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Tengo algo que contarte (12). Correspondencia entre dos mujeres

No he perdido el norte

Fuentes: miraicrida.blogspot.com.es

Querida amiga, como siempre, un gusto saber de ustedes, de sus cosas, de sus costumbres, de sus vidas. Es lindo imaginar cómo se traspasa el año casi en bañador y comiendo los turrones sudandito de calor. Aquí es invierno. Esa estación que ustedes no tienen (en mi modesta opinión, no se pierden nada) donde hace […]

Querida amiga, como siempre, un gusto saber de ustedes, de sus cosas, de sus costumbres, de sus vidas. Es lindo imaginar cómo se traspasa el año casi en bañador y comiendo los turrones sudandito de calor.

Aquí es invierno. Esa estación que ustedes no tienen (en mi modesta opinión, no se pierden nada) donde hace frío, uno anda encogido todo el día, las horas de luz solar son pocas y la humedad lo impregna todo, hasta los mismos huesos. La nieve es el elemento romántico con el que algunos  justifican sus bondades. Transforma el paisaje, vistiendo de blanco absoluto montes, árboles, pueblos, ríos y todo lo que encuentra a su paso. Cuando caminas sobre ella, es como si a cada paso la tierra te absorbiese un poquito hacia sí, te vas hundiendo en un un camino crujiente y algodonoso. Pero también le digo que este idilio con la naturaleza sólo funciona en el lugar adecuado, en la montaña. Fuera de su sitio, sólo nos complica la vida. En las ciudades, la contemplamos como un lindo elemento, pero cuando nos llega, los coches no circulan, los tubos que llevan el agua se congelan, la electricidad a veces se para,… en fin, un triste festival. Con el invierno se me entumecen el ánimo, las ganas de salir, los músculos y creo que hasta las ideas.

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