No existe una sola portada o editorial en Clarín, La Nación ni La Razón que haya criticado a la dictadura cívico-militar más sangrienta de la historia argentina.
Si algo hay que agregar a la natural turbulencia que cualquier elección presidencial genera, la que transcurre aquí y ahora está preñada de multimillonarios intereses y tiene como protagonistas centrales a los medios concentrados de comunicación: es a «todo o nada».
¡Qué bueno es recordar! Clarín tuvo en 1955 y 1976 dos portadas memorables, que hablaban de la «Cita de honor con la libertad», el día que asumió el presidente de facto Eduardo Lonardi, y «Nuevo gobierno», aquel 24 de marzo. Poco después, junto a La Nación y La Razón «blanqueó» su posición al formar parte mayoritaria en el proyecto Papel Prensa. Esa «asociación ilícita» política -que hoy es el centro de una causa por delitos de lesa humanidad- fue inaugurada en 1978 bajo la dirección del ex general Jorge Videla y de Ernestina Laura Herrera de Noble y Héctor Magnetto, por Clarín, y Bartolomé Mitre, como director de La Nación. Todos ellos -menos Videla que murió en mayo de 2013 en el baño de su celda en la que cumplía condena a perpetuidad por genocida-, más temprano que tarde serán sometidos a declaración indagatoria en relación al expediente bañado en sangre.
Yendo por partes. No existe en la hemeroteca una sola portada o editorial de ninguno de esos diarios en contra de la dictadura cívicomilitar más sangrienta y devastadora de la historia argentina. En cambio, tienen un largo historial de hostigamiento a los gobiernos surgidos de la voluntad popular, incluido el del presidente Carlos Menem cuando éste dejó de tener interés concreto para esos sectores.
La otra curiosidad es que debe ser la primera vez en la historia del periodismo que empresas del rubro se convierten en agentes de la censura, porque Papel Prensa era y es la única fábrica de papel de diario, que decidía arbitrariamente a quién le vendía o no la materia prima y a qué precio.
¿Cómo debe entenderse que una empresa periodística conocida en el mundo, propietaria de diarios y canales de aire y de TV por cable y radios -unas 300 bocas de expendio-, haya pedido en noviembre de 2012 la detención policial de periodistas por el presunto delito de instigación a la violencia? El límite había sido traspuesto y cuando el grupo advirtió las consecuencias, dijo que rebajaba su pretensión, exigiendo a cambio que los profesionales revelaran fuentes de información (¿…?). Como deberían saber, se trata de un derecho protegido por la Constitución Nacional.
Pero la mayor expresión de violencia profesional y política se registró contra el actual Gobierno, cuando el Poder Ejecutivo decidió estatizar el andamiaje del sistema previsional privado (AFJP), multimillonario negocio para pocos que ya contaba con el antecedente chileno. ¿Ahí empezó la guerra?
El otro multimillonario negocio entonces en manos privadas y pasado a la gestión oficial fue la transmisión del fútbol, «pasión de multitudes». El fútbol pasó a ser «para todos» sin necesidad de pagar para ver. También eso aumentó la ira de aquellos que de buenas a primeras veían los miles de millones de pesos se escurrían como agua entre los dedos: «inadmisible». Y aquellos medios de prensa -algunos centenarios y con prestigio- pasaron a ser fundamentalmente lobistas de grandes negocios. Y para recuperar el lugar que alguna vez ocuparon, desde entonces se valen de la manipulación y la mentira al mejor estilo nazi goebbeliano, que sostenía el uso de la mentira sistemáticamente, «porque siempre algo quedará».
El libro Guinness aún tiene espacio disponible…
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-281757-2015-09-16.html