el tercio de la población y la pobreza superando largamente la mitad, muchos le pronosticaron un futuro breve al frente del gobierno nacional.
Claramente, no lo conocían.
Con voluntad decidida, arrojo y atrevimiento, Kirchner encaró la renovación de la Corte Suprema de Justicia, donde predominaba la «mayoría automática» ligada al menemismo. También encaró una profunda reestructuración de las Fuerzas Armadas. Antes de cumplir un año en el poder, ya había dado impulso político decisivo a la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y ordenaba descolgar los cuadros del ex presidente de facto Jorge Rafael Videla del Colegio Militar.
A esas alturas, el kirchnerismo mostraba un fuerte repunte en la economía, que se replicaba en el crecimiento del empleo, la baja de la pobreza y de la indigencia y el crecimiento del consumo y la inversión.
Pero la iniciativa política del presidente no dejaba margen ni respiro. La renegociación de la deuda externa culminaba con un inusitado éxito en marzo de 2005. Ese mismo año, pero en octubre, Kirchner alcanzaba la medida de su independencia política, cuando su esposa, la senadora Cristina Fernández, vencía con facilidad a los candidatos del duhaldismo.
Y todavía quedaba tiempo para más, pues sobre el cierre del año, la Argentina anunciaba su decisión soberana de pagar por adelantado toda la deuda al Fondo Monetario Internacional, terminando de este modo con la grosera injerencia de los organismos multilaterales de crédito en los asuntos internos del país. Menos de un mes antes, la tarea mancomunada de Néstor Kirchner y Hugo Chávez en la cumbre de Mar del Plata forzaba el fracaso definitivo de las iniciativas continentales de libre comercio fomentadas por los Estados Unidos.
Y así, en apenas dos años, todas nuestras discusiones habían sido reformuladas; nuestras teorías, desafiadas; nuestras esperanzas, superadas. La Argentina se embarcaba en el lustro de mayor crecimiento de su historia, consolidaba y ampliaba los alcances de su ciudadanía, daba pasos decisivos en la consolidación de un rumbo que poco tiempo atrás hubiese parecido impensable. Néstor Kirchner había borrado la frontera de lo imposible, y ahora todo podía suceder.
Tras la rotunda victoria de su esposa, Cristina Fernández, en las elecciones de octubre de 2007, Néstor Kirchner pasó a un no tan cómodo segundo plano, y pese al declive electoral de su fuerza política, producto del conflicto agropecuario y la enajenación de amplios sectores de las clases medias metropolitanas, las medidas trascendentes continuaron: la estatización de los fondos privados de pensión, el establecimiento de la asignación universal por hijo, la promulgación de la ley de servicios de comunicación audiovisual son sólo algunas de las marcas de un tiempo indeleble.
Le tocó irse hoy, 27 de octubre, el mismo día en que el país del Bicentenario dejaría, a través del Censo Nacional, una foto tan distinta de aquella de 2001, una foto tomada por Néstor Carlos Kirchner.
Ezequiel Meler es Profesor de Historia, UBA.
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